Con muchos jóvenes como tú, la tiranía no dura una semana

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By ndh
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Madrid/“Ya había cumplido mi condena, pero seguía siendo un rehén”, dice Luis Robles en conversación con 14ymedio unas horas después de su llegada a Madrid, el lunes, y tras cumplir cinco años de cárcel en Cuba por caminar en La Habana con una pancarta pidiendo libertad. En la capital española, lo acompañan su madre y su hijo de seis años, mientras su hermano Lester continúa preso en la Isla.

“El objetivo de mi protesta fue romper el silencio”, dijo Robles, porque “no quería ser cómplice de los abusos que se cometen, del hambre… Alguien tenía que hacerlo”. El joven veía que todos a su alrededor pensaban como él, pero el miedo les impedía defender sus opiniones. No se consideraba un político ni un líder, solo un ciudadano harto de guardar silencio ante las injusticias. “Ese día yo decidí romper el miedo”, expresa con voz y mirada firmes, sin perder la humildad y la sencillez que lo caracterizan.

Robles y su madre, Yindra Elizastigui, comentaron sobre la llamada que les hizo desde Cuba el oficial de la Seguridad del Estado encargado de hostigarlos. “Dónde está Luis”, le preguntó por teléfono el oficial en tono de evidente molestia, aunque ya la noticia de su llegada a España circulaba en los medios independientes y las redes sociales. Su madre contestó sin que la voz le temblara: “Usted lo sabe, ya está fuera de Cuba”.


No se consideraba un político ni un líder, solo un ciudadano harto de guardar silencio ante las injusticias

El oficial les recriminaba por no haberle avisado directamente a él sobre la gestión que Robles realizaba para salir del país. A pesar de que ellos conocían su intención de abandonar la Isla, lo presionaban para que cualquier trámite se hiciera a través de ellos, para mantener un control absoluto sobre sus pasos. “Todo el tiempo amenazaban a mi madre conmigo, y a mí con ella. Nos hacían creer que cualquier palabra o acción podía hacer que volviera a la cárcel, a pesar de haber cumplido completa una sanción injusta”, dijo Robles a este diario.

La llamada telefónica dejaba entender que el oficial “Michel” –como se hace llamar– había sido reprendido por sus superiores por no ser capaz de conocer al detalle cada movimiento de Robles y su familia. A pesar de que la maquinaria represiva del Estado vigila y controla a sus objetivos hasta el mínimo movimiento, no siempre funciona de manera tan “engrasada”, como intentan hacernos creer.  

El oficial admitía, en la llamada, que “todo les pertenece”, refiriéndose a Villa Marista y a otros lugares donde Robles debió acudir para realizar sus trámites de salida, pero su incomodidad era no haber sido capaz de ejecutar bien su tarea de seguirle los pasos y enterarse de todo antes que sus superiores. 

Sobre su paso por la cárcel del Combinado del Este, Robles cuenta que defendió su posición como preso político. Jamás aceptó haber cometido un delito, sino ejercer y defender un derecho humano. En la cárcel recibió amenazas, castigos y represión, pero también sintió el respeto de otros presos que admiraban su postura firme. 


Robles cuenta que defendió su posición como preso político. Jamás aceptó haber cometido un delito, sino ejercer y defender un derecho humano

Robles, su madre y su hijo arribaron vestidos de blanco, trayendo consigo la justicia de su causa y el compromiso con los demás presos políticos que siguen en Cuba. Su madre, una guantanamera a quien no le tiembla el pulso para enfrentarse a las injusticias, no deja de pensar en su hijo Léster, quien permanece encarcelado en Cuba en espera de juicio. “En un régimen como el de Cuba cualquier ciudadano corre el riesgo de que le fabriquen un delito”, nos dice, pero no descansará hasta que Léster y el resto de las víctimas de la dictadura también sean libres.

Su madre contó cómo vivió su viacrucis en una rueda de prensa, este miércoles. “Mi vida cambió totalmente desde que mi hijo Landy inició la campaña por la liberación de Luis Robles. Me di cuenta de que fui una prisionera más que tenía que cumplir órdenes”. Empezaron a asediarla en su trabajo, hasta en la escuela de una sobrina fueron a preguntar por Luis. “Fui forzada a dejar mi trabajo en Vivienda en Guantánamo, yo tenía que pedir licencia para poder ir a La Habana a ver la situación de mi hijo, pero todos estos tropiezos que pasamos por lo de Luis me hizo crecerme”. 

“En Cuba predomina el miedo, pero hay muchas personas que sí están en contacto con la realidad y si han descubierto que están ultrajados y no tienen miedo”, añadió. Resaltó además el papel de la familia, el daño que causa el silencio a los que están en las cárceles. “Muchos presos se sienten abandonados por los propios cubanos, ellos alzaron la voz por todos, qué mejor que esos cubanos los apoyen. Somos más que las autoridades, que la Policía, que la Seguridad del Estado”. 


También participó en línea, desde Miami, José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba

La rueda de prensa estuvo organizada y moderada por Javier Larrondo, presidente de la organización Prisoners Defenders. También participó en línea, desde Miami, José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), que destacó la valía de Luis Robles: “Con muchos jóvenes como tú, la tiranía no dura una semana”. Ferrer fue desterrado el mismo día en que Robles llegaba a Madrid. Asistieron además Javier Nart, diputado al Parlamento Europeo, y el abogado español Blas Jesús Imbroda. 

Una representación de la comunidad cubana exiliada recibió agradecida a Robles y a su familia. Varios activistas organizaban desde hacía meses su llegada de manera discreta, para evitar que el régimen impidiera su salida. “Voy a seguir luchando por los que quedan allí, y por que Cuba sea libre”, manifestó el que se hizo conocer como el “joven de la pancarta” y que está decidido a seguir levantando su voz desde España.

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