A una semana de la explosión en Iztapalapa sigue en duelo: calles en silencio, negocios cerrados y una comunidad marcada por la tragedia.
Sumario
Natalia Matamoros
A una semana de haberse registrado la explosión de la pipa de gas ocurrida en el Puente La Concordia de Iztapalapa, todavía se respira el luto y la tristeza de una comunidad que no solo fue testigo de lo ocurrido, sino que también ayudó a los heridos que desesperados pedían auxilio.
En las calles hay negocios que permanecen cerrados y solo unos cuantos se encuentran abiertos. En esa comunidad no hubo grito ni festejos por el Día de la Independencia. Las cortinas caídas de los locales y el silencio que se percibe en los callejones, son señales de que el duelo persiste.
Cecilia Hernández, es propietaria de una venta de lubricantes y recuerda que hubo varias explosiones consecutivas. La puerta del baño del local se estremeció y por un momento creyó que se trataba de un temblor.
Por la ola de calor los estantes y las lonas que había colocado afuera se derritieron por la ráfaga de fuego que atravesó parte de la carretera México – Puebla, justo donde se ubica la entrada de su negocio. A los pocos minutos, un joven con la ropa deshecha y con el cuerpo quemado se le acercó para pedirle ayuda. Ella todavía no entendía lo que sucedía y salió a colocarle compresas de agua fría de forma delicada para no empeorar su estado.
Mientras intentaba refrescar sus heridas, escuchó varias voces que a gritos pedían auxilio. Confiesa que esa escenas jamás las olvidará.
“Cuando oímos los gritos lo primero fue reaccionar en ayudar a la gente y empezamos a sacar cubetas con agua porque mucha gente todavía venía prendida. Fue en cuestión de de minuto de de de segundos, no fueron minutos, fueron segundos. Empezamos a sacar agua y a a tratar de ayudar a pues a cortarles la ropa o o a verter un poco de agua pues porque venían todavía en fuego y este Estuvimos ayudando un rato, pero pues sí corríamos peligro porque esto pues es inflamable, entonces este nos dijeron que cerráramos y ya cerramos, yo creo pasaron como 10 15 minutos cuando jalamos la cortina y este y pues ya nos fuimos”
Al escuchar los estallidos Beatriz de la Rosa salió a casa de su madre para ver si se encontraba bien. No tenía conocimiento de lo que ocurría. En el camino observó un panorama aterrador: personas acostadas y caminando con la ropa rasgada pidiendo que les vaciaran baldes de agua fría porque no soportaban el ardor y el calor sofocante que hacía por el fuego. Mientras los heridos pedían auxilio, los vecinos corrían de un lado a otro con baldes.
A un lado los vehículos aparcados, lucían reducidos y convertidos en un amasijo de metal por las llamas.Tras constatar que su madre se encontraba bien, salió a ayudar a los heridos con la entrega de cobijas húmedas y agua. Algunos fueron acostados en la banqueta para esperar la llegada de ambulancias, mientras que otros fueron llevados a los hospitales por particulares, informó De la Rosa.
“Fila de gente llevando y trayendo cubetas de agua para mojar cobijas y demás. Se habló inmediatamente a las ambulancias que esto luego luego se hizo. Pero pues sí fue algo tan impactante, algo tan fuerte el ver a a toda esta gente, porque ni siquiera podía uno pasar de que había gente tirada, gente lesionada, cosas, ropa. artículos como bolsas que la misma gente llevaba. Entonces, yo también me percaté de muchos animalitos corriendo”.
Algunos vecinos cuentan que no pudieron cooperar porque quedaron en shock y aún siguen traumados por lo ocurrido. Ese es el caso de José Luis Sánchez, quien escuchó un ruido parecido a una turbina de avión y pudo ver desde la ventana de su negocio la columna de fuego. Solo alcanzó a cerrar las llaves del gas y a gritar a los vecinos que hicieran lo mismo para que la explosión no tuviera consecuencias más graves.
“Después de la explosión, o sea, yo subí y cerré mi válvula de gas, o sea, por si se extendía más de lo que se veía. Nosotros cerramos, inclusive los vecinos también de enfrente nos dijeron, cierren, ya no trabaje.”
Este martes los vecinos organizaron una misa en memoria de los fallecidos. Aunque algunos intentan retomar la rutina, el ambiente comunitario permanece marcado por la tristeza, la solidaridad y una herida abierta que todavía no cicatriza.
Solidaridad con las víctimas y sus familias
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, presentó un recuento de las acciones emprendidas tras la explosión de una pipa de gas ocurrida en el puente La Concordia, en Iztapalapa, tragedia que ha dejado 20 personas fallecidas.
De acuerdo con el último informe, 28 personas permanecen hospitalizadas en 10 hospitales de la capital, mientras que 36 pacientes han sido dados de alta. Asimismo, una menor de edad fue trasladada a un hospital en Estados Unidos para recibir atención especializada.
Brugada reiteró su solidaridad con las víctimas y sus familias. Informó que se han entregado apoyos emergentes y que se desplegó una red de servidores públicos para dar seguimiento a cada caso, además de solicitar la reparación integral de daños. También adelantó la creación de un comité especial para canalizar donaciones y ayuda directa, con el fin de garantizar transparencia y acompañamiento.
Por su parte la secretaria de Salud de la Ciudad de México, Nadine Gasman, informó que se activó un Grupo Coordinador de Atención en Salud Mental. En donde se tienen registradas a 95 familias para brindarles seguimiento psicológico y de acompañamiento.
Las autoridades capitalinas insistieron en que continuarán con el apoyo médico, social y económico para las víctimas y sus familias, al tiempo que reconocieron la solidaridad ciudadana mostrada en medio de la emergencia.
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