Conoce los testimonios de periodistas que, pese a ser también víctimas, vieron en su profesión la forma de ayudar durante el sismo de 1985.
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Carolina López Hidalgo
Los micrófonos del IMER fueron abiertos a la ciudadanía que necesitaba informar su estado, condición y necesidad, fue una fuente de información preponderante por su alcance con la XEB y la onda corta de Radio México Internacional, como lo recuerda el reportero Oscar Navarro.
“El IMER fue prácticamente el conacto por la onda corta, por Radio México Internacional, entonces era la frecuencia y hablaban de todo el mundo y preguntaban por sus familias. La gente fue muy solidaria, en ese tiempo, me acuerdo mucho que le llevaban la comida a los que estaban de rescatistas, gente de todo tipo. Veías los edificios colapsados para donde voltearas. Cuando hacía los reportes, la gente se acercaba porque nos dieron entonces unas camionetas, hacíamos transmisiones por frecuencias de banda civil y se nos acercaban y nos preguntaban, ‘Oiga, por favor, tengo un familiar en la colonia tal o en Baja California´”
La XEB, por su parte, tenía un alcance nacional con los 120 mil watts. Eso ayudó a que, al interior del país, supieran de las necesidades de los capitalinos, de sus parientes, de sus amigos y familia. Así lo cuenta el conductor Enrique Lazcano.
“Las calles eran una barbaridad. Yo llegué ahí a Margaritas y entonces estaba articulando todas las señales a una, a una sola, que era seguramente la red grande de México y lo que estábamos haciendo era servir de enlace. A ver, tal persona dice que está bien allá en tal lugar a su familia mental empezaba a llegar toda esta clase de ayuda, que fueron momentos muy duros, la gente llevaba lo que podía. Recuerdo una persona que llegó y venía desde Ojo de Agua, una anciana llevaba en una caja de cartón una lata de sardinas y le dije, señora, ¿cómo se va a regresar?” Me dijo, no, pues ahorita en camioneta”.
En el Sistema Nacional de Noticiarios, la crónica fue el género que los periodistas utilizaron para narrar lo que sus ojos miraban. Fue el caso del reportero Mario Antonio Morales.
“No puedo imaginar cómo logramos levantar toda la información, pero era literalmente a través de un estilo periodístico, de un género periodístico que era la crónica. Dábamos privilegio a la crónica porque no podías hablar de número de fallecidos, no podías hablar de número de edificios caídos, es decir, ibas narrando lo que tú ibas encontrando a tu paso. Era una narrativa a través de una crónica, de ahí yo tomé el gusto por este género periodístico de la crónica y lo sigo realizando y es el que más me encanta porque aprendí que parte precisamente de esta máxima de un periodismo que debes ver lo que quizás con todo y la tragedia muchos no veían, o escuchar lo que en ese momento con todo y lo que significaba este fenómeno tampoco escuchaban y entonces ahí, esa era la labor de un periodista que era básicamente muchos testimonios los que que recopilábamos con nuestras grabadoras, mucho testimonio de dónde estaban, de qué había pasado, a quién encontraban, de cómo se sentían”.
Estar en la calle, sin comer, y dormir poco; sin sentir al cuerpo, pero sí al oficio. Oscar Navarro continuó con su narración. Fue el primero en entrevistar al presidente Miguel de la Madrid. Estuvo de guardia en distintos edificios y miró el desconcierto de la gente.
“Me tocó ver en un camión normal de transporte de turismo, ahí venían el presidente en ese entonces Miguel de la Madrid y el jefe de la policía. Iban haciendo un recorrido y corría a entrevistarlo del estado mayor y a mí me agarraron de la cintura y me jalaron y no me dejaban, pero yo como pude lo entrevisté lo primero que le pregunté qué estaba pasando y callado, todo el mundo estaba conmocionado, todavía no sabía qué estaba pasando, y ya le pregunté si se iba a implementar algún dispositivo y sí dijo más o menos que se iba a hacer, entonces como todavía no llegaban las cámaras de Televisa ni de ningún otro medio. Yo corrí y como en ese entonces pues no había celulares, corrí a hablar al IMER, porque pues eran las primeras palabras del presidente”.
Las ondas radiales daban a conocer lo que se miraba, la solidaridad que se generó con las personas que seguían de pie; fueron días de trabajo sin cesar, como lo describe el operador del IMER y rescatista de la Cruz Roja, Héctor Resendiz.
“Se instalaron, ahora si como se dice, comedores. Mucha gente humanitaria, nos acercaban que la torta, que el sándwich, que el tamal, que el agua, que el café, eso nos mantenía a nosotros vivos.
Principalmente la finalidad del socorrista es llegar a un momento en que tú no tienes hambre, no tienes frío, no tienes sueño, no llueve, no hace calor, te tienes que hacer como que inmune a todo eso. Tu finalidad y tu mentalidad es rescatar, salvar, ayudar hasta donde se pueda”.
Imágenes que tras 40 años, siguen provocando lágrimas, que entrecortan la voz al revivir los instantes de impotencia, de desconcierto, de caos, de miedo que se vivieron aquel 19 de septiembre de 1985, asegura Mario Antonio Morales.
“Atravesamos toda la zona de las costureras, que después pues fue un movimiento enorme social por todo lo que aconteció con ellas. Bueno, pues se debía que la mayor parte ya había entrado a trabajar, estaban en edificios ahí de calles aledañas hacia San Antonio Abad y esos edificios se estaban cayendo y lo más triste fue ver cómo ellas pedían auxilio porque muchos de los edificios estaban tapados por las máquinas, por los telares, por los rollos de tela o algunos tenían rejas para que pues precisamente no sufrieran, pues algún robo sobre estas despachos o estos talleres y entonces les costaba mucho trabajo poder salir, poder bajar de los pisos y algunas eran de cuando empezaban a gritar que necesitaban que las ayudaran y hubo por lo menos dos posturas que recuerdo como cayeron al vacío porque pues era su única forma de decir, me tengo que salvar. Y entonces ahí yo ya empecé a a ver la magnitud, pero fue y no me voy a olvidar nunca cuando llegué exactamente a esa diagonal de 20 de noviembre y ahí volteo y ya no vi esas torres del conjunto Pino Suárez y fue cuando dije, esto ya es de proporciones que no hubiera imaginado.”
Informar con la mayor veracidad, con las crónicas, relatos y voces de los afectados, eso salía al aire. Hasta las oficinas de Margaritas así, de la nada, empezaron a llegar alimentos, palas, medicamentos. La gente confió en el instituto para ser un canal, como lo destacó Mónica Sanchez, entonces Jefa de información del IMER.
“Mandábamos toda la información con los reportes de nuestros reporteros, pero en algún momento no sé cómo de repente pues no solo pasábamos información, también pasábamos reportes de dónde estaban los albergues, los hospitales, dónde se requería ayuda, medicinas, instrumentos de trabajo, picos, palas, medicinas y seres de limpieza, no sé en qué momento. Y de repente también apoyábamos informando a la gente en dónde se encontraba sus familiares heridos o rescatados, en qué albergues o en qué hospitales, transmitir información a nivel internacional, a nivel nacional, sino que también siento yo que dimos nuestro granito de arena para hacer esa cohesión social que se estaba formando en aquellos momentos”.
Por otro lado , los teléfonos no pararon y sirvieron para contactar a personas y a rescatistas, como lo cuenta Enrique Lazcano.
“El IMER tuvo una actuación sensacional. Muy, muy, muy pegada, diría yo, muy cercana a lo que en ese momento necesitaba la sociedad de escuchar. Articular ayuda, todo el tiempo de reconstrucción. Hay una persona que ofende 50 palas. A ver, acá se necesitan 30 palas. Pues todo eso. Había un mundo de gente.
Me acuerdo que todos los escritores los formaron ahí en Margaritsa creo donde estábamos, los formaban y de una parte era lo que se necesitaba y de otra parte lo que se ofrecía. De una parte medicinas que se requerían y de otra parte las estaban mandando. De un lado comida. Fue un momento, yo diría, para el trabajo muy enriquecedor, como comunicador o como periodista, como haya sido. Muy duro en lo personal“.
Los escuchas se comunicaban para pedir información de los heridos o gente extraviada; muchas veces, el personal del IMER tuvo que dar malas noticias.
“Tal vez las escuelas, porque pues eran jóvenes que estaban asistiendo a clases y fueron sorprendidos por un temblor. Llamadas de la gente cuando pedían información de sus familiares, pues en la lista encontrábamos que habían fallecido. Entonces, no era un momento grato, tratábamos de la mejor manera de darles la noticia, porque las llamadas entraban a la redacción y ahí nosotros teníamos las listas de los albergues, de los hospitales, una lista de personas, donde se necesitaba ayuda, esa lista las teníamos nosotros. Eso no era el aire, eso era la acción tras bambalinas. O sea, teníamos que armar la información y aparte de eso, pues brindar ayuda a los ciudadanos, a la gente que desesperada buscaba a sus familiares y nosotros les informábamos y pues a veces ahí aparecía fallecido.”
Fueron miles de historias que conmovieron y que mostraron la importancia de la comunicación y de lo que es la radio ante los desafíos que impone la naturaleza, como lo cuenta Lazcano.
“En realidad el IMER hizo una labor sensacional, El Imer sirvió como el pulador porque pues estaba funcionando el Sistema Nacional de Noticiarios, entonces llegábamos a todas las estaciones del IMER en provincia. Yo recuerdo como una anécdota, que me llaman a mí de donde teníamos como el centro de llamadas, estaban todos contestando las llamadas. Yo estaba en cabina y me dice, te habla una persona del aeropuerto, que es muy importante. Voy y contesto y me dice, ‘señor Lazcano, mire, acaba de llegar un paquete aquí al aeropuerto y dice, urgente para el Sr. Plácido Domingo. Yo sabía que Plácido Domingo estaba en el edificio Chihuahua en Tlaltelolco. Entonces regreso a la estación y le pido, bueno, quien nos esté escuchando cerca de Tlatelolco. Le ruego, si ven al señor Plácido Domingo, al maestro Plácido Domingo, le den el mensaje que se comunique conmigo aquí tengo un recado para él. Y al rato me habla Plcido Domingo. Yo le os cano. Le dije, maestro, le voy a dar un teléfono, hay un paquete para usted urgente en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, puede usted hablarle a tal persona. Me lo agradeció, yo le agradecí. Pero fueron una de las historias que se contaron en esos momentos”.
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