Cuba ha perdido su apuesta por los cultivos transgénicos

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La Habana/En 2016, el Gobierno anunció que apostaría por los cultivos transgénicos para disminuir el déficit alimentario, pero, casi 10 años después, no hay resultados. No lo denuncia ningún medio independiente, sino el mismísimo diario del sindicato único estatal, Trabajadores. De acuerdo con un reportaje publicado este domingo, los distintos proyectos en el país se han quedado cortos debido a que “no existen recursos”, “falta electricidad” o impera “la escasez de combustible”.

La historia no deja de ser irónica. Aunque Cuba es “un país netamente agrícola”, declara a Trabajadores el doctor Mario Estrada García, director de Investigaciones Agropecuarias del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (Cigb), en La Habana, “siempre hemos importado unas 350.000 toneladas de soya y 800.000 de maíz al año para producir piensos”. Y añade: “Dos o tres barcos por mes y cerca de 500 millones de dólares erogados”..

Para intentar impulsar la producción de algunos granos, el especialista agrega que en 2020 comenzó en el país el desa­rrollo de cultivos transgé­nicos, que prometía mayor rendimiento, “con igual extensión de tie­rra, insumos, semillas y fuerza la­boral, resistentes al clima y las plagas”.


Para intentar impulsar la producción de algunos granos, el especialista agrega que en 2020 comenzó en el país el desa­rrollo de cultivos transgé­nicos

Años después apenas se avizoran algunos logros, aunque tenues. Abel Hernández Velázquez, jefe del Departamento de Biología de las Plantas en el Cigb, cuenta que hoy el centro produce unos 300 kilogramos de las cinco variedades de soya registradas, una cifra que palidece ante las necesidades del país. Además, destaca: “También se produce la semilla original de las dos líneas de maíz para el híbrido transgénico H-Ame15, lo cual implica obtener entre 200 y 300 kilos de ambas líneas parentales”.

No obstante, el proyecto se ha topado con pared, reconoce, pues vive “las mismas limitaciones de la agricultura en el país: aunque traten de priorizarse, los recursos no existen”.

Ello ha generado que “el resultado final no financie la cadena de valores”, según Rosendo Pérez, director del Cigb en Sancti Spíritus. “No se ha logrado la extensión de los mai­zales, tampoco el indicador de im­pacto esperado sobre la cantidad de maíz que se convierte en carne”, explica. “Persis­te la preferencia de adquirir pienso en el extranjero antes que invertir en la producción, una manera de es­quivar los riesgos de la agricultura”, añade Pérez, que indica que en el territorio espirituano hay 720 hectáreas para el cultivo de transgénicos, pero que solo se han plantado 382, pese a que las mismas autoridades han llamado a adoptar de manera masiva un programa de cultivo de transgénicos.

En Artemisa, la unidad de producción cooperativa (Ubpc) Emilio Hernández se alió con el Cigb de La Habana para encaminar una base productiva que produzca para toda Cuba la semilla transgénica de maíz y de soya. Sin embargo, pese a tener un proyecto avalado por 59 millones de pesos para comprar tec­nología y maquinarias, todo “se ha atrasado por las carencias de com­bustible, y solo se han sembrado 10 hectáreas” de las 400 que tiene para ese fin, indica Osval­do Blanco García, presidente de la Ubpc.

El texto en Trabajadores también aborda los problemas que enfrentan productores en distintas provincias. En San Cristóbal (Artemisa), en la fábrica de pienso Leopoldo Reyes, la premisa de “soberanía alimentaria” sigue muy lejos de concretarse. La empresa produce “la ínfima cantidad de 34 toneladas de alimento animal –todo con insumos importados–, de las 300 po­sibles en un día, según su capacidad instalada y la modernización de su línea de empaque”, señala el diario.


La empresa produce “la ínfima cantidad de 34 toneladas de alimento animal –todo con insumos importados–, de las 300 po­sibles en un día

La estatal no ha logrado ni siquiera explotar todos sus recursos, ya sea por falta de insumos o hasta de empleados, por lo que hace un año le arrenda un espacio a la empresa de capital vietnami­ta ViMariel S.A., inaugurada en 2023, que elabora diariamente casi siete veces más pienso que ellos (200 toneladas). “Casi todo importado, lo que impide que los precios mino­ristas y mayoristas estimulen la pro­ducción de carne y huevos”, señala el director de la fábrica, Michel Ravelo.

En Placetas, Villa Clara, la Sociedad Mercantil Porcino ha impulsado desde 2022 el maíz transgénico H-Ame15, en alianza con el Cigb. Sin embargo, se han enfrentado a los embates del clima, los altos costos de cosecha y secado, la escasez de combustible y la carencia de maqui­naria recolectora y secadoras.

Ante el duro panorama, René Alemán Rodrí­guez, de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Juan Darias, de Ya­guajay, pionero de este tipo de cultivos en la nación, alerta que “los productores de maíz están en peligro de extinción por falta de insumos”.


“Los productores de maíz están en peligro de extinción por falta de insumos”

El funcionario dice que a ello se suma que en el país se priorizan el frijol, el tabaco y hasta la caña. “Ese factor, junto a limitaciones de combustible, pocas condiciones de secado o la falta de electricidad para regar, más la carencia de un paquete tecnológico y precios exorbitantes de los insumos, frenan la producción”, agrega.

Hoy, Cuba depende en más de un 80% de las importaciones para cubrir necesidades alimentarias básicas. Tan solo este año, las importaciones desde Estados Unidos de granos y piensos casi se cuadruplicaron, al pasar de 6,8 a 23,8 millones de dólares, según cifras del Departamento de Agricultura de ese país. Esta alza además es un récord en los últimos cinco años, pues desde 2020 había fluctuado entre 6 y 9 millones.

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