¿Cómo fue que llegamos a las medidas drásticas contra la comida chatarra?

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En México, uno de cada 20 niños padece obesidad, lo que aumenta el riesgo de enfermedades crónicas a lo largo de su vida. El consumo de comida chatarra es uno de los principales factores. 

 

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Escucha lo que comentaron expertos sobre el aumento del sobrepeso y la obesidad en México.

 

Luz Cecilia Andrade

 

El sobrepeso y la obesidad en México es un problema presente desde la primera infancia. Al menos uno de cada 20 niñas y niños de cinco años padece obesidad, lo que favorece el desarrollo de enfermedades no transmisibles, como diabetes y problemas cardiacos durante el resto de su vida.

 

Como una medida para enfrentar la crisis de salud infantil, el 21 de octubre de 2024, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, anunció los lineamientos del programa “Vida saludable” para promover una alimentación sana. 

 

Cinco meses después, el 29 de marzo de 2025, el programa entró en vigor y prohibió la venta de alimentos ultraprocesados con alto contenido en azúcares, grasas y sodio, dentro y fuera de las más de 258 mil escuelas de nivel básico, medio superior y superior, del Sistema Educativo Nacional del país.

 

¿Cómo fue que llegamos a estas medidas drásticas contra la comida chatarra? 

 

Regresemos 45 años en el tiempo, a la década de 1980. El expresidente José López Portillo está a punto de concluir  su sexenio y pasar el poder a su correligionario del PRI, Miguel de la Madrid.

En estos años, los movimientos sociales de mujeres, campesinos, ecologistas, personas de la comunidad LGBT+, entre otros, demandan un nuevo orden democrático en medio de la crisis económica que provocó la deuda externa de 1982 y que afectó a amplios segmentos de la población mexicana. 

 

Es en este contexto que investigadores en nutrición como el doctor Adolfo Chávez Villasana del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán, advierten que México estaba incubando un problema de salud por sobrepeso que afectaría en el futuro a todas y todos los mexicanos,  sobre todo a la población más joven.

 

Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud en el Instituto Nacional de Salud Pública, explicó el panorama general de bienestar en aquel entonces: 

 

“A partir de finales de la década de los 80 se empezó a consumir una gran cantidad de productos chatarra, productos ultraprocesados. Vinieron muchas marcas y muchos productos, mucha oferta de las grandes corporaciones de alimentos y eso se tradujo enseguida en un impacto fuerte a la población en pues todas las enfermedades relacionadas con la mala alimentación por exceso, es decir, obesidad, diabetes, hipertensión, dislipidemias y otras”.

 

Con la firma del Tratado de Libre Comercio en 1992, incrementó  la publicidad de alimentos ultraprocesados y comida chatarra

 

 Entre los años 80 y 90, marcas internacionales de comida ultra procesada como Coca Cola, Pepsi, Nestlé, Cheetos y Doritos , junto con nacionales como Grupo Bimbo, se convierten en parte fundamental de la cultura alimentaria mexicana de la época.

 

Al mismo tiempo, el país enfrentaba problemas de desnutrición infantil, especialmente en áreas rurales, según datos de las Encuestas Nacionales de Alimentación realizadas entre 1979 y 1989.

 

La desnutrición histórica en espacios rurales y el incremento en la publicidad de alimentos ultraprocesados, por la firma del Tratado de Libre Comercio en 1992, marcan el inicio de la crisis de salud en México, señala Guillermo Bermúdez, periodista y divulgador de ciencia. 

 

“Coincide el incremento de la obesidad y las enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares con la firma del TLC. El TLC les abre la puerta a la industria de la chatarra que ya de por sí teníamos abierta, pero se da un crecimiento muy muy pronunciado de este fenómeno”.

El comienzo del aumento de obesidad en adultos y niños 

 

La epidemia de sobrepeso comenzó con las personas adultas y luego en poblaciones más jóvenes. Fue a través de estudios especializados en las escuelas, que los investigadores observaron una gran prevalencia de obesidad en las infancias mexicanas. 

 

Después de las alertas de salud en la población desde los años 80, los primeros intentos por hacer políticas públicas contra este problema sucedieron en el sexenio de Vicente Fox

 

En su sexenio, con Julio Frenk Mora al frente de la Secretaría de Salud, el país adoptó la Estrategia Global sobre Régimen Alimentario y Actividad Física de la Organización Mundial de la Salud, órgano que desde 2002, recomendó a los estados implementar medidas urgentes para poner freno a la crisis de salud a nivel mundial.

 

El intento por reducir el consumo de refrescos 

 

El primer movimiento fue reducir el consumo de bebidas azucaradas como los refrescos, después de que su consumo se disparó entre 1999 y 2006. Sin embargo, las medidas fueron laxas y el gobierno de Vicente Fox permitió que la industria de la chatarra entrara sin restricción a las escuelas, explica el investigador y periodista de ciencia, Guillermo Bermúdez.

 

“Resulta que su secretaria de educación, en aquel entonces Josefina Vázquez Mota, le abrió la puerta de par en par a la industria de los alimentos entre comillas que digamos comestibles y bebidas azucaradas porque hizo un convenio con las refresqueras para poder distribuir al interior de esto”.

 

Estas incongruencias en las políticas e iniciativas de salud pública, continuaron en el sexenio de Felipe Calderón, cuando un grupo de expertos del Instituto Nacional de Salud Pública determinó que la mejor bebida era el agua simple. 

 

Sin embargo, el cabildeo político por parte de algunas de las principales empresas de alimentos procesados como Coca Cola, a cargo de Carlos Salazar Lomelín; Grupo Bimbo, dirigido por Daniel Servitje Montull y PepsiCo encabezado por Pedro Padierna, todas pertenecientes al Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo en México, frenó esta y otras iniciativas.

 

Así lo explica el doctor e investigador del Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán, Abelardo Ávila Curiel

 

“Hay una resistencia brutal inducida justamente por estos grupos, básicamente con México, con sus cabilderos, con sus diputados, con sus legisladores, con sus funcionarios y fueron colocando, bueno, hasta colocaron un presidente de la república que estuviera completamente identificado con sus intereses”.

Industria logró mantener jugos y yogures calóricos en escuelas, pese a salida de refrescos

 

Otro año crucial fue 2010, durante el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa. Las secretarías de Salud y de Educación Pública, en colaboración con el Instituto Nacional de Salud Pública, elaboraron los lineamientos para la venta de alimentos y bebidas en los planteles de educación básica. 

 

El grado de penetración de la industria en los espacios gubernamentales y de toma de decisiones es tal, que permitieron su participación en el diseño de los lineamientos. Aunque las empresas no pudieron impedir que los refrescos salieran de las escuelas, sí lograron conservar jugos y yogures con alto contenido calórico.

 

También se determinó que el problema de salud no eran los alimentos, sino las cantidades, lo que dió origen a las llamadas chatarritas”, es decir, a la reducción de las porciones de comida ultraprocesada en las escuelas.

Para 2013, en el sexenio del priísta Enrique Pena Nieto, se desarrollaron los lineamientos de la Estrategia nacional para la prevención y el control del sobrepeso, la obesidad y la diabetes, donde se regularían las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la publicidad, el etiquetado, así como los alimentos de las escuelas y los impuestos. 

Sin embargo, para actores de la sociedad civil como Alejandro Calvillo, del Poder del Consumidor, estas modificaciones fueron muy a modo, diluídas en la práctica y, nuevamente, en favor de la industria. 

 

“Lo presenta eh Peña Nieto, ¿no? Eh, lo presenta ahí en el Instituto Nacional de la Nutrición, un acto así protocolario inmenso, ¿no? Y al lado de él está sentado el director regional de Coca-Cola. ¿no? Dice, “Bueno, ¿qué? ¿Qué tenía que hacer ahí?”.

 

Hacia finales del sexenio, organizaciones, activistas , especialistas e instituciones públicas  pusieron énfasis en la urgencia de contar con espacios, voces y decisiones políticas que dieran solución al problema de salud así como en la incertidumbre sobre lo que vendría para el sector en el nuevo sexenio de quién sería el próximo presidente, Andrés Manuel López Obrador.

 

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