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La paradoja de Moravec y su relevancia en la nueva era de la IA

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Los avances tecnológicos han logrado que una máquina supere al campeón mundial de ajedrez, o que escriba textos en forma creativa, tal como ahora lo hace ChatGPT. Como contracara, es usual que los autómatas fallen al intentar acciones simples para un humano promedio, por caso brincar, hacer equilibrio en una pierna, o sostener una uva. El aparente sinsentido es abordado en la paradoja de Moravec, célebre en el mundillo de la robótica y la inteligencia artificial.

“Es fácil conseguir que las computadoras muestren capacidades similares a las de un humano adulto en tests de inteligencia. A su vez, es improbable lograr que posean la percepción y motricidad de un niño de 1 año”. Este célebre postulado del ingeniero Hans Moravec fue formulado hace más de cuatro décadas. Sin embargo, sigue siendo aplicable en pleno 2023, año que es escenario de excitantes innovaciones en automatización.  

Interpelada por los nuevos bríos de la inteligencia artificial, la paradoja de Moravec recupera ahora su relevancia. Al mismo tiempo, queda al desnudo. ¿Cómo se explica que las máquinas hagan simple lo difícil y tropiecen con lo sencillo? Según remarcan los expertos, la clave es distinguir la diferencia entre las tareas que pretenden realizar. Además, es fundamental conocer a fondo los contrastes entre la robótica y la IA.

Los expertos detrás de la paradoja de Moravec

La mencionada dualidad de las computadoras, expresada en la formulación de la paradoja, lleva el apellido de Hans Moravec. Con 74 años de edad, el ingeniero nacido en Austria es reconocido por sus aportes en el campo de la robótica y la inteligencia artificial. A lo largo de su carrera profesional desarrolló técnicas de visión artificial, antecedente de muchos de los sistemas que se emplean en la actualidad para el reconocimiento de imágenes. Sus escritos se enfocan en el impacto de la tecnología en la sociedad.

Hans Moravec. (Crédito: Wikimedia)

En la formulación de la paradoja de Moravec —que data de la segunda mitad de los años ochenta, cuando el austríaco dictaba clases en la Universidad Carnegie Mellon, en Estados Unidos— también participaron otros especialistas, como Rodney Brooks, creador de la empresa iRobot que fabrica la aspiradora Roomba, y Marvin Minsky, cofundador del laboratorio de inteligencia artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Cuando los ordenadores de los laboratorios mejoraron exponencialmente sus capacidades, los mencionados especialistas comenzaron a notar la contradicción. Podían completar tareas difíciles, pero aun así estaban lejos de ser capaces de emular las labores que cualquier humano consideraría sencillas.

Una paradoja que también se puede plantear de este modo: mientras que el razonamiento humano requiere de poca “potencia” y puede ser copiado o imitado por una máquina, las habilidades motoras y sensoriales precisan de grandes esfuerzos computacionales. Al respecto, dijo Minsky: “Somos más conscientes de los pequeños procesos que nos cuestan, que de los complejos que realizamos con fluidez”.

La evolución de millones de años, una de las explicaciones a la paradoja

El propio Hans Moravec planteó una posible salida para el supuesto sinsentido. La misma apunta a la teoría de la evolución darwiniana, postulando que las destrezas más antiguas son las que mejor se han perfeccionado. Así, siendo que el pensamiento abstracto es una habilidad más nueva en la historia de la humanidad en comparación con las aptitudes motrices, estas últimas son las más desarrolladas.

La paradoja de Moravec examina la dualidad de las máquinas, a las que les resultan complejas tareas que son sencillas para los humanos. (Crédito: Unsplash)
La paradoja de Moravec examina la dualidad de las máquinas, a las que les resultan complejas tareas que son sencillas para los humanos. (Crédito: Unsplash)

Al respecto, dijo el austríaco: “Tenemos 1.000 millones de años de experiencia sobre la naturaleza del mundo y cómo sobrevivir en él. […] Todos somos prodigios en áreas perceptivas y motoras; tan buenos que hacemos ver fácil lo difícil. El pensamiento abstracto, sin embargo, es un truco nuevo, quizás con menos de 100.000 años de antigüedad. Todavía no lo hemos dominado. No es del todo intrínsecamente difícil; sólo parece así cuando lo realizamos”.

Al indagar los alcances de la paradoja de Moravec, emerge una actualidad vibrante. Laboratorios académicos y empresas han logrado imitar mecánicamente nuestros complejos sistemas de razonamiento y creatividad. Sin embargo, los robots aún no logran atarse las agujetas de las zapatillas. Tampoco son hábiles al levantar cajas, tal como contamos en Hipertextual. Cabe señalar que hay avances en ese punto: un reciente video divulgado por Tesla muestra cuánto ha evolucionado su autómata humanoide Optimus, que ya es capaz de realizar difíciles posiciones de yoga sin caer brucamente al suelo.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://hipertextual.com/2023/10/paradoja-de-moravec-inteligencia-artificial