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Este fármaco contra la COVID-19 podría causar nuevas variantes

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En 2021, la aprobación del fármaco Molnupiravir en varios países, entre ellos España, se recibió con júbilo en todo el mundo. Las vacunas del coronavirus ya habían comenzado a salvar vidas, pero en ningún momento se desechó la opción de un antiviral que ayudase a tratar a pacientes de riesgo que no pudiesen evitar la infección. Este mostró reducir tanto los ingresos como la mortalidad y lo sigue haciendo. Sin embargo, un nuevo estudio, publicado en Nature, ha sacado a la luz que, quizás, este medicamento esté impulsando nuevas variantes del virus causante de la COVID-19.

Cabe destacar que la aparición de nuevas variantes es algo normal. Los virus no son capaces de replicarse por sí mismos. Necesitan la maquinaria de las células a las que infectan. Por eso, una vez que entran en ellas, empiezan a sacar copias de sí mismos. Cuando repetimos una palabra muchas veces, es posible que en una de ellas se nos trabe la lengua. Y a los virus les pasa lo mismo cuando sacan muchas copias. Más tarde o más temprano, cometen errores. Por eso, cada vez que un virus, sea cual sea, infecta a un nuevo hospedador, puede ser que se generen mutaciones. Algunas no servirán de nada, incluso serán negativas para el virus. Pero otras pueden seleccionarse, por conferirle ventajas. Esto hace que poco a poco el error se replique y aparezca una nueva variante. No hace falta un fármaco nuevo para ello.

El problema es que se ha observado que, si quedan unas pocas partículas virales después del tratamiento con Molnupiravir, podría ser que estas tengan mutaciones que se seleccionen y, a la larga, se conviertan en nuevas variantes. Esto está ya demostrado con bastante evidencia. Pero ahora toca comprobar hasta qué punto podemos considerarlo como algo peligroso.

Así funciona Molnupiravir

Molnupiravir es un fármaco antiviral, eficaz contra virus de ARN, como el SARS-CoV 2, causante de la COVID-19.

Actúa justamente en el proceso de replicación; ya que, una vez que se introduce en el organismo, se transforma en ribonucleósido. Los ácidos nucleicos, ADN y ARN, son cadenas, cuyos eslabones se conocen como nucleótidos. Los del ADN son desoxirribonucleótidos y los del ARN ribonucleótidos. Si a estos se les elimina uno de sus componentes, llamado grupo fosfato, se convierten en nucleósidos. Y viceversa. Es decir, si al nucleósido se le añade el fosfato, tenemos un nucleótido.

Cuando un virus infecta una célula, utiliza los mecanismos que esta normalmente utiliza para su replicación. Esto incluye la ARN polimerasa (en el caso de virus de ARN), cuya función es ir enlazando nucleótidos, para formar una nueva cadena de ARN, a partir de un molde. El ribonucleósido en el que se transforma Molnupiravir contiene un pequeño error. Por lo tanto, cuando este se transforma en nucleótido, la polimerasa lo coge como uno de los eslabones de la cadena, pero construye una cadena errónea. Dicho de muy grosso modo, el fármaco impulsa que se cometan errores al replicar el virus. Estos errores, a bote pronto, impiden que se siga replicando. Y es lo que ocurre mayormente, pero también pueden darse otros problemas.

Molnupiravir actúa causando fallos en la realización del virus. Crédito: Unsplash

Un error inesperado que da alas a la COVID-19

Los autores de esta investigación, procedentes del Instituto Francis Crick de Londres, han analizado 15 millones de genomas del virus de la COVID-19. De este modo, han encontrado firmas mutagénicas susceptibles de convertirse en nuevas variantes. Es decir, han detectado mutaciones repetidas en el tiempo que, a la larga, pueden seleccionarse y causar variantes nuevas.

Algo llamó su atención al realizar este paso, pues había una firma mutacional concreta que se encontraba en una cantidad mucho mayor en aquellos países en los que está extendido el uso de Molnupiravir. En cambio, en lugares como Canadá, donde no es legal su administración, apenas se encontraron estas mutaciones.

Tirando del hilo, llegaron a concluir con gran seguridad que el fármaco podría estar causando más mutaciones de las deseadas. De hecho, podría estar ayudando al virus a evadir el sistema inmunitario, facilitando más contagios e infecciones más duraderas.

Esto es algo que se sospechaba que podría ocurrir, según ha explicado a Live Science el autor principal del estudio, Theo Sanderson. Sin embargo, hasta ahora no se habían encontrado pruebas de que estuviese ocurriendo.

Ahora bien, estas pruebas deben seguir estudiándose, pues se necesitan muchas más garantías. Se debe asegurar que hay causalidad, más allá de la casualidad. Además, otros científicos han advertido que, como es habitual con un fármaco, se debe analizar el balance beneficio/riesgo. Quizás, aun existiendo la posibilidad de nuevas variantes, valga la pena el uso de Monupiravir para pacientes de riesgo con COVID-19.

Todo esto deberá ser el centro de futuras investigaciones. Mientras tanto, no se ha desaconsejado la administración de este fármaco. Al fin y al cabo, el simple hecho de contagiarse de unas personas a otras ya conlleva mutaciones. Será mejor curar a los enfermos graves y, de paso, evitar que ellos se conviertan también en focos de contagios. 

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