Si hay un animal que puede ayudarnos a mejorar en el campo de la medicina regenerativa, ese es sin duda el ajolote (Ambystoma mexicanum). Este simpático animal tiene la capacidad de promover la regeneración de extremidades e incluso órganos internos enteros cuando los pierde. Es algo que se sabe desde hace muchísimos años. Por eso, al igual que otros animales, como la salamandra, lleva mucho tiempo en el punto de mira de los científicos. Ahora, sin embargo, se ha hecho un nuevo hallazgo que supone un paso de gigante en la búsqueda de tratamientos que nos permitan imitar al ajolote.
Y es que sabíamos lo que logra el ajolote, pero no cómo lo logra. Ahora, un equipo de científicos de las Universidades de Northeastern y Kentucky ha localizado cuál es la molécula que indica a los fibroblastos dónde deben trabajar para llevar a cabo la regeneración de extremidades. Además, han comprobado cuál es el truco para que se forme justo la parte que falta. Si la lesión se produjo en el hombro, un brazo entero. Si ocurrió a la altura del codo, solo a partir del antebrazo.
Algo que también ha llamado la atención de los autores de este estudio es que los humanos tenemos las mismas células y moléculas. Es decir, tenemos todo el material para llevar a cabo la regeneración de extremidades del ajolote. El problema es que parece que unos y otros tenemos una transmisión de señales diferente. Ahí está la clave. El hilo del que deberán tirar de aquí en adelante. No está todo conseguido, pero han dado un paso de gigante.
Los trucos del ajolote para la regeneración de extremidades
Estos científicos han comprobado que el ácido retinoico es vital para que se produzca la regeneración de extremidades en el ajolote. Sí, el mismo que llevan algunos cosméticos para promover la regeneración de la piel. En el fondo no debe sorprendernos.
Lógicamente, la regeneración de extremidades es algo mucho más complejo. Estos científicos comprobaron que el truco está en el gradiente. El ácido retinoico se encuentra en las extremidades del ajolote siguiendo un gradiente de mayor a menor concentración a medida que se aleja del cuerpo. Por ejemplo, a la altura de lo que sería el hombro tiene una gran cantidad de ácido retinoico y una concentración reducida de la enzima que se encarga de degradarlo. A medida que descendemos por su pata hasta llegar a los dedos, ocurre lo contrario. La concentración de ácido retinoico disminuye y la de la enzima que lo degrada aumenta.

Así, cuando se produce una lesión, los fibroblastos reciben señales que variarán dependiendo de la concentración de ácido retinoico que quede disponible. Cuanto mayor sea, más arriba se habrá producido la lesión. Es algo super eficiente que se ha confirmado en el laboratorio.
¿Y qué pasa con los humanos?
Los humanos tenemos el ácido retinoico y los fibroblastos. Disponemos de todo lo necesario para la regeneración de extremidades. Sin embargo, cuando un humano pierde una extremidad solo se forma una cicatriz de colágeno en la zona de la lesión. Nada más. Esto, según han indagado los autores del estudio, parece deberse a que las señales que se envían y la interpretación que hacen de ellas las células es distinta.
Por eso, en una segunda fase de su investigación quieren centrarse en el estudio de estas señales. Tanto las emitidas por los humanos como las del ajolote. Así, quizás, llegue un día en que podamos regenerar un brazo completo. Ahora parece ciencia ficción, pero el ajolote, con todos sus memes y esa carita tan simpática, podría estar dándonos la clave.
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