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La masonería cubana pasa por un momento difícil con la expulsión por “traición” del Gran Maestro

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El Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba, integrado por los masones de más alto rango y autoridad en el país, expulsó de la orden al Gran Maestro Mario Urquía Carreño, líder de la Gran Logia de la Isla, tras el escándalo por el robo de 19.000 dólares de su oficina el pasado 5 de enero. Lo acusan de “traición”.

El decreto para expulsar a Urquía Carreño, firmado el sábado pasado por el Soberano Gran Comendador José Ramón Viñas Alonso y al cual tuvo acceso el digital Cubanet, indica que “dadas las graves conductas analizadas, que son clara muestra de traición al faltar al juramento y lealtad” que debe a la orden, el Gran Maestro queda destituido no solo de su cargo en la Gran Logia, sino también de la orden.

La decisión del Supremo Consejo obliga a la Gran Logia –las dos máximas instancias de la masonería cubana– a obedecer en virtud del llamado Tratado de Amistad y Mutuo Reconocimiento, que exige que lo que decreta uno debe cumplirlo también el otro.

La conducta de Urquía, cuya culpabilidad en el robo del dinero –que pertenecía al Asilo Nacional Masónico Llansó, en el municipio habanero de Arroyo Naranjo– está todavía bajo investigación policial, fue para el Supremo Consejo “punible e intencional”. Una consecuencia grave del suceso, aducen, es el “cisma masónico de gran envergadura en el territorio nacional” tras los atrincheramientos de Urquía Carreño, que realizó “llamadas al orden” a varios altos funcionarios masónicos que pedían su renuncia y procedió a expulsarlos de la fraternidad.

Urquía Carreño ha puesto en peligro “el correcto funcionamiento del Supremo Consejo y del Tratado de Amistad y Mutuo Reconocimiento”, indica el documento, ratificado por votación unánime de la Alta Cámara del Supremo Consejo. “No han sido pocos los ataques que desde su posición de Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba comenzó a realizar contra el Supremo Consejo”, añaden, “desvirtuando maliciosa y reiteradamente no sólo la atención del tema principal sino también la narrativa de los hechos de manera pública, mintiendo en más de una ocasión a la persona del Muy Poderoso Soberano Gran Comendador” e “injuriando” a Viñas Alonso.

Un agravante, expone el documento, fue el hecho de que Urquía Carreño tenía la intención de mantener el robo “en silencio” y que solo acudió a la Policía urgido por el Patronato del Asilo de ancianos –el consejo de doce masones que lo gestiona–. La posición de Viñas Alonso fue, en todo momento, afirmar que no ayudaría a encubrir un delito, una actitud que “no fue del agrado” de Urquía Carreño.

El Gran Maestro “ha establecido un ataque campal y visceral contra el Supremo Consejo al que él mismo pertenece” y “en su afán de debilitar al mismo, ha cortado toda posibilidad de entendimiento entre los dos Cuerpos masónicos existentes y reconocidos en la República de Cuba”, aseguran, aludiendo al cisma entre la Gran Logia y el Supremo Consejo.

Cubanet informa de que en marzo próximo habrá una reunión de la Alta Cámara de la Gran Logia en la que se podrá tomar una decisión sobre el futuro de Urquía Carreño en la masonería, pero que también existe la posibilidad –teórica– de que el Gran Maestro decida iniciar un cisma y separarse del Supremo Consejo, rompiendo el Tratado de Paz y Amistad que lleva 160 años en vigor en Cuba.

A medida que la cúpula masónica se resquebraja, la investigación policial sobre el robo parece haber llegado a un punto muerto y atiza las sospechas de que la Seguridad del Estado está detrás del cisma. El escritor Ángel Santiesteban Prats, masón de grado 33 –el peldaño más alto en la jerarquía de la orden– y periodista independiente, aseguró a 14ymedio que la crisis, en la cual ha estado presente paso a paso, tiene mucho que ver con la guerra de la contrainteligencia cubana contra Viñas Alonso, la voz masónica más crítica contra el Gobierno.

El antecesor de Urquía Carreño, Francisco Javier Alfonso Vidal, huyó a Estados Unidos y renunció al cargo, porque “la Seguridad del Estado lo presionó para irse y lo querían obligar a acusar al Soberano Viñas” por sus críticas al Gobierno, explicó Santiesteban.

Después de las protestas del 11 de julio de 2021, Viñas Alonso escribió una carta en la que acusaba al Gobierno de instigar a una guerra civil y pedía la renuncia de Miguel Díaz-Canel. “No se lo perdonan. Ha pasado a ser un ‘contrarrevolucionario'”, añade.

Por su autoridad en el Supremo Consejo y por presidir el Patronato del Asilo Llansó, Viñas Alonso fue la primera persona a quien Urquía Carreño confesó su responsabilidad –si bien no su culpabilidad– en el robo del dinero, que guardaba en “una cajita pequeña” en su oficina, en el edificio de la Gran Logia, donde existían cajas fuertes para mantener a buen recaudo la suma.

Viñas Alonso –que prefirió no dar detalles a este diario alegando su discreción sobre asuntos masónicos– acompañó a Urquía Carreño durante el peritaje de la Policía en el conocido edificio de Carlos III, una investigación que, en opinión de Santiesteban, no tendrá ningún resultado relevante. En el campo del prestigio moral, sin embargo, la masonería cubana ha perdido más que dólares: frente al mundo, lamentó Santiesteban, la fraternidad “está en descrédito”.

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