No han sido días sencillos para Emilia Pérez, su director y elenco. A la ya conocida polémica sobre su controversial punto de vista acerca de México, se suman un conjunto de declaraciones cada vez más escandalosas. Por un lado, Jacques Audiard menospreció públicamente el idioma español, además de dejar claro, que no investigó sobre el contexto mexicano para su película. Al otro extremo, la actriz nominada al Oscar Karla Sofía Gascón acusó al equipo de la también nominada Fernanda Torres, de orquestar una campaña de desprestigio en su contra. Solo para después, encontrarse en medio del escándalo por una serie de post en X (antes Twitter), en los que atacaba a minorías y grupos vulnerables.
Lo anterior, provocó que el público y la prensa especializada, se preguntara de manera directa si, todavía, Emilia Pérez puede ganar el Oscar en las principales categorías. O sí incluso, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, puede descalificar o arrebatar alguna de las nominaciones a la cinta. Una situación crítica que parece cada vez más confusa. En especial, luego que el debate alrededor de la cinta, pasara a ser algo más que una reflexión de su calidad cinematográfica o las actuaciones de sus actrices. De modo que es inevitable cuestionar qué ocurrirá con la producción de ahora en más.
Lo cierto es que la polémica que rodea a la producción tiene características tan inéditas, como para que la respuesta no sea sencilla. Mucho menos, clara o directa. Particularmente, porque el escándalo vía redes sociales o incluso, las declaraciones provocadoras de Audiard, pueden impactar en un terreno más complicado que solo el del reglamento de la Academia. Y ese es el de los votantes gremiales que forman parte de la organización y los encargados, en última instancia, de decidir al futuro ganador de la premiación. Por lo que el dilema de Emilia Pérez puede profundizarse desde tres ángulos distintos.
Una campaña fallida que puede ser determinante

Aunque la temporada de premios de Hollywood, comienza oficialmente con la entrega del Globo de Oro en enero, la campaña por las nominaciones es más amplia. Y de hecho, podría decirse que abarca unos diez meses. Eso, al iniciar con el Festival de Cannes, que suele llevarse a cabo alrededor de mayo del año anterior a la ceremonia de los Oscar. Puede parecer una fecha lejana, pero lo cierto es que los meses permiten que se lleve a cabo una serie de procesos de relaciones públicas de considerable importancia.
Según expertos, entre los que se cuenta Scott Feinberg editor ejecutivo de premios de Hollywood Reporter, la campaña por los Oscar, es muy parecida a una política. Algo que incluye convencer a los votantes gremiales de la Academia de la posibilidad de una nominación. Por lo que se llevan a cabo estrategias de marketing que abarcan desde cenas, eventos de preguntas y respuestas, hasta proyecciones privadas. A medida que se acercan las fechas de las votaciones, los diversos estudios acentúan sus esfuerzos, lo que implica mayor presencia en medios y en la actualidad, en redes sociales.
Un trayecto accidentado


Emilia Pérez comenzó con extraordinario buen pie en Cannes. En el festival, recibió el premio del jurado para su director y el de mejor actriz, para su elenco al completo. Además, buena parte de la crítica presente, calificó a la cinta como una obra pionera, experimental y compleja, que abarcaba varios puntos interesantes a la vez. Con un jurado que incluía a Lily Gladstone y Greta Gerwig, la cinta se convirtió rápidamente en una favorita entre la prensa, con, además, un buen de boca en boca.
Pero a medida que la cinta llegó a un público más amplio, hubo un debate cada vez más duro acerca de su retrato de México, la sociedad y cultura del país. Uno que se volvió malsonante, una vez que las críticas fueron respondidas, en mayor o menor medida, por los miembros del elenco y la producción. Aun así, Emilia Pérez seguía pareciendo una obra provocadora y complicada, creada para interpelar. Sin embargo, las declaraciones de Jacques Audiard acerca del idioma español y después, el complicado problema de reputación de Karla Sofía Gascón, se convirtieron en un punto tóxico y complicado.


De hecho, Hollywood Reporter dejó entrever en un artículo, que muchos de los votantes no tomarán partido por la película, debido a la polémica. En especial, porque se hizo más cruenta, complicada y ofensiva, en una fecha relativamente cercana a la votación. Como se recordará, el lapso de votación va desde 11 al 18 de febrero. Por lo que es más que probable que los resultados se vean afectados directamente por el escándalo que rodea a la cinta.
Sin normativas o reglamentos claros


Sin embargo, todo lo ocurrido alrededor de Emilia Pérez no incide en la normativa con respecto a las nominaciones. O, al menos, no de una manera directa que pueda ocasionar la descalificación. Incluso, en el momento más crítico de las últimas semanas, cuando Karla Sofía Gascón acusó al equipo de Fernanda Torres por supuesto saboteo, Variety de inmediato aclaró que no había una infracción evidente. De hecho, el incendiario TimeLine de la actriz, no es suficiente motivo para tomar una decisión disciplinaria en su contra.
Las campañas de los Oscar suelen ser complicadas. Para la historia, está el método agresivo y pendenciero de Harvey Weinstein, que logró restar favoritismo alrededor de Salvar al soldado Ryan, en beneficio de Shakespeare enamorado. Pero fue la primera vez. En 1963, la actriz Bette Davis perdió el Oscar a pesar de una carísima campaña publicitaria a su favor, que pagó de su propio bolsillo. También es conocido el caso de Diana Ross, por su participación en Lady Sings the Blues. La actriz se encargó de pagar una papeleta personalizada por votante para afianzar su candidatura.


Más cercano en el tiempo, es lo ocurrido con la nominación a mejor actriz de Andrea Riseborough, que incluyó correos personalizados a los votantes y prácticas reñidas con la ética. El escándalo fue lo suficiente para cambiar el reglamento alrededor de tácticas parecidas. Pero la actriz no resultó descalificada, como tampoco le ocurrió a Davis o a Ross. De modo que es muy poco probable, que la Academia retire la nominación a Karla Sofía Gascón por sus tweets. O las diferentes declaraciones de los relacionados con la producción durante la temporada.
Un escándalo complicado, pero que no es nuevo


Aunque pueda parecer que la polémica que rodea a Emilia Pérez es una novedad, lo cierto es que ya hubo todo tipo de situaciones parecidas antes. El más reciente, el escándalo alrededor de Green Book (2018). Todo, debido a que se consideró que la película trivializaba, y en más de una forma, al racismo sistémico y la segregación. Eso, al relatar la amistad entre un hombre negro y uno blanco, como vehículo para que el que segundo encontrara la redención.
Todo se volvió un poco peor, cuando el actor Viggo Mortensen ofendió a la comunidad afroamericana con un término grosero. Algo que, claro está, avivó de inmediato un intenso debate sobre la política racial de la cinta y sus actores. Finalmente, hubo una disculpa pública y en 2019, la cinta ganó el Oscar como mejor película, a pesar de todo lo anterior.
No es probable que ocurra lo mismo con Emilia Pérez, aunque no es del todo descartable. En especial, porque todo lo que ha ocurrido en torno a la cinta, sucede en medio de las polémicas decisiones políticas de la segunda presidencia de Donald Trump. De modo que puede ocurrir que la cinta, se elija por ser un símbolo de todo lo que contradice el revuelo cultural actual. Una encrucijada que el Oscar tendrá que enfrentar de una forma u otra.
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