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Camagüey da el primer paso para el regreso del sector privado a la gestión de salas de cine en Cuba

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Una breve nota en un diario provincial ha abierto la veda a una vía muerta hace diez años, el regreso de los cines privados a Cuba una década después del cierre de todas las salas en 3D que habían proliferado en la Isla de la mano de los cuentapropistas.

La única certeza no deja lugar a la duda. El Centro Provincial de Cine de Camagüey ha abierto la licitación del espacio del viejo cine Encanto, ubicado en el 410 de la calle Ignacio Agramonte, en la ciudad cabecera de la provincia. La noticia se ha publicado en el oficialista Adelante, que señala los requisitos.

“La institución convoca a artistas residentes en el territorio y a emprendedores de iniciativas de desarrollo local, a presentar proyectos de animación sociocultural que ponderen como servicio principal las proyecciones cinematográficas”, destaca la directora, Yenisleydi Sáez de Flores. Los interesados deben incluir el diseño de imagen y un desglose de presupuesto estimado para la inversión, pueden visitar el inmueble para ello y disponen de un plazo que se cierra el próximo 15 de noviembre.

La convocatoria supone, añade la funcionaria, “una oportunidad para poner en valor un espacio en correspondencia con nuestra política pública de mayor participación ciudadana en la estrategia de promoción de la cultura audiovisual”. Aunque Sáez de Flores no lo menciona, la vía constituye, a la vez, la rentabilización de un sinfín de locales y la garantía de un control, en última instancia, de la programación.

No hay noticias de que se haya licitado ningún otro de los cientos de cines que han cerrado o agonizan en las últimas décadas en Cuba, pero la noticia ha sembrado la esperanza de que comiencen a aplicarse políticas similares por toda la Isla a fin de despertar, bajo gestión privada, unos locales que alguna vez fueron una ventana al mundo para los ciudadanos.

Pero, paradójicamente, no es el caso de este inmueble. El edificio del cine Encanto acogía desde finales de 2013 un proyecto autogestionado y autofinanciado conocido como El Circuito, que albergaba varios proyectos socioculturales y un evento principal, el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey (Fivac).

El cine Encanto se inauguró el 24 de febrero de 1934 en un edificio del siglo XIX que había acogido desde una tienda de alimentación a un estudio fotográfico, pasando por varios negocios más. El historiador camagüeyano Marcos Tamames atribuye la remodelación al arquitecto Francisco Herrero Morató y la apertura, ya como Salón Cinematográfico y de Variedades a los empresarios teatrales Castillo, Barillas y Cía. Después de años de éxito, el local se remodeló en 1955, duplicando su capacidad y colocando una marquesina en su fachada que se consideró, entonces, de las más elegantes del país.

La Revolución le impuso la decadencia, tanto al inmueble como a su programación, pero durante años se mantuvo vivo ofreciendo un espacio de recreación a los camagüeyanos hasta su cierre, que dejó incluso zonas del local al raso. Coincidiendo con el anuncio del Gobierno de Raúl Castro, que en noviembre de 2013 ordenó el cese de la exhibición cinematográfica “en cualquier tipo de actividad por cuenta propia”, un grupo de jóvenes y artistas lograron la cesión del local para acoger El Circuito, que ha sido durante diez años uno de los grandes refugios del arte alternativo de la ciudad, en el Callejón de los Milagros.

Después de años de éxito, el local se remodeló en 1955, duplicando su capacidad y colocando una marquesina en su fachada que se consideró, entonces, de las más elegantes del país

Este agosto, el local anunció su cierre por “reparaciones y vacaciones del personal”, pero aseguró que las actividades del Fivac –que celebraba este noviembre su décima edición– seguían adelante. Diana Rosa Pérez, directora y fundadora del proyecto, admitió el pasado martes en su cuenta de Facebook el fin de El Circuito, en un post que transmite agradecimiento y dolor a partes iguales.

“Escogimos esta imagen de los inicios, del estado en que recibimos este inmueble (el Cine Encanto de Camagüey) para desarrollar nuestro proyecto, porque sinceramente es magia, y amor todo lo que ocurrió después allí. Se cierra el Circuito pero nos satisface también el hecho de haber dejado allí, en nuestra ciudad, un espacio con muchas posibilidades para el público, para otros proyectos”, expone.

Pérez reconoce que no podía seguir trabajando en las condiciones actuales, puesto que no recibían fondos estatales, pero añade que no hay una sola respuesta a la pregunta de por qué se produce el cierre. “Es como las otras interrogantes que orbitan en Cuba ahora mismo y duelen más que este cierre. ¿Por qué se van los jóvenes? ¿Por qué solo se habla de irse? ¿Por qué la vida esta tan cara y difícil? ¿Por qué está prohibido hablar de ello, del dolor y el hambre? ¿Por qué la ceguera? ¿Por qué…?”.

Entre las decenas de comentarios que lamentan el cerrojazo, alguno lanza la pregunta de si habrá posibilidad de alquilar el local. “No, tenemos idea, pero igual está bien que pregunte”, señalan. La respuesta tardó en llegar apenas siete días después, con el anuncio de la licitación.

Obras en la cafetería del cine Yara, ubicado en La Habana, este 1 de noviembre. (14ymedio)

La duda ahora es si se generalizará la posiblidad de revivir otros cines con esta nueva forma de gestión. En las últimas semanas, el cine Rampa, ubicado en El Vedado habanero, está siendo sometido a obras de renovación. Los andamios cubren su fachada y se repara el techo del portal, que se estaba cayendo.

El local llevaba varios meses cerrado y el rumor que reina en la capital es su próxima reapertura en manos privadas, lo que confirmaría la nueva apuesta de las autoridades. Su caso es muy diferente al de los cines Yara (cuya cafetería también está en obras), Chaplin o 23 y 12, que han reducido drásticamente su actividad hasta el próximo Festival de Cine de La Habana, del 8 al 17 de diciembre, por la actual situación “energética” que ha puesto en peligro iniciativas tan populares internacionalmente como la Fábrica de Arte Cubano (FAC) que se niega a cumplir el programa de ahorro y seguirá adelante con sus generadores y la luz que puedan aportar sus seguidores.

Los cines, en cambio, no cuentan con las mismas características. Hasta 1959, La Habana era una de las capitales mundiales del séptimo arte, con más salas que Nueva York o París y solo por detrás de Buenos Aires. En 1955 había unos 600 cines en el país, 147 en la capital, para una población que no alcanzaba el millón de habitantes

Ahora, los locales sucios y avejentados se unen a una programación que, cuando merece la pena, no se puede reproducir adecuadamente por la falta de medios, y las copias pirateadas poco contribuyen al recuperar a un público que ha generado nuevos hábitos de consumo audiovisual y ha perdido las ganas de ir a las salas. Mientras no le ofrezcan algo mejor.

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