En la Federico Engels se estudia inglés cuando aparece el profesor asignado

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By ndh
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Matanzas/Este viernes todavía quedaban cupos para matricular en la escuela de Idiomas Federico Engels, en la ciudad de Matanzas. Para el período académico 2025-2026 está previsto que se impartan los primeros niveles de inglés, portugués, alemán, ruso y francés. En la entrada, Wilber, de 22 años, aguarda impaciente. “Tengo pensado reunirme con mis padres en Estados Unidos, por eso quiero tomar por lo menos un básico que me permita tener un conocimiento elemental de la lengua inglesa”, explica a 14ymedio, mientras espera a alguien autorizado para formalizar su inscripción.

Aunque la escuela posee un nombre propio, no cuenta con una sede estable. Tras rotar por varias instalaciones, actualmente funciona en el Preuniversitario José Luis Dubroq, antiguo Instituto de Segunda Enseñanza, ubicado en la calle Dos de Mayo. “Para mí el horario que tiene la escuela, de cinco a siete de la noche, es un problema, pero por tal de aprender yo hago lo que sea necesario, como si tengo que pagarle dinero aparte a los profesores”, asegura el joven, convencido de que llegar a otro país con un mínimo de inglés es una ventaja.

La mayoría de los alumnos son jóvenes que ya pasaron por las aulas de secundaria y preuniversitario, donde el inglés es obligatorio, pero reconocen que lo aprendido fue poco. “Me da pena decirlo, pero yo hice seis semestres de inglés entre la secundaria y el preuniversitario pero no puedo ni mantener una conversación básica, aprendí muy poco”, admite Wilber. Él mismo recuerda las razones: “Se perdieron muchos turnos de clases porque no tenían maestros y los que tuve tenían un nivel muy bajo o duraban poco frente al aula. Recuerdo una profesora que hablaba muy bien el inglés pero solo nos duró una semana porque le llegó la visa para emigrar y se fue”.

Tras rotar por varias instalaciones, actualmente funciona en el Preuniversitario José Luis Dubroq, antiguo Instituto de Segunda Enseñanza, ubicado en la calle Dos de Mayo.
/ 14ymedio

Hace una década, con el deshielo entre Washington y La Habana, el inglés fue presentado como urgencia nacional. En 2015, el diario Granma destacaba que “como prioridades en la educación se mantienen en este curso la enseñanza de la Historia de Cuba y de la lengua materna (español), así como el dominio del idioma inglés”. La directriz contrastaba con lo vivido en los años 70, cuando el idioma ruso desplazó al inglés en las aulas. Incluso Raúl Castro, durante una cumbre de la Celac, llegó a admitir la necesidad de que “el próximo (presidente cubano) debe hablar inglés. Es una necesidad para nuestro país, no sólo por las proximidades de los vecinos del Norte; si fuera por eso, preferíamos ser mudos”.

El entusiasmo oficial, sin embargo, se apagó y tampoco el gobernante Miguel Díaz-Canel domina la lengua inglesa. Muchos jóvenes que desean aprender el idioma optan hoy por profesores particulares, con precios muy superiores pero con mejores resultados. La escuela Federico Engels exige a los aspirantes carné de identidad, certificado de 12 grado y una carta del centro de trabajo o de la Federación de Mujeres Cubanas. La noticia fue un jarro de agua fría para Wilber, que vive de la remesa que recibe de su familia. “Esto me parecía muy fácil para ser verdad. Así que nada más tienen derecho a hablar otro idioma las personas que trabajan para el Estado”, protesta. Aun así, insiste en convencer a la profesora encargada de recopilar los documentos, decidido a no renunciar a su objetivo.

El costo oficial es de apenas 20 pesos mensuales, muy por debajo de lo que cobran los maestros privados. Pero el beneficio se diluye en la falta de calidad. Ailed, estudiante de Ciencias Médicas, lo explica así: “A la escuela solo pueden entrar personas mayores de 17 años, pero mis padres con un dinero adicional consiguieron que mi hermana entrara el curso pasado sin contar con la edad mínima requerida. Nunca tienen horario ni aula fija, pues dependen de la disponibilidad que tenga el centro docente que presta su espacio, en este caso, el Preuniversitario”.


Para muchos, el interés en aprender idiomas está ligado al deseo de emigrar, no a la obtención de un certificado sin validez fuera del sector estatal

El caos organizativo se suma a la falta de profesores y recursos. Aunque el plan establece clases de lunes a viernes, el cronograma casi nunca se cumple. “Para aprender idiomas es esencial apoyarse en audiovisuales, pero en la escuela de idiomas todavía están a la vieja usanza, con la tiza, el borrador y la pizarra como únicos medios auxiliares”, lamenta Ailed, que terminó contratando un profesor particular. “En un trimestre he aprendido lo que mi hermana recibió en seis meses. Al final ella tuvo que hacer lo mismo que yo. Desgraciadamente, lo barato sale caro”.

La Federico Engels tampoco ofrece cursos intensivos ni programas avanzados. Para muchos, el interés en aprender idiomas está ligado al deseo de emigrar, no a la obtención de un certificado sin validez fuera del sector estatal. La baja matrícula lo confirma. “Muchos de los profesores que están en la escuela imparten también a sus clientes de manera privada. Entonces sí lo hacen con toda la profesionalidad que requiere y se ganan su dinero por debajo del telón. Eso también es comprensible”, admite Ailed.

En las aulas de la Federico Engels, los pupitres todavía esperan alumnos. Lo que no está claro es si, con esas condiciones, habrá quien quiera ocuparlos.

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