Más de 30 años de la privatización de la banca: errores y lecciones

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A más de 30 años de la privatización de la banca, la cual tuvo el fin de vender los bancos “al mejor postor”, especialistas comentan que seguimos viviendo las consecuencias.

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Escucha el especial con la producción de Saraí Coronel.

Jessica Martínez

 

Aquel 1 de septiembre de 1990, durante su segundo informe de gobierno, el expresidente Carlos Salinas de Gortari explicó el objetivo detrás de las iniciativas para lograr la privatización de la banca, alcanzadas sólo cuatro meses antes en el Congreso de la Unión:

 

“Un Estado excesivamente propietario, con tantos recursos inmovilizados en la banca, era inadmisible cuando existen tantas necesidades que atender. Ahora, esos recursos y los que ya no tendrán que gastarse para modernizar a los bancos, servirán a la estabilidad y darán respuesta a las demandas más sentidas de la población”.

 

La reforma al sistema bancario que aprobaron en mayo e incorporaron a la Constitución en junio de ese año, constituyó un cambio estructural en el sistema financiero del país. Con ella, los bancos regresaron a manos privadas, después de haber sido nacionalizados en 1982.

 

A más de tres décadas de esta decisión, especialistas señalaron que, aunque el objetivo de la privatización de la banca pretendía la modernización del sistema bancario, incrementar la eficiencia y fomentar la competencia, dejó estragos.

 

 

El esquema privatizador

 

La reforma constitucional de 1990 para la privatización de la banca en México consistió en un conjunto de cambios legales y estructurales. Lo anterior, para devolver el control de los bancos al sector privado, suprimiendo el carácter de servicio público de la actividad bancaria que quedó establecida durante su nacionalización en 1982.

 

Así, 18 bancos regresaron a manos de inversionistas nacionales y extranjeros:

 

    Banco Nacional de México (Banamex).
    Banco de Comercio (Bancomer).
    Banco Serfín.
    Banco Internacional.
    Banco Somex.
    Banco Comercial Mexicano (Comermex).
    Banca Confía.
    Banca Cremi.
    Banco Unión.
    Bancrecer.
    Banco del Atlántico.
    Banpaís.
    Multibanco Mercantil de México.
    Banca Promex.
    Banco del Centro (Bancen).
    Mercantil del Norte.
    Banco de Oriente (Banorie).
    Banoro.

 

 

Las consecuencias

 

En la privatización de los 18 bancos, los compradores carecían de experiencia bancaria y utilizaron los recursos de los propios bancos para financiar su compra. Esta situación generó prácticas irresponsables de crédito y, en pocos años, el sistema bancario enfrentó una crisis.

 

Para Enrique Díaz Infante, director de Sistema Financiero en el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), aunque la privatización de la banca tuvo sus aciertos al demostrar que no era conveniente un Estado banquero, el mayor desacierto apuntó hacia la manera en que se llevó a cabo la venta de los bancos, ya que, los entregaron al mejor postor.

 

Infante agregó que, entre los objetivos de la comercialización de los bancos –que previamente estaban en manos del gobierno–, también buscaron obtener ingresos para disminuir la deuda pública. Sin embargo, al no analizar los proyectos de los compradores, la operación de las instituciones bancarias no resultó favorable para el país:

 

“No se revisó cuál era el proyecto de los nuevos banqueros. Entonces, eran banqueros, neobanqueros, la mayoría, casi todos casabolseros y no necesariamente con un proyecto claro de cómo iban a operar esos bancos.

 

Y para adquirir esos bancos se sobreendeudaron. Se entregaron créditos mal otorgados, una gran parte de estos sin análisis de riesgo, sin las garantías suficientes. Y además, muchos de ellos fueron destinados a pagar los bancos mismos que se estaban adquiriendo”.

 

Por su parte, Carlos Alberto Bautista Pérez, especialista de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, sugirió que el problema fue que entregaron los bancos a personajes cercanos al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, quienes no supieron manejar las instituciones:

 

“Cuando se hizo esa privatización, se hizo prácticamente con amigos del presidente (Carlos Salinas de Gortari). Ese es el problema. Prácticamente a uno de sus amigos se le dio uno (de los bancos), a otro de sus amigos le dio otro y así sucesivamente. Y eso, la verdad, a la larga sí afectó al propio país.

 

A final de cuentas, es bueno que el propio presidente también se dé una idea de que no es bueno llegar a invertir en las empresas privadas, en ese caso los bancos, pero tampoco fue bueno que llegara a dárselo a ciertos amigos”.

 

 

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¿Fobaproa al rescate?

 

Después del mal manejo de los bancos en manos privadas, en 1995, fue cuando se echó a andar el Fondo de Protección al Ahorro (Fobaproa). Un mecanismo con el cual el Estado tuvo que rescatar a los bancos, adquiriendo una deuda para las finanzas públicas que actualmente se sigue pagando.

 

Por ello, Noemí Levy Orlik, académica de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comentó que lo inquietante del rescate de los bancos fue la falta de transparencia:

 

“El rescate de la banca, no había opción de no hacerlo. El sistema capitalista tiene que operar con bancas. Entonces, para que el sistema capitalista no quiebre, si me encuentro con una crisis generalizada en la banca, la rescato. El problema es cómo se hizo el rescate: decían que querían cuidar los ahorros de los mexicanos, pero realmente lo que cuidaron fue el capital de los grandes capitalistas.

 

Me llama mucho la atención hoy día con todo este discurso de la transparencia, no hubo absolutamente ninguna transparencia. Rescataron a los grandes bancos, rescataron a los amigos y con créditos que eran ilegales, como préstamos a sí mismos”.

 

La académica puntualizó en la necesidad de revisar el caso del Fobaproa para aprender sobre lo que no se debe repetir en la historia de México:

 

“Yo sí creo que habría que sacar a la luz todo lo que se sabe de cómo se gestionó ese rescate, para no volverlo a hacer de esa manera de nuevo. Creo que tiene que quedar una lección muy clara en la gente: ‘Miren, esto hicieron con los intereses y esto ocasionaron”.

 

 

Las lecciones

 

Pese a las consecuencias, el especialista Carlos Bautista Pérez destacó que, el hecho de que hoy en día los bancos tengan diferentes dueños, abona a la competitividad entre las instituciones bancarias. Por ello, consideró que una de las grandes enseñanzas de la privatización bancaria se centra en que el Estado no debe poseer empresas. Así, en caso de pérdidas, el cargo va al erario:

 

“Tal vez lo que mejor ha pasado hoy en día es la competencia. El mejor ejemplo es el siguiente: cuando una persona quiere abrir una cuenta en el banco, va comparando en varios bancos a ver cuál le conviene; si quiere sacar una tarjeta de crédito se mete a internet a ver qué banco ofrece las mejores tarjetas de crédito.

 

De esta manera, al llegar a haber tanta competencia, hace que precisamente todo mundo se ponga las pilas y así den mejor servicio”.

 

En tanto, Wesley Colin Marshall, investigador del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Iztapalapa, aseguró que uno de los desafíos que prevalece tras la privatización de la banca es lograr créditos asequibles y de mayor cobertura para los intereses nacionales.

 

A pesar de que en México se cuenta con una banca rentable, dijo, no otorga créditos a la mayor parte de la población:

 

“La buena lección que ya tenemos en más de 20 años con la banca completamente extranjerizada, es que no está funcionando para la economía mexicana. Está funcionando muy bien para algunos intereses privados, pero para la economía en general, no está funcionando para nada y la banca es muy importante.

 

El crédito es lo que hace girar al mundo capitalista, y al final de cuentas, estamos inmersos en el capitalismo en México”.

 

Actualmente, en México, el 80% de los activos financieros está en manos de la banca extranjera, la cual tiene un constante crecimiento en sus ganancias. Sólo el año pasado, los bancos lograron otro récord en utilidades al alcanzar 288 mil 340 millones de pesos, 1.4% más que en 2023.

 

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