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Los mejores medios en uno solo

la serie que se burla de la vanidad moderna

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Puede que Emma Stone gane un Oscar el próximo 10 de marzo, durante la ceremonia de la Academia. Pero de no hacerlo, incluso ya entregó dos actuaciones de antología en la pantalla grande y pequeña, que la harán pasar a la historia del entretenimiento. De la mano de Yorgos Lanthimos, su Bella Baxter sorprendió al público y a la crítica. Pero la interpretación que ofrece en la serie The Curse de Skyshowtime, no solo está llena de múltiples matices. A la vez, es una incómoda perspectiva acerca de la celebridad, la búsqueda de notoriedad e incluso, los invisibles hilos que unen a un matrimonio.

Todo lo anterior, en medio de un escenario en apariencia plácido. Whitney (Stone) y Asher Siegel (Nathan Fielder), son una pareja recién casada que intenta, por todos los medios a su alcance, asegurar su vida, a corto plazo. Ella es carismática, decidida y con mucho más empeño en el triunfo que su apocado y a menudo, tímido marido. De hecho, buena parte del guion de Nathan Fielder, Ben Safdie, Carmen Christophery Alex Huggins dedica especial interés en resaltar la diferencia. No porque quiera crear una historia a través de los contrastes, sino porque su interés, es la de explicar la dinámica de este joven matrimonio. No se llevan mal, tampoco bien. Y la línea que divide esa tibieza, es una feroz competencia discreta entre ambos. 

The Curse

The Curse, con Emma Stone, parodia la obsesión actual por el éxito, a través de los populares programas de reconstrucción de propiedades. Pero el argumento, lleva lo que parece ser el proyecto de un joven matrimonio, a una competencia insana por el éxito, en que la obsesión y la sugestión hacen el escenario más complicado. Todo narrado por un inteligente guion.


























Puntuación: 4.5 de 5.

En particular, debido a que la historia utilizará ese punto de vista dual acerca del mundo, para analizar varias cosas a la vez. Mientras los Siegel se esfuerzan por filmar un piloto para un programa de reconstrucciones, también luchan entre ellos. El resultado es que el gran proyecto en común es en realidad una batalla de lealtades y ambiciones, que la trama maneja no cómo una parodia, sino a través de suspense. No obstante que la historia hace reír — y demuestra, de nuevo, lo gran comediante que es Emma Stone — su esencia es macabra. Tanto, como para que las conversaciones y debates entre la pareja, sea más la exploración de una obsesión que una dinámica entre dos personas que se aman. 

Una rara manera de ver el éxito

Whitney desea desesperadamente ser reconocida. No lo dice ni tampoco lo demuestra de inmediato, pero para ella, todo lo relacionado con su futuro, debe conducir al éxito. Eso, a pesar de que sus ideas — convertir casas en construcciones que ayuden al medioambiente — parece profundamente bien intencionada. El argumento no aclara si, en realidad, hay algo más que ideas altruistas, pero deja entrever que no. Lo que hace que los primeros episodios de la serie, sean un juego tramposo. Uno que conduce a entender qué ocurre entre dos personas tan distintas, que, además, desean dejar una huella en la cultura. 

Asher al otro extremo, no sabe bien que desea. Dougie (Benny Safdie), productor de la posible serie, lo presiona en formas complejas, lo que termina por convertir a este perdedor malintencionado, en un enemigo. Pero uno sigiloso, que intenta saciar sus inseguridades con un fracaso que construye desde el fondo. El argumento es lo suficientemente hábil, para narrar todos estos escenarios, sin perder tensión y tampoco, el objetivo de criticar la futilidad moderna. Mientras que Whitney y Asher conocen los peores lugares de su relación, la historia avanza hacia su fracaso posible. 

Los futuros compradores de viviendas, que solo desean una propiedad enorme y vieja a la cual llenar de lujos, obvian las indicaciones de la pareja. A la vez, los Siegel descubren que el éxito — que llega, con dolor — es un peldaño duro en su relación. Ambos están incómodos juntos y la cámara lo nota. De hecho, los creadores Nathan Fielder y Ben Safdie se esfuerzan porque la metaficción — un programa dentro de un programa — se convierta en un espacio asfixiante. Tanto, como para que para cuando la trama mostró sus secretos — y hay más que la guerra interna entre los personajes — el peor de los problemas sea el progresivo desamor. 

El dolor, el miedo y las risas satíricas

Por supuesto, hay un elemento sobrenatural — o en apariencia uno — y es el que brinda nombre al programa. Pero más que una maldición — que arroja a un aterrorizado Asher una chica somalí — se trata del miedo por lo invisible y lo sobrenatural. La forma como el temor — sin sentido y sin tregua — nace a medida que Asher se convence de que realmente algo está influyendo en sus decisiones y en su vida. 

Algo peligroso, potencialmente violento y temible. Por supuesto, podría ser fruto de su imaginación. Pero la magnífica puesta en escena visual de la producción — entre espejos y tomas fijas de primeros planos — deja entrever que no. O en el peor de los casos, que lo que sea está convirtiendo el proyecto matrimonial en un tétrico desastre cada vez más oscuro.

La serie, en diez episodios, dedica los primeros cinco (el resto llegará el 16 de febrero de 2024) a explorar su clima de miedo y sugestión. Lo hace con tanta habilidad para dejar abierta la cuestión sobre sí, realmente un elemento desconocido está destruyendo a Whitney y a Asher. O en el peor de los casos, la avaricia de un proyecto disparatado y en esencia autocomplaciente lo está logrando en su lugar. Con semejantes interrogantes a cuestas, la producción deja algunas sin responder. Pero por singular que parezca, eso refuerza su clima de leve horror. Su elemento más interesante y digno de verse. 

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