Más que un CEO: un hombre con propósito
Mark Zuckerberg es mucho más que el creador de Facebook. En sus cuarentas, este magnate de la tecnología ha aprendido a equilibrar los algoritmos con las emociones, el código con la crianza, y los negocios con la vida en pareja. En una era donde el poder y la fama son sinónimo de exceso, él ha optado por la sobriedad, la constancia… y el amor.
Desde sus primeras entrevistas, ha quedado claro que Mark no busca impresionar con lujos. Su estilo minimalista, su devoción por la eficiencia y su enfoque siempre orientado al futuro lo hacen único. Pero lo que muchos desconocen es su profundo vínculo familiar, sobre todo con su esposa Priscilla Chan.
Priscilla y Mark: un amor con causa
Se conocieron en Harvard, cuando ambos eran estudiantes. Priscilla, hija de inmigrantes vietnamitas, estudiaba biología y soñaba con cambiar el mundo desde la medicina. Él, un joven prodigio obsesionado con la programación. Lo que empezó como un flechazo universitario, se convirtió en una de las parejas más sólidas del mundo tech.
En 2012 se casaron en una ceremonia íntima y desde entonces han sido aliados en más de un sentido. Juntos crearon la Chan Zuckerberg Initiative, una fundación que ha destinado miles de millones de dólares a la educación, la salud y la ciencia. Su meta compartida: construir un futuro más equitativo para las próximas generaciones.
Papá Zuckerberg
Convertirse en padre cambió su forma de ver el mundo. Con tres hijas —Max, August y Aurelia— Mark ha mostrado una faceta cálida y cercana. En redes ha compartido desde tiernas fotos leyendo cuentos hasta momentos donde cocina con ellas. Incluso pidió licencia de paternidad tras cada nacimiento, enviando un poderoso mensaje: los papás también deben estar presentes.
“No hay nada más importante que la familia”, ha dicho. Y aunque su vida profesional sea intensa, Zuckerberg ha procurado que sus hijas crezcan con los pies en la tierra, lejos del ruido mediático y rodeadas de valores como la empatía, la curiosidad y la disciplina.
Reinventarse con los pies descalzos
Últimamente, el “Zuck” ha sorprendido al mundo con un nuevo estilo: ropa deportiva, sesiones de jiu-jitsu, paseos en paddle board, y hasta caminatas matutinas descalzo en su finca en Hawái. Parece decidido a reconectar consigo mismo y con la naturaleza, dejando atrás la imagen del programador encerrado en su laptop.
En entrevistas recientes, ha admitido que hoy valora más la calidad del tiempo que la velocidad del éxito. Y aunque su apuesta por el metaverso sigue en marcha, ahora la impulsa desde un lugar más humano.
El hombre que no deja de evolucionar
Mark Zuckerberg no solo ha cambiado la forma en que nos comunicamos; ha cambiado la forma en que él mismo vive. Ha pasado de ser un ícono tech a convertirse en un símbolo de transformación personal. En tiempos donde los líderes a menudo se vuelven inaccesibles, él opta por mostrarse como lo que también es: esposo, padre, hijo, amigo.
Y quizá ahí radique su verdadera revolución. Porque mientras construye mundos digitales, Mark nunca olvida el valor de los vínculos reales.
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