“Nos ganamos esas plazas con sudor y entrenamiento, viajamos, competimos, vencimos y clasificamos… y ahora simplemente nos las quitan”, dice Elliott Barrett, con voz firme y molesta desde Italia, donde él y sus compañeros continúan con su preparación a pesar de haber sido excluidos de manera abrupta de los Juegos Panamericanos Juveniles de Asunción 2025.
Barrett, nacido en California pero criado toda su vida en Mexicali, tiene 20 años y es una de las figuras más destacadas de la esgrima juvenil mexicana. Ha sido seleccionado nacional en más de cinco ocasiones, campeón nacional en múltiples torneos y ha representado al país en competencias panamericanas y mundiales.
Hoy, junto a otros cinco atletas, denuncia una injusticia que amenaza con convertirse en uno de los mayores escándalos deportivos del año: la supuesta reasignación arbitraria de las plazas que ganaron legítimamente en el Campeonato Panamericano Juvenil.
El camino legítimo
El proceso de clasificación, según detalla Barrett, fue claro desde el inicio: el manual oficial de Panam Sports indicaba que el único evento clasificatorio para los Juegos Panamericanos Juveniles sería el Campeonato Panamericano Juvenil en Asunción, Paraguay, celebrado del 22 de febrero al 2 de marzo de 2025.
“Allí fuimos los mejores. Clasificamos nominalmente, es decir, cada plaza fue ganada por nombre y apellido, no por país”, explica Elliott. “Consulté con entrenadores y atletas de otros países. Todos confirmaron que sus plazas fueron respetadas tal como marca el reglamento. Entonces, ¿por qué en México es distinto?”
El manual especifica que las pruebas son individuales, con clasificación para los primeros 14 lugares por arma y rama. No se contempla que un país pueda reasignar internamente las plazas ganadas por sus atletas; si un clasificado no puede asistir, la plaza se pierde o se ofrece al siguiente mejor ubicado de otro país, nunca a otro atleta del mismo equipo nacional.
La ruptura institucional
Sin embargo, tras la competencia en Paraguay, el conflicto se encendió cuando el Comité Olímpico Mexicano (COM), encabezado por María José Alcalá, desconoció a los seis clasificados y decidió reemplazarlos con atletas seleccionados a través de un proceso paralelo, organizado por Jorge Castro Rea, expresidente de la Federación Mexicana de Esgrima (FME), quien actualmente está desconocido por la Federación Internacional de Esgrima (FIE).
“El COM dice que el evento clasificatorio se realizó con la federación nacional reconocida por la FIE. Pero eso es falso”, afirma Barrett. Y no es solo una opinión: una carta oficial firmada por el presidente interino de la FIE, Abdelmoneim Elhusseiny, fechada el 18 de julio de 2025, declara explícitamente que la FME no es reconocida y carece de autoridad para organizar eventos internacionales.
Por ello, la FIE nombró un Comité Ad Hoc, encabezado por Olga Lara, para gestionar la esgrima mexicana de forma temporal. “Gracias a Olga pudimos asistir al Mundial. Ha hecho más por nosotros en dos años que Jorge
Castro en dos décadas”, señala el esgrimista.
Entre la política y el ego
Para Barrett y sus compañeros, el fondo del problema va más allá del malentendido administrativo: se trata de un conflicto de poder. “Esto no es un tema de atletas contra atletas. El problema son los directivos, los que siguen protegiendo a alguien que ha dañado a generaciones enteras de esgrimistas”.
Mientras el COM afirma haber seguido los lineamientos de Panam Sports, los hechos dicen lo contrario. El evento clasificatorio válido fue uno solo, y los boletos fueron ganados legítimamente por quienes compitieron y triunfaron ahí. Reemplazar a esos atletas por otros que no participaron o no clasificaron, sin justificación reglamentaria, equivale a borrar sus logros y sueños con un plumazo burocrático.

Los que sí deberían ir
“Seguimos entrenando como si fuéramos a competir. No porque nos ilusione una fantasía, sino porque hicimos lo que se nos pidió: clasificar. Eso no nos lo pueden arrebatar tan fácil”, dice Barrett, quien todavía confía en una resolución justa.
Los seis atletas afectados representan lo mejor del semillero olímpico mexicano. Han competido en mundiales, están rankeados a nivel internacional y tienen la vista puesta en Los Ángeles 2028 e incluso en los Juegos Olímpicos del 2032. Quitarles este evento sería cortar el primer gran escalón de ese camino.
“El deporte no se trata de egos ni de proteger estructuras caducas. Se trata de llevar a los mejores, a quienes se lo ganan en la pista. ¿Cómo esperan que México tenga futuro si boicotean a sus propios talentos?“, cuestiona.
La pregunta que queda
Las contradicciones del discurso oficial se acumulan: el COM habla de “transparencia”, “legalidad” y “desarrollo”, pero en los hechos respalda a un actor sin reconocimiento internacional, viola el reglamento de Panam Sports y sacrifica a los atletas que cumplieron con todos los requisitos.
La pregunta final es tan incómoda como inevitable: ¿Qué vale más para el deporte mexicano: la justicia deportiva o los intereses políticos?
Para Elliott Barrett y sus compañeros, la respuesta está clara. Y no se rendirán hasta que también lo esté para el resto del país.
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