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‘Cazafantasmas: Imperio helado’, crítica: mucho texto, pocas ideas

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Cazafantasmas: Imperio helado llega a los cines en el mejor momento posible. Para los fans de la icónica franquicia ochentera, este 2024 es muy especial. Y es que la saga cumple nada más y nada menos que 40 años. Todo un hito que se celebra con la quinta entrega, la segunda tras el reboot de 2021. La secuela de Cazafantasmas: Más allá llega a los cines el 22 de marzo con la intención de congelar a los espectadores y, sobre todo, de hacerles pasar otro buen rato con su saga favorita.

La gélida trama de Cazafantasmas: Imperio helado vuelve a centrarse en el nuevo grupo de protagonistas. Callie, la hija del mítico Egon Spengler, y sus dos hijos, Phoebe y Trevor, se mudan a la ciudad junto al profesor Gary Grooberson, pareja de ella. Juntos, recuperan la necesaria profesión de cazafantasmas, atrapando espíritus ectoplásmicos entre rascacielos. Pero, además de enfrentarse a sus nuevas dinámicas familiares y al legado que arrastran de sus predecesores, tendrán que lidiar con una nueva y terrible amenaza. Desde los tiempos antiguos, un misterioso ser promete sembrar el caos y la destrucción en el mundo.

Cazafantasmas: Imperio helado

Cazafantasmas regresa en su cuarenta aniversario con una película llena de ideas que no consiguen aterrizar. La cinta se olvida de la esencia más pura y divertida de la saga para intentar dar vueltas sobre historias tediosas y aburridas que no conectan ni entre sí ni con el público. Un serio traspié después del buen hacer de la anterior entrega.


























Puntuación: 2.5 de 5.

Complicarse sin razón

A priori, la trama de Cazafantasmas: Imperio helado es muy sencilla. Un nuevo y tenebroso espíritu antiguo con poderosas habilidades ha despertado con el fin de conquistar el mundo. Los nuevos protagonistas tienen que conseguir derrotarlo. Cualquiera puede entender ese concepto, es lo más básico de las secuelas. Pero, en lugar de apuntar a lo simple, el director y coguionista Gil Kenan ha querido hacer las cosas innecesariamente enrevesadas.

Cazafantasmas: Imperio heladoCazafantasmas: Imperio helado

Sin entrar en detalles de la historia para no destriparla, la cinta establece numerosos puntos con los que expandir su universo y su lore. Como si el crear un nuevo fantasma necesitara una explicación concienzuda y llena de detalles que nadie pedía. Artefactos antiguos, mitos y leyendas a los que hay que sumar una acumulación excesiva de elementos nostálgicos de la saga (cachivaches, bases secretas etc.). Hay tantos hilos de los que tirar en la película, tantas tramas y subtramas absurdamente locas que no cuajan, que es imposible interesarse por casi nada.

A Cazafantasmas, los fans acuden con la intención de ver una aventura ligera y dinámica. Vivir junto a los héroes una lucha por el destino del mundo contra horripilantes y a la vez divertidos espectros. Pero Cazafantasmas: Imperio helado ha querido ir más lejos, ofrecer más cosas. Y en ese ambicioso afán, se ha pasado totalmente de frenada. La mitad de las escenas son aburridas y el guion tiene tanto texto que se olvida de lo esencial, de la acción y del humor. De lo simple. En la sencillez está la virtud. Por eso la anterior película fue una sorpresa tan agradable.

Cazafantasmas: Imperio heladoCazafantasmas: Imperio helado

Desequilibrio

El resultado de tanto elemento innecesario es inevitable: un guion lleno de inconsistencias. Hay algunas tramas y, concretamente, algunos objetos en los que se incide durante varios minutos, como si fueran a aportar algo muy importante a la historia general. Y, de repente, se desvanecen. Cazafantasmas: Imperio helado se olvida de ellos, ya no sirven de nada, porque tiene otras cosas que desarrollar. Da la sensación de ser como esos laberintos para niños en los que el camino del punto A al punto B parece fácil y del que surgen tediosas ramificaciones absurdas que no llevan a ninguna parte. Por momentos, se encadenan varias escenas consecutivas de personajes hablando en los que la historia no se mueve un ápice. En una película, eso se traduce en un desequilibrio de ritmo terrible y en la sensación de estar perdiendo tiempo.

Y tampoco ayuda el hecho de que el desarrollo de personajes que se presuponen protagonistas sea nulo. Especialmente doloroso es el caso del Trevor Spengler de Finn Wolfhard, cuya trama se basa únicamente en repetir una y mil veces que ya tiene 18 años y es adulto. No hay más arco de personaje. La otra cara de la moneda son el Gary Grooberson de Paul Rudd, que quiere aprender a ser padre (aunque con mucho menos humor del que nos tiene acostumbrados), y sobre todo la Phoebe Spengler de Mckenna Grace, la gran protagonista de Cazafantasmas: Imperio helado. En ella está el acierto de la película, pues su conflicto por no ser tomada en serio es el más agradecido.

En cuanto a los cazafantasmas originales, la película tampoco se esfuerza demasiado. Bill Murray aparece dos ratos y sin ningún peso en la trama. Y Ernie Hudson y Dan Aykroyd sí que tienen mucho más metraje, aunque sin ningún recorrido. Su papel se limita a estar ahí, servir de ayuda casual a los personajes jóvenes y, en definitiva, de herramienta utilitaria al guion. Es lógico que Kenan no haya querido aventurarse más con ellos a riesgo de entrometerse en un legado que ya es perfecto y redondo. Pero su presencia resulta vacía. Y luego está Kumail Nanjiani, que se lo ha pasado en grande rodando la cinta, pero que parece estar en su propia película paralela.

Cazafantasmas: Imperio heladoCazafantasmas: Imperio helado

Las virtudes

A pesar de todo, Cazafantasmas: Imperio helado no es completamente fallida. Es cierto que es la entrega más floja e inconsistete de la saga, pero tiene pequeños rastros de luz. Además de la historia de Phoebe y del humor del Nadeem Razmaadi de Nanjiani, hay otros ingredientes a destacar. A pesar de su perezosa y fallida parte central, el arranque y el desenlace de la película están más logrados. Es en esos momentos en los que se regresa a la fórmula más básica de la saga. Y funciona estupendamente. El filme toma carrerilla, se envalentona y hace pasar un par de ratos agradables.

También es certero el aparataje visual de la cinta. El CGI y los efectos prácticos están bien complementados y no hay sensación de estar viendo algo de plástico. Y entre tantísimos guiños y referencias a las películas originales, quizá alguno pueda resultarle simpático a los fans. En cualquier caso, la película no se salva del desastre. Supone un importante paso atrás con respecto a su predecesora y pide a gritos que se deje descansar a la franquicia antes de hundirla por completo en el lodo.

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