El ayuno voluntario, practicado normalmente en forma de ayuno intermitente, es un hábito cuyos efectos se han discutido muchísimo en los últimos años. Muchas personas defienden que es muy beneficioso, ya que contribuye a la pérdida de peso, mejora la sensibilidad a la insulina e incluso parece tener algunos beneficios a nivel cardiovascular. No obstante, muchos detractores apuntan a que puede ser peligroso por la posibilidad de que se produzca una cetoacidosis, así como por sus efectos perjudiciales sobre el cerebro. Para intentar acabar con el debate, al menos en lo que al cerebro se refiere, se ha llevado a cabo recientemente un gran metaanálisis cuyos resultados rompen con muchas creencias.
David Moreau, profesor de psicología en la Universidad de Auckland, Waipapa Taumata Rau, ha hablado sobre este estudio en un artículo para The Conversation en el que se desglosan algunas de sus principales conclusiones.
En resumen, estas apuntan a que el ayuno no es perjudicial a nivel cognitivo para la mayoría de las personas. Pero sí que hay algunas excepciones y es muy importante tenerlas en cuenta.
¿Por qué hay personas que desaconsejan el ayuno intermitente?
El ayuno se define como un periodo largo sin ingerir alimentos. Puede realizarse por motivos religiosos o de salud. Algunas veces de forma involuntaria, en casos de personas que, por desgracia, no tienen nada que echarse a la boca.
Sea cual sea el motivo, nuestro organismo actúa siempre de la misma manera. Normalmente, la energía para llevar a cabo la mayoría de nuestras funciones se obtiene gracias a la glucosa, que se almacena en forma de glucógeno. Esta es nuestra reserva principal de energía. Sin embargo, cuando pasamos mucho tiempo sin comer nos falta glucosa para ir reponiendo el glucógeno que se va utilizando, por lo que llega un momento en el que se gasta.

Llegados a ese punto, nuestro metabolismo da un cambio radical y empieza a usar las grasas como fuente de energía. Emplea tanto las que ingerimos como las que se encuentran almacenadas. Esto, por razones obvias, puede ser útil para perder peso. Además, mejora la sensibilidad a la insulina para aprovechar la poca glucosa que haya disponible. Cuando se hace de forma intencionada suele ser en forma de ayuno intermitente, de modo que las comidas se distribuyen dejando muchas horas entre unas y otras.
El problema del ayuno en general, y por lo tanto también del ayuno intermitente, es a dos niveles. Por un lado, cuando se metabolizan las grasas para obtener energía se generan unos productos conocidos como cetonas. Estas son moléculas ácidas que, en caso de acumularse, pueden acidificar demasiado la sangre, produciendo problemas de salud graves. Esta cetoacidosis ocurre sobre todo en personas diabéticas o que han consumido mucho alcohol. No obstante, también podría ocurrir con un ayuno voluntario muy mal realizado.
Por otro lado, el cerebro necesita mucha energía, normalmente procedente de la glucosa, para su funcionamiento. Como resultado, el ayuno intermitente podría provocar niebla mental o disminución en el rendimiento cognitivo.
¿Qué dice este nuevo estudio?
Todo lo relacionado con la cetoacidosis es cierto. Por eso, cualquiera que quiera realizar un ayuno intermitente o ayunar por cualquier otro motivo debería hacerlo bajo asesoramiento médico o de un nutricionista.
En cuanto al rendimiento cognitivo, para comprobar si realmente se ve tan afectado, se ha llevado a cabo este metaanálisis en el que se analizan 63 artículos científicos, que representan 71 estudios independientes, con una muestra combinada de 3.484 participantes evaluados en 222 medidas diferentes de cognición. La investigación, además, abarca casi siete décadas, de 1958 a 2025.
Curiosamente, al agrupar los datos para su análisis no se encontró prácticamente ninguna influencia del ayuno sobre el rendimiento cognitivo. Los resultados fueron muy similares en las pruebas de rendimiento cognitivo, tanto en las que se evaluaba la memoria como en las que hacían lo propio con la atención y la función ejecutiva.


Solo hubo malos resultados en tres casos particulares…
En primer lugar, sí se vio el efecto negativo del ayuno cuando los participantes eran niños o adolescentes. Sus cerebros están en plena fase de desarrollo y pueden ser aún muy vulnerables al déficit de glucosa.
En segundo lugar, hubo diferencias cuando las pruebas se realizaron al final del día. Esto puede indicar que los efectos del ayuno se intensifican como resultado de los ritmos circadianos.
Para terminar, algo muy curioso es que en las pruebas cognitivas que involucran imágenes de alimentos sí que hubo peores resultados con el ayuno. Puede que normalmente el déficit de glucosa no afecte a nuestro cerebro, pero ponernos comida por delante es la gota que colma el vaso.
Por todo esto, se desaconseja el ayuno intermitente o de cualquier otro tipo a niños, personas cuyo trabajo requiera un gran desempeño mental en las últimas horas del día o cualquiera que trabaje con alimentos cerca. De todos modos, esto hace referencia solo al cerebro. Es muy importante dejarlo claro. Los efectos de las cetonas o incluso del déficit nutricional si no se diseña bien la dieta pueden ser muy graves.
En definitiva, si de verdad quieres someterte a un ayuno intermitente, asesórate con un profesional. Si lo haces muy mal y sin ayuda la niebla mental podría ser el menor de tus problemas.
DERECHOS DE AUTOR
Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://hipertextual.com/ciencia/equivocados-ayuno-intermitente/
