“Las sanguijuelas son aliadas de la medicina, pero en México no se usan por prejuicios”
▲ Muestras de sanguijuelas de la Colección Nacional de Helmintos, del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México.Foto Cristina Rodríguez
Eirinet Gómez
Periódico La Jornada
Martes 11 de noviembre de 2025, p. 5
Las sanguijuelas son reconocidas por su eficacia en la aplicación de injertos en países como Turquía, España, Estados Unidos y Gran Bretaña; sin embargo, su aplicación permanece marginada en México por prejuicios, desconocimiento y falta de regulación.
“Mencionarlas puede causar rechazo, pero cuando un tejido se congestiona y no logra eliminar la sangre que recibe, no existe ningún fármaco o procedimiento quirúrgico que iguale el efecto de una sanguijuela”, afirma Luis Rodrigo Reynoso, cirujano plástico reconstructivo.
Desde un hospital en Perú, al término de una jornada quirúrgica, Rodrigo Reynoso atendió la llamada de La Jornada. “Probablemente soy el único cirujano en México que utiliza sanguijuelas”, apunta, y en seguida cuenta que descubrió la práctica en Turquía, durante su formación.
Después de constatar su efectividad y como parte de su tesis decidió investigar cómo implementarlas aquí. Esa búsqueda lo llevó a ponerse en contacto con Alejandro Francisco Oceguera Figueroa, del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien se dedica al estudio de estos organismos.
“Busqué especies locales, pero las que tenemos aquí consumen muy poca sangre, menos de un mililitro, lo que las hace clínicamente poco eficientes”, explica.
Las sanguijuelas son gusanos pertenecientes al grupo de los anélidos o anillados. Entre las más de 600 especies que existen, la Hirudo medicinalis –proveniente de Europa, Asia y norte de África– es la que más se emplea en medicina por su capacidad para consumir hasta 10 mililitros de sangre.
Su uso terapéutico data de las antiguas civilizaciones, en Egipto, Mesopotamia y Roma Clásica hasta el siglo XX, cuando los avances científicos las hicieron caer en desuso. Hasta que en la década de 1960, un mayor conocimiento de las propiedades de su saliva dio pie a su reintroducción en la práctica médica.
En los años 80 y 90, pioneros en cirugía reconstructiva las utilizaron con el fin de lograr injertos y trasplantes exitosos. Para 2000, su uso se extendió al tratamiento de osteoartritis, artritis reumatoide y artritis degenerativa en Suecia, España y Estados Unidos.
En el caso de los reimplantes de orejas, dedos y fragmentos de piel, Rodrigo Reynoso explicó que es común que no haya suficientes venas que nutran y drenen la zona, por lo cual se congestiona, lo que pone en riesgo extremidades o compromete la salud del paciente.
Ahí, las sanguijuelas funcionan como drenaje vivo, ya que al colocarlas en el área trasplantada se conectan con sus ventosas y comienzan a succionar la sangre. Esto desinflama la zona y permite que el tejido se oxigene; además, liberan una sustancia anticoagulante a través de su saliva.
“Una vez que la sanguijuela se llena, se desprende automáticamente del paciente, pero deja un efecto de anticoagulación en el tejido que permanece por algún tiempo. Eso es muy benéfico para que la zona siga drenando, no se congestione y no muera.”
Tras 10 años de experiencia y más de 20 cirugías en las cuales empleó sanguijuelas, Rodrigo Reynoso destacó tres casos clínicos de éxito: la reimplantación de una oreja a un paciente –zona difícil, debido a la coagulación de los vasos–, el trasplante de un dedo del pie a la mano tras un accidente y la reconstrucción de una nariz luego de una mordedura de caballo.
“Esta terapia normalmente se utiliza por unos cinco o siete días, hasta que el organismo comienza a generar nueva circulación”, explica.
Requieren regulación y protocolos
El experto en cirugía reconstructiva resalta que en los países donde su uso se ha popularizado, como Estados Unidos, su implementación está regulada y cuentan con protocolos, en los que se establece desde el uso de sanguijuelas de laboratorio y su implementación médica, hasta la incineración posterior a su uso.
“Uno de los grandes riesgos que pueden existir es que se infecte el sitio en el que vamos a colocar la sanguijuela, porque tienen unas bacterias dentro de sus estómagos, que podrían salir del tracto digestivo y contaminar el colgajo”. Para atender este inconveniente, se aplica un antibiótico profiláctico, resalta.
Menciona que durante la aplicación de sanguijuelas, ellas suelen desprenderse solas, una vez que están llenas –después de 15 a 30 minutos–, pero en caso de que no sea así o se quiera interrumpir la succión, se debe poner una gotita de agua con jabón o de alcohol, “nunca debe arrancarse, porque podrían quedarse adheridas las ventosas y provocar una infección”.
En México, lamentó Rodrigo Reynoso, el uso de sanguijuelas sigue siendo marginal, debido a tres obstáculos: no hay granjas, protocolos ni regulación. “Cuando intenté introducirlas formalmente, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios me detuvieron porque pensaban que quería liberar una especie exótica”, recordó.
El cirujano subraya la necesidad de que se hagan reformas en la ley, para que sean reconocidas como dispositivos médicos y a partir de ahí se acredite quiénes pueden utilizarlas y cuáles son los protocolos para su uso.
Otra barrera a vencer son las resistencias culturales, porque cuando se plantea al paciente la necesidad de usar sanguijuelas, la primera reacción es de rechazo. “Les da asco, pero les muestro los casos de éxito, les explico que las sanguijuelas provienen de laboratorio, y todo el protocolo que existe para su uso, y acceden”, indica.
“Cuando ven que sólo una sanguijuela puede salvar su oreja o su dedo, cambian de opinión”, agrega.
Rodrigo Reynoso se pronuncia por que el Consejo de Salubridad General y la Secretaría de Salud, en coordinación con asociaciones de médicos, impulsen reformas legales que promuevan la creación de una granja de sanguijuelas debidamente acreditada, y se impulse la capacitación médica.
“Ojalá algún día dejemos de verlas como simples larvas y las reconozcamos como aliadas de la medicina”, concluyó el cirujano.
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