Cinéfilos: ANORA | El Dictamen

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By ndh
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Erótica, intensa, llena de excesos, sexual, decadente, tóxica… pero algo que no veíamos venir, es que se trata de una película divertidísima y totalmente triste, en donde podemos ver el reflejo de lo que te hace el poder y pertenecer a la clase alta, pero también de lo miserable y desolador que puede ser un personaje, como es el caso de Ani, quien sabe que en su mundo siempre se ubicará en el lado de los perdedores, es por ello que su último gesto, perteneciente a la escena final, es totalmente demoledor, porque después de todo este colapso de situaciones, solo el amor y la comprensión serán capaces de mejorar.

Alcanzar los sueños de la manera en que menos te lo imaginas y sin esperarlo, pero eso te llevaría a soportar estar al lado de la persona más patética que es el reflejo de lo que es un hijo mantenido por unos padres millonarios que no sabe hacerse responsable de sus actos por la misma inmadurez de su edad… Eso es algo que Ani no va a permitir por el sencillo hecho de que, independientemente de su profesión, es una mujer que se ha tenido que forjar con una imagen dura para poder existir en el mundo exterior…

Ani (una verdaderamente excelente Mikey Madison), de 23 años, con gran empatía y serenidad, sale todas las noches a captar clientes para los bailes eróticos que se ofrecen en los palcos VIP del local en el que trabaja, en donde trata de llevarla bien con sus comowras, salvo por una en especial que le tiene envidia. Uno de sus clientes es Vanya, un joven ruso dos años menor que ella, que comienza a tener mayor cercanía sexual con ella hasta el momento en que la invita a una fiesta y le propone reservar a la joven para una cita privada en su casa, convivencia pública y permanecer a su lado durante una semana, por lo que Ani se lleva una gran sorpresa: el chico tiene dinero, vive en enormes lujos, y consigue lo que quiere, además de jugar videojuegos y vivir una experiencia como ninguna.

Pero la joven trabajadora sexual de Brooklyn, al tener la oportunidad de hacer realidad el cuento de Cenicienta recibe una propuesta especial, y ambos de manera impulsiva se casan, sabiendo que el joven es el hijo de un oligarca. Pero cuando la noticia llega a Rusia, su cuento de hadas amenaza con derrumbarse, ya que los padres se desplazan a Nueva York con la intención de anular el matrimonio, y esto llevará a una acelerada búsqueda del joven, quien temeroso de sus padres, se ha escondido y la chica, ahora desamparada, junto a unos hi brea trabajadores del jefe llenos de miedo, recorrerán la ciudad para dar con él, anular en problema y dar cara a los padres al día siguiente.

La primera escena de Anora es ya toda una declaración de principios de la postura con los cuerpos: el desplazamiento lateral de su cámara captura a varios personajes femeninos de espaldas realizando bailes eróticos para sus clientes y retrata sus cuerpos con frontalidad, sin juzgar ni moralizar sobre una mercantilización corporal a todas luces alarmante, llevándonos por una adrenalina desbordante por lo que se está viviendo, caminando a ese punto de inflexión del matrimonio que invoca a tres personajes (matones a sueldo) que intentarán, con las mismas dosis de entusiasmo como de torpeza, revocar el vínculo conyugal.

Esta ha sido una mezcla de géneros en la que viajaremos del drama a la comedia, de la acción a lo erótico, de la decadencia a los excesos, en donde el director Sean Baker nos brinda una nueva “Mujer Bonita” con una protagonista totalmente intensa como es Mikey Madison, en un personaje que difícilmente podremos olvidar, y con ella también un desesperante Mark Eydelshteyn, al que será imposible no aborrecer por lo patético que resulta su personaje, y a ese trío de topes personificados por Yuriy Borisov, Karren Karagulian y Vache Tovmasyan.

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