La Habana/Si de caldosa y pan con pasta se compusiera una dieta balanceada, el Estado no tendría que emplear tantos recursos para justificar su precaria atención a las “personas vulnerables” y “casos sociales”. Una nota publicada este martes en Invasor intenta defender la atención social del régimen, que asegura “ofrecer garantías alimentarias, por muy difícil que sea la situación”, pero la realidad que plasma es otra.
En Ciego de Ávila el grupo empresarial de Comercio, Gastronomía y Servicios gestiona 58 locales de distribución de comidas que, sin embargo, acogen a apenas 1.118 comensales del Sistema de Atención a la Familia (SAF). La dieta, según el periódico oficialista, incluye “arroces, proteínas, sopas o potajes, viandas, ensaladas y postres” pero, teniendo en cuenta que “prácticamente el ciento por ciento de lo que ofertan es autogestionado” y que no pueden cobrar más de 13 pesos por plato, sería difícil encontrar dos de esos alimentos juntos en la misma comida.
En medio de la alarmante escasez del Estado, los Gobiernos provinciales se ven obligados a recurrir a todo tipo de entidades y empresas que puedan proporcionarles algún plato –sin tener en cuenta su calidad– para alimentar a los “vulnerables”.
Las comidas, en un país que tras décadas de escasez ha perdido toda noción gastronómica –y hasta su propia cultura de la cocina–, distan de componer un plato nutritivo
Las comidas, en un país que tras décadas de escasez ha perdido toda noción gastronómica –y hasta su propia cultura de la cocina–, distan de componer un plato nutritivo. “Distintos tipos de panes con precios entre 40 y 70 pesos, dígase pan con pasta, con mayonesa y con croqueta, además, otros más caros, con jamón viking y jamonada especial” es lo que se oferta “tanto en las cafeterías de Gastronomía como fuera de ellas, en circunscripciones, barrios vulnerables y escuelas”.
Al cóctel de grasas y embutidos, se suman refrescos a base de químicos, “Coral y enlatados”, que se comercializa no solo para los pobres, sino en hostales estatales, “en las ferias municipales y los recintos feriales que existen en la ciudad cabecera, circunscripciones y Comités de Defensa de la Revolución”.
En todo el panorama, no se mencionan los alimentos que realmente figuran en una dieta sana, como frutas y verduras, pescado, frutos secos, quesos, leche y refrescos o batidos naturales. De los caldos, el chícharo –la legumbre de los pobres– protagoniza las mesas de las escuelas y hospitales junto a la caldosa. Ambos, por lo general, desprovistos de sazón o sustancia.
“Venta de caldosas y potaje de chícharos a precios entre 15 y 30 pesos por ración, arroz blanco a 40 pesos”, enumera la oferta estatal que rara vez cuenta con algún trozo de carne porque, si lo tuviera, sería imposible para las autoridades mantener los bajos precios.
Unas 15 empresas avileñas se encargan también de proveer alimentos a los pobres. “La empresa agropecuaria Arnaldo Ramírez vende en los poblados de Ognara y Trucutú, La Cuba lo hace en Pesquería, la Agroindustrial Ceballos en el poblado aledaño, Ruta Invasora en Jicotea, Acopio en los barrios de la ciudad de Ciego de Ávila y la pecuaria Turiguanó en el poblado de igual nombre”, dice el periódico. El misterio, no obstante, radica en qué alimentos ofrecen –si dependen de sus propias elaboraciones– y cuál es su costo.
“Venta de caldosas y potaje de chícharos a precios entre 15 y 30 pesos por ración, arroz blanco a 40 pesos”
Solo de Acopio se incluyen algunos datos. “Llevan alrededor de 800 raciones de caldosa en la semana. Además, de martes a viernes hacen ferias en lugares de difícil acceso para acercar los productos a las familias y con el fin de favorecer a los profesores y personal de Salud, llegan hasta las universidades, escuelas, hospitales y casas de niños sin amparo filial”.
Según el artículo, las autoridades no se quedan de brazos cruzados. Pero en un país en el que el salario medio equivale a un cartón de 30 huevos y la escasez ha retirado muchos alimentos de los mercados, cuesta creer que quienes tienen menos recursos puedan permitirse algo similar a una “dieta balanceada”.
En un artículo publicado el pasado febrero, 14ymedio da cuenta de la situación de los locales del Sistema de Atención a la Familia en Holguín. “A veces no hay proteína, aunque en el comedor que me toca a mí los trabajadores son bastante luchadores y se fajan con la gente del municipio para que les manden suministros, pero se ve que cada vez les cuesta más trabajo lograrlo”, contaba a este diario Tomás, un anciano de 81 años. En ese momento, unos 76.175 cubanos estaban inscritos en el SAF y asistían a los 445 comedores de este tipo en la Isla.
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