La Habana/Con apenas unas horas de antelación, el Gobierno cubano anunció que a partir de este viernes el peso del pan normado que se entrega como parte de la canasta básica pasará a ser de 60 gramos en lugar de los 80 gramos regulares. La razón, según las autoridades, es la pronunciada escasez de harina para su producción debido –como esgrimen siempre– al “recrudecimiento del bloqueo impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos”.
El menor tamaño se suma a la mala calidad que ostenta el llamado pan de la bodega –principalmente por la incorporación de “extensores” a la harina para que rinda más–, de la que constantemente se quejan los cubanos. Por su parte, los directivos del Ministerio de la Industria Alimentaria consideraron que es mejor “garantizar que la población pueda adquirir la cuota normada de pan, diario, correspondiente con un menor gramaje y no realizar afectaciones como las que ocurrieron hace unos meses”.
Mientras se mantenga el nuevo gramaje, cada unidad de pan pasará a costar 75 centavos, en lugar de un peso y se priorizará a hospitales y escuelas, añadieron las autoridades.
Según una nota publicada al respecto en Cubadebate, los directivos de la Industria Alimentaria explicaron que el país cuenta con “un volumen de harina que pudiera dar continuidad” a la producción de pan. No obstante, no aclararon el alcance de dichas reservas y se limitaron a mencionar que la “situación” podría durar “unos días”. Para cubrir la producción de pan normado, la Isla requiere diariamente de unas 700 toneladas de harina –mayormente importada–, unas 21.000 al mes, según datos oficiales.
Los directivos de la Industria Alimentaria explicaron que el país cuenta con “un volumen de harina que pudiera dar continuidad” a la producción de pan
Las autoridades, que informaron de que la Cadena Cubana del Pan seguirá produciendo pan para la venta liberada con la materia prima que compra a las pymes, se lavaron las manos asegurando que la harina y otras materias primas adquiridas por el Estado para la elaboración del pan no es “comparable con el volumen de importación de harina entre los productores privados que, solo en el primer semestre del año, ingresaron una pequeña parte de lo requerido por la Industria Alimentaria para garantizar este servicio”.
Una vez más, la información cerró con el mantra que repite el Gobierno cada vez que el pan normado se vuelve el centro de debates públicos: “una disminución del gramaje no implica, bajo ninguna circunstancia, una disminución de la calidad de ese producto”. Lo que no acaban de reconocer es que el pan de la bodega nunca ha tenido una calidad óptima. Por el contrario, es objeto de quejas y burlas por su dureza, el poco tiempo que se mantiene fresco, su textura y hasta su sabor.
No es la primera vez que el Estado disminuye el tamaño del pan debido a la escasez de harina. Hace exactamente un año, en septiembre de 2023, el país volvió a apretarse el cinturón y rebajó el gramaje de 80 a 50 en Ciego de Ávila, incluso menos que ahora, aunque esta vez la medida afecta a todo el país. La razón expuesta entonces fue la misma que repitieron este jueves las autoridades: “La no disponibilidad de recursos financieros y la persecución de los métodos de pago utilizados” por parte de Estados Unidos.
En aquel entonces, las autoridades tampoco pusieron una fecha límite a la elaboración de panes de menor peso, sino que dijeron que a medida que el país lograra importar harina se iría recuperando el ritmo de producción.
En aquel entonces, las autoridades tampoco pusieron una fecha límite a la elaboración de panes de menor peso
Este año el pan también ha escaseado en Cuba. A finales de febrero e inicios de marzo incluso los hoteles, enclaves privilegiados si de alimentos se trata, experimentaron frecuentemente la falta de pan y otros productos hechos a partir de la harina. Las donaciones que llegaron entonces de 25.000 toneladas de esa materia prima, de manos del Kremlin, no lograron paliar la escasez.
Por esas mismas fechas, la venta de toneladas de harina en redes sociales llamó la atención de los cubanos, que señalaron al Gobierno su incapacidad para importar el producto mientras que las pymes lo vendían por sacos en sus comercios o en páginas como Revolico.
Meses después, en mayo, el pan volvió a ser motivo de debate por su calidad. Según subrayaron muchos residentes en Las Tunas, principalmente, el alimento tenía una textura arenosa que hacía que se desmoronara en la boca. Aunque las autoridades reconocieron entonces que se debía a que la harina tenía un alto nivel de “impurezas”, aseguraron que estaba “apta para el consumo”.
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