Tradicionalmente, pocos de los que se alistaban en el ejército amasaban una fortuna comparable a la de los hijos primogénitos de la clase alta. Sin embargo, durante las guerras napoleónicas (1803-1815), algunos se hicieron ricos, especialmente los oficiales de la Marina que se llevaron una parte del botín saqueado a los franceses.
En Persuasión, su protagonista, Anne Elliot, acepta la propuesta de matrimonio de Frederick Wentworth, un marinero de bajo rango. Los allegados de Anne la obligan a romper el compromiso. Ocho años más tarde, Wentworth regresa de la guerra como capitán con una gran fortuna y finalmente se casa con la protagonista.
Convertirse en clérigo era otra opción para un segundo hijo. En la Inglaterra de la Regencia, el clero anglicano gozaba de gran prestigio y se movía libremente entre las clases sociales. Con las conexiones adecuadas, idealmente un mecenas de las altas esferas de la aristocracia, un clérigo podía obtener una parroquia o capellanía, junto con una casa y unos ingresos seguros, aunque modestos.
Sin embargo, algunas jóvenes seguían mostrándose escépticas ante los pretendientes eclesiásticos. En Mansfield Park (la tercera de las novelas de Austen que se publicaron en vida de la autora, en 1814), Edmund Bertram, el segundo hijo de un rico terrateniente, decide que a los 24 años se ordenará sacerdote y dirigirá una parroquia en las tierras de su padre.
Edmund está enamorado de la carismática Mary Crawford, que no parece impresionada: “Así que va a ser clérigo, señor Bertram. Es toda una sorpresa para mí”, le dice ella. Él responde: “¿Por qué le sorprende? Debe suponer que estoy destinado a alguna profesión y se dará cuenta de que no soy abogado, ni soldado, ni marinero”. Pero la opinión de Mary es categórica: “A los hombres les gusta distinguirse, y en cualquiera de las otras profesiones se puede alcanzar la distinción, pero no en la Iglesia. Un clérigo no es nada”.
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