El pasado mes de mayo, los cielos de muchas partes del mundo se vistieron de colores a causa de una intensa actividad auroral. Las auroras normalmente se producen cerca de los polos: las boreales en el norte y las australes en el sur. Sin embargo, cuando la actividad solar que las provoca es muy intensa, pueden verse más alejadas de los mismos. En esta ocasión, se vieron auroras boreales mucho más al sur de lo habitual. Fue un gran espectáculo, pero muchas personas se lo perdieron. Por suerte, pronto podrían tener otra oportunidad, pues el momento propicio para ver estos fenómenos suele ser cerca de los equinoccios. Y tenemos uno a la vuelta de la esquina.
El domingo 22 de septiembre, los habitantes del hemisferio norte diremos adiós al verano y saludaremos al otoño, mientras que en el sur harán lo propio con el invierno y la primavera. La actividad solar sigue en su momento más intenso de este ciclo, por lo que, si nos encontramos con una mancha cercana en nuestro viaje alrededor del sol, podríamos tener un espectáculo de auroras aún más fascinante que el de mayo.
Esto se debe a algo conocido como efecto Russell McPherron. ¿Pero qué es lo que dice este exactamente?
Más auroras cerca de los equinoccios
Las auroras se dan cuando los vientos solares, derivados de una eyección de materia de la capa externa del astro rey, excitan las partículas de gases presentes en nuestra atmósfera, provocando que emitan radiación en forma de luces de colores verdes o rosados.
El campo magnético de la Tierra suele evitar que esas partículas cargadas arrastradas por el viento solar lleguen hasta nosotros. Sin embargo, en los polos el campo magnético es mucho más fino. Por eso allí las auroras son mucho más frecuentes. Esto es lo que ocurre prácticamente cada año. Sin embargo, en los años en los que la actividad solar es más intensa, los vientos solares pueden ser suficientemente potentes para atravesar el campo magnético en zonas más gruesas.
Esto ocurre generalmente entre los meses de agosto y abril, pero depende de muchos factores. La actividad del Sol sigue ciclos de 11 años aproximadamente. En ese tiempo, la actividad aumenta hasta llegar a un máximo y después va descendiendo poco a poco. Por otro lado, las eyecciones de masa de la corona del Sol se producen sobre todo en lo que se conoce como manchas solares. Como resultado, habrá más auroras si la Tierra, en su camino en torno al Sol, coincide con una de esas manchas.
Además de todo esto, no hay duda de que las auroras son más frecuentes en los días cercanos a los equinoccios. ¿Pero a qué se debe eso exactamente?
Varias respuestas para una sola pregunta
La primera respuesta a esta cuestión la dieron los científicos Christopher Russell y Robert McPherron en 1973. Señalaron que, por lo general, los campos magnéticos de la Tierra y el Sol están desalineados, dejando el campo de nuestro planeta menos abierto a los efectos del viento solar. Sin embargo, en las fechas cercanas al equinoccio, los dos campos se alinean, pero apuntan en direcciones opuestas, por lo que se capturan más partículas cargadas y se producen muchas más auroras.
Esta es la hipótesis más aceptada actualmente. No obstante, hay otras, como la que señala que la orientación casi perpendicular al Sol de los polos durante los equinoccios maximiza el acoplamiento entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. De nuevo, eso permite que lleguen más partículas cargadas hasta las partículas atmosféricas y que estas se exciten dando lugar a las auroras.
Por lo tanto, si tenemos en cuenta que actualmente estamos en el pico de este ciclo solar y que tenemos un equinoccio cerca, es más que probable que haya auroras fuera de los lugares habituales. ¿Podremos volver a ver auroras boreales en países como España? Todo depende de la ubicación de las manchas solares, pero la probabilidad es alta. Si la última vez te las perdiste, presta atención en las próximas semanas.
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