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consejos de privacidad para padres y niños

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Al comprar un producto para un niño es importante revisar que sea adecuado para su edad. En ese sentido, que ofrezca garantías de seguridad y prescinda de piezas pequeñas, que ellos podrían tragar. Avance tecnológico mediante, emergen nuevas variables que los adultos deben atender. ¿Sabías que en el mercado hay juguetes que espían en secreto a los chicos? Especialistas en privacidad definen a esa práctica como una “amenaza creciente y aterradora”.

“Es escalofriante saber lo que pueden hacer”, dice Teresa Murray, una de las autoras de Problemas en la tierra de los juguetes. Aquel informe fue publicado por el Fondo de Educación de los Grupos de Investigación de Interés Público de EE.UU. (PIRG, por sus siglas en inglés), que se aboca a la protección de los consumidores. “Esos productos pueden ser útiles, divertidos y educativos. Pero interactuar con ellos puede crear situaciones pavorosas para muchas familias”, añade.

Los juguetes que espían recaban información de diversa especie. Desde grabaciones de voz, pasando por imágenes, hasta ubicaciones geográficas precisas. Todo ello, sin un consentimiento explícito, ni información transparente. Si las violaciones a la privacidad son preocupantes a nivel general, es evidente que la problemática se intensifica cuando hay niños involucrados. Por lo demás, no se trata únicamente de la gestión de los datos. Una serie de antecedentes dejan en manifiesto que la seguridad física y emocional de los más chicos puede verse afectada en forma directa.

Juguetes que espían: las dos caras de los productos smart

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Un inocente oso de peluche, si es smart, podría espiar a los niños. (Crédito: Unsplash/Sandy Millar)

Automóviles, lavadoras, aspiradoras, bombitas de luz, timbres e incluso el retrete, son algunos de los productos que ahora presumen “inteligencia” e integran la oferta domótica. En la práctica y en términos generales, ser smart implica que esos elementos cuentan con conectividad a Internet. Eso trae una serie de beneficios, como el control a distancia o la plena personalización. ¿Quién imaginó, algunas décadas atrás, que un refrigerador detectaría el faltante de alimentos y enviaría una lista de compras al móvil del usuario?

Esos avances suponen un daño colateral. Un producto con conexión es, eventualmente, vulnerable a ataques informáticos. Además, al vincularse con la nube podrían pisotear la privacidad, que siempre es deseable. Retomando el ejemplo anterior, ningún refrigerador en los 90’s tenía la capacidad de revisar nuestros hábitos de consumo. Esta misma lógica corre para los aterradores juguetes que espían a los niños.

Las malas artes de esos productos deben ser atendidas. Tal como hemos indicado, hablamos de un segmento del mercado que involucra a los más pequeños. Por lo demás, se trata de un sector en ascenso. Según datos de PIRG, la venta de juguetes inteligentes creció exponencialmente el año pasado, con una facturación de 16.700 millones de dólares. En 2022, la recaudación había estado en torno a los 14.000 millones. El ascenso no se detendrá: se espera que la comercialización de esos productos se duplique hacia el 2027, ensanchando las arcas de la categoría hasta los 35.000 millones de dólares. ¿También se multiplicará el espionaje a los niños?

¿Cómo espían los juguetes inteligentes?

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Recopilación indebida de datos y hackeos, problemáticas acuciantes en los juguetes con funciones tecnológicas. (Crédito: DALL-E vía Copilot)

Las alarmas se encienden en escenarios diversos. Por un lado, hay productos inteligentes destinados a los niños que no cuentan con las medidas de seguridad necesarias y, por eso, son débiles ante posibles ataques informáticos. De este modo, los pequeños usuarios podrían ser vigilados por cibercriminales y por todo aquel que acceda a esas recopilaciones. Por otra parte, especialistas han descubierto que existen juguetes que espían almacenando información en secreto.

¿Qué artilugios emplean esos productos para espiar a los pequeños? Hay ejemplares que cuentan con funciones de inteligencia artificial —por ejemplo, reconocimiento de voz— para personalizar la experiencia de uso. Para ello, emplean micrófonos que, en ocasiones, graban más de lo debido. Algunos modelos se conectan a Internet, incluyen cámaras y/o tienen capacidad para vincularse con otros dispositivos vía Bluetooth.

Los juguetes que espían “normalmente compilan muchos más datos de los que los padres creen”, señala el experto en privacidad de datos, R.J. Cross. “Esta recopilación de datos es inherentemente riesgosa”, añade. En declaraciones a Checkbook, el especialista subrayó que “los niños ven a esos elementos como sus amigos (…) y no piensan en el hecho de que hay una empresa del otro lado que escucha y habla”.

Juguetes que espían a los niños: antecedentes que aterran

Espionaje con juguetes, una práctica frecuente y aterradora. (Crédito: Unsplash/Nick Fewings)

El mercado que nos convoca en este repaso es variopinto. En sus anaqueles hay muñecos, peluches, robots y entretenimientos de diversa especie. Además, no todos son juguetes. También hay productos indiscretos, destinados a niños, como los sistemas de vigilancia que emplean los padres para controlar la habitación de un bebé, hasta altavoces inteligentes con asistentes virtuales. En esta viña, fue célebre la acusación de la Comisión Federal de Comercio estadounidense (FTC) contra Amazon. En 2023, el organismo se amparó en la Ley COPPA para prohibir a la empresa la grabación, transcripción y almacenamiento de interacciones de niños con el sistema Alexa.   

Pocos se detienen a pensar “en el hecho de que hay una empresa al otro lado que escucha y habla”. La referencia de Cross acerca de los juguetes que espían, arriba citada, no es antojadiza. El caso de una pareja de padres que contó su aterradora experiencia en TikTok, es una entre las tantas. Desde la cuenta @popsandjayofficial, denunciaron que un desconocido habló con su hija de un año a través de un monitor de bebés. En un comienzo, creyeron que había una persona en el cuarto de la niña. Luego descubrieron que el dispositivo había sido pirateado. “Tengan cuidado, porque están observándonos”, dijo la tiktoker de origen australiano, y aconsejó comprar un sistema de monitoreo sin conexión a Internet.

Un informe de New York Post reúne casos similares, también alarmantes. Uno de ellos se remonta al año 2019, cuando una familia residente en Washington, Estados Unidos, escuchó la voz de un hombre que, a través del parlante de un dispositivo de monitoreo, le decía “te amo” a hija de tres. Hace algunos años, uno de los juguetes que espían protagonizó los titulares de prensa por sus prácticas non sanctas. En la ocasión, la empresa Fisher Price debió suspender las ventas de Smart Toy Bear, un osito interactivo. ¿Cuál fue el problema? Especialistas de WeLiveSecurity encontraron una falla que permitía a atacantes obtener información de los niños.

Hay más. En 2023, un micrófono para karaoke destinado al público infantil, denominado Amazmic, fue apuntado por su bajísimo nivel de protección. Para conectarse al Bluetooth, la contraseña era “0000”, quedando así expuesto a intrusiones. En el 2015, una brecha en juguetes del fabricante Vtech expuso nombres, fotos, grabaciones y chats de 6,4 millones de niños. Ese mismo año, la muñeca My Friend Cayla fue pirateada y sus respuestas fueron alteradas por los atacantes.

“La tecnología avanza muy rápido, las legislaciones no”

Juguetes que espían: una posible solución a la problemática es el etiquetado de privacidad. (Crédito: DALL-E vía Copilot)

Antes del informe alarmante de PRIG, S2 Grupo realizó una prueba que arribó a conclusiones similares. En una rueda de prensa celebrada en Madrid, en mayo del año pasado, la empresa hizo una demostración pública de cómo se pueden interceptar uno de los juguetes que espían desde una computadora.

José Rosell, director de esa firma, remarcó que los niños y sus familias no están protegidos. En ese orden, el especialista remarcó que los productos en cuestión recopilan mucha más información de la debida. Además, que en ciertos casos se envían los datos a servidores ubicados en países con estándares de protección laxos.

“La tecnología avanza a la velocidad de la luz; las legislaciones no”, comentó Rosell, según recogió La Sexta. Y planteó una solución posible: que los juguetes incorporen un sello de calidad, una garantía visible acerca de su respeto por la privacidad. Esos indicadores son comparables a las etiquetas en los electrodomésticos que indican el nivel de consumo energético. En ese caso, para informar acerca del respeto por la información de los usuarios.

Consejos para evitar el espionaje de los juguetes smart

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¿Qué tener en cuenta para evitar los riegos de los juguetes que espían? (Crédito: Unsplash/Nick Fewings)

Las claves para eludir situaciones no deseadas, como las que repasamos en el punto anterior, son similares a las buenas prácticas de seguridad en los diferentes entornos virtuales. Igual que ocurre al descargar una aplicación móvil o comprar un nuevo producto, es fundamental aplicar el sentido común, estar abierto al asesoramiento, y privilegiar el poder de la información. Así, para evitar los riesgos, los representantes de PIRG remarcan la importancia de conocer detalladamente el funcionamiento de los dispositivos, en especial cuando el producto incluye micrófono, cámara, Wi-Fi o Bluetooth.

En resumen, estas son las recomendaciones para eludir los riesgos asociados a los juguetes que espían:

  • Conocer con minucia las capacidades del producto.
  • Para ello, realizar una investigación en la Web y leer reseñas de otros compradores; un historial negativo es un signo de alerta.
  • Revisar la reputación del fabricante. ¿Acaso en el pasado ha tenido problemas vinculados a la gestión de los datos y la seguridad?
  • Si el juguete tiene cámara o micrófono, debe ser claro cuándo graban, cómo se informa y qué uso se hace del contenido recabado.
  • Además, el fabricante debe explicitar quiénes tienen acceso a los datos recopilados. Asimismo, los usuarios deben estar informados respecto a cómo se almacena la información.
  • Es importante revisar qué medidas de seguridad ofrecen los juguetes y otros productos para niños. El acceso sin contraseña se traduce en pura vulnerabilidad.
  • También es esencial chequear si los productos y/o servicios destinados a niños permiten hacer compras en plataformas y, en ese caso, qué medidas de seguridad ofrecen.

Tal como dice Cross, “apesta leer los términos y condiciones y las políticas de privacidad”. El represente de PIRG nota que “son largos, difíciles de analizar y, a veces, sorprendentemente vagos en cuanto a la información clave que realmente quieres saber”. Sin embargo, vale la pena detenerse en ellos. En especial, cuando se trata de juguetes que espían y las víctimas de la vigilancia no consentida son los niños.

La importancia de leer la famosa letra chica quedó en manifiesto muchos años antes del despliegue de la nueva inteligencia artificial, boom tecnológico que profundizará esta problemática. En el 2015, la empresa Mattel lanzó una Barbie que habla. En la ocasión, grupos de defensa de la privacidad prefirieron describirla como una “muñeca que espía”. Según los reportes, el proveedor de la tecnología en ese juguete prometió que las grabaciones solo se usarían para mejorar las interacciones. Sin embargo, el Centro Para una Infancia Libre de Presiones Comerciales (CCFC) reveló que al revisar las políticas de esa empresa, se contempla la utilización comercial de la información.

La conclusión, en tanto, es mantenerse en aleta e informados. A fin de cuenta, también aquí conviene seguir una de las principales máximas de la seguridad informática. Aquella que indica que un usuario instruido es, siempre, una presa más difícil de asir.

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