▲ La Colección Nacional de Helmintos del Instituto de Biología de la UNAM tiene 2 mil 270 especies procedentes de México y 47 países más.Foto Cristina Rodríguez
Eirinet Gómez
Periódico La Jornada
Martes 25 de noviembre de 2025, p. 6
En la Colección Nacional de Helmintos, que alberga 80 mil 400 ejemplares de gusanos parásitos, no sólo se documenta la biodiversidad de estas especies, sino que es clave para realizar investigaciones que ayudan entender y controlar enfermedades en humanos.
“La gente ve una sanguijuela o un gusano y piensa que es algo desagradable, pero en realidad son organismos con una biología fascinante y con funciones ecológicas muy importantes”, dijo a La Jornada, Alejandro Oceguera Figueroa, curador de la colección desde 2014.
La colección del Instituto de Biología de la Universidad Autónoma de México se fundó en 1929 bajo el liderazgo de Eduardo Caballero, el primer mexicano con el grado de doctor en biología por la UNAM. Después estuvo a cargo de Margarita Bravo Hollis y, más tarde, de Rafael Lamothe y Argumedo, fallecido en 2013.
Los ejemplares pertenecen a 2 mil 270 especies procedentes de México y 47 países más.
“A diferencia de la parasitología médica o veterinaria, centradas en los parásitos que afectan a humanos o animales de interés económico, aquí se adopta una mirada biológica y ecológica, donde los parásitos se entienden como parte esencial de la biodiversidad”, señaló Oceguera Figueroa.
“Se estudian no sólo por su relación con las enfermedades, sino como organismos con un papel dentro de los ecosistemas y cuya existencia está entrelazada con otras especies, incluido el ser humano”, agregó.
El laboratorio ha desarrollado varios proyectos sobre parásitos zoonóticos, que normalmente son de la fauna silvestre, pero que pueden parasitar al humano. Entre los más estudiados están los de peces de agua dulce y marinos, anfibios, reptiles, aves y mamíferos silvestres.
“Para cualquier investigador interesado en conocer la diversidad de parásitos en México, ésta es una parada obligada. Cada frasco con parásitos es como un libro en una biblioteca”, comentó.
Aportes a la salud pública
La colección ha contribuido a resolver problemas parasitarios registrados en México. Un ejemplo es la oncocercosis, una enfermedad transmitida por la picadura de moscas negras, muy frecuente en Chiapas, entre 1950 y 1980.
“Los investigadores establecieron el ciclo de vida de este parásito y emprendieron campañas de erradicación. No hay casos desde hace 20 años”, apuntó Oceguera Figueroa.
El proyecto más reciente es sobre la gnathostomiasis, una enfermedad asociada con el consumo de pescado de agua dulce crudo en sushi, ceviche o sashimi. “Las larvas atraviesan el intestino y migran por todo el cuerpo. En México, hubo muchos casos conforme el sushi se popularizó”, explicó Oceguera.
El laboratorio estudió las especies de parásitos y de peces implicadas, y continúan las investigaciones, con resultados que pronto se publicarán.
La colección mantiene comunicación con Smithsonian Institution, en Washington, el Museo Estadunidense de Historia Natural en Nueva York, el Museo de Historia Natural en Londres, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Perú, y el Instituto de Parasitología de la República Checa.
Uno de sus retos es mantener el financiamiento necesario para conservar los ejemplares y las laminillas con preparaciones de microscopio.
“Los parásitos también son parte de la biodiversidad y debemos aprender a valorarlos”, concluyó.
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