l origen de la banda británica se remonta a la escena “underground” de Londres a principios de los años 70, cuando Malcolm McLaren, propietario junto a la diseñadora Vivienne Westwood de la boutique de ropa ‘Sex’, decidió crear un grupo de rock nihilista.
Esta tienda no solo vendía moda con las confecciones subversivas que definieron la estética punk, sino que fue el punto de encuentro de jóvenes descontentos y foco de la escena contracultural.
El embrión de la banda surgió alrededor de 1972 bajo el nombre de The Strand. Estaba integrada inicialmente por Steve Jones (guitarra), Paul Cook (batería) y Wally Nightingale (guitarra).
En 1975 el bajista Glen Matlock sustituyó a Nightingale y John Lydon, rebautizado como Johnny Rotten por sus dientes deteriorados, se convirtió en el vocalista, tras interpretar con voz áspera la prueba del “I’m Eighteen” de Alice Cooper.
La actitud provocadora y el sonido crudo del grupo en sus estridentes conciertos en pequeños clubes atrajeron la atención de un numeroso grupo de seguidores.
Pero su popularidad mediática se inició en diciembre de 1976 con una entrevista en el programa de televisión ‘Today’. El lenguaje obsceno de los miembros de la banda causó escándalo y su expulsión de la discográfica EMI.

En febrero de 1977, Matlock fue reemplazado por Sid Vicious, que apenas sabía tocar el bajo, pero cuya imagen era la encarnación perfecta de la anarquía punk.
Tres meses después, los Pistols lanzaron su primer sencillo ‘God Save the Queen’, en el que acusaban a la monarquía de ser un “régimen fascista”. Alcanzó el número 2 en las listas de Reino Unido, a pesar de ser prohibida por la BBC.
Virgin Records lanzó en octubre de ese mismo año su primer y único álbum de estudio: ‘Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols’, considerado la obra maestra del punk rock.
A principios de 1978, la banda realizó la desastrosa gira por Estados Unidos que causó su desaparición. Después de un concierto en San Francisco, Rotten anunció que dejaba la banda.
El primer concierto.

El debut oficial de los Sex Pistols no tuvo lugar en un club de rock, sino en la sala de actos de la St. Martin’s School of Art de Londres, un entorno que encajaba perfectamente con el comportamiento irreverente del grupo.
La organización del evento correspondió al bajista de la banda, Glen Matlock, que estaba estudiando Arte en esa universidad. Los Pistols actuaron como teloneros del grupo de punk rock Bazooka Joe.
Aunque la banda británica ya había ensayado en un sótano de Soho y un local de ensayo en Denmark Street, no tenía rodaje ni experiencia. El sonido fue ruidoso y distorsionado.
Rotten mostró su actitud agresiva y conflictiva, retorciéndose y escupiendo al público. Su voz nasal manifestó con una intensidad brutal la rabia de una generación.
El resto de los músicos acusaban la falta de técnica y un repertorio limitado, que incluía varias versiones, pero transmitieron una energía contagiosa.
El debut fue breve, solo tocaron unas pocas canciones en aproximadamente 20 minutos. El primer concierto de la banda no fue un evento masivo, sino una actuación rudimentaria que pasó casi desapercibida.
Sin embargo, con retrospectiva, representó el punto de partida de una de las bandas más significativas del siglo XX y sentó las bases del punk en Reino Unido.
El legado de la banda.

Los Pistols fueron un verdadero fenómeno sociocultural que rompió con las tradiciones musicales, políticas y estéticas de su tiempo.
Musicalmente, impulsaron el movimiento punk en el Reino Unido, consolidando un nuevo lenguaje musical basado en la crudeza sonora, las letras provocativas y la simplicidad instrumental.
Este estilo, reacción al rock progresivo de la época, inspiró el sonido de bandas como The Clash y The Damned e influyó en géneros posteriores como el grunge y el rock alternativo.
Los Pistols popularizaron la filosofía del ‘Hazlo tú mismo’, que rompió con el virtuosismo técnico de la época y supuso la democratización musical.
A pesar de su corta discografía (un único álbum), construyeron verdaderos himnos generacionales como ‘God Save the Queen’ y ‘Anarchy in the UK’.
En la esfera político y social, la banda representó en los 70 la voz del desencanto de una juventud británica deprimida por la crisis económica y el desempleo.
Su mensaje nihilista, que fomentaba la anarquía como crítica al orden establecido, transformó la ira en una explosión de rebeldía.
Consignas ácratas como el ‘No future’ simbolizaron el desafío a la autoridad y a instituciones como la monarquía.
Por último, en el área de la moda y de la estética, la imagen provocadora del punk fue una declaración de inconformismo y rechazo a la pulcritud burguesa y la sociedad de consumo.
Se caracterizaba por la personalización imperfecta: uso de imperdibles para unir piezas, prendas rasgadas y camisetas rotas decoradas con eslóganes políticos a menudo pintados con spray.
Además, empleaban accesorios metálicos inspirados en la estética fetichista: tachuelas, cadenas con pinchos, correas de cuero y hebillas.
A todo esto, se añadía la dureza de las botas militares, el dramatismo del maquillaje oscuro y la transgresión del pelo de punta y las crestas, todos ellos elementos visuales icónicos de la subcultura punk.
La asimilación comercial del punk.
La absorción de la corriente punk por el sistema capitalista es un fenómeno irónico debido a su origen contracultural. Este proceso de apropiación se efectuó principalmente a través de la comercialización de su música y su estética.
De hecho, antes de este fenómeno, la uniformidad de jóvenes adoptando el “look” punk lo convertía automáticamente en una moda. En este sentido Rotten afirmó: “El punk fue acerca de la individualidad, y tan pronto como vi a dos personas vestidas como yo, supe que se había acabado”.
La principal consecuencia de la disolución del mensaje antisocial en productos comercializables fue la pérdida de la esencia del punk.
En primer lugar, podemos observar la banalización del sonido. La industria discográfica asimiló el punk a través del éxito comercial de la evolución artística del género, pero a costa de atenuar su mensaje radical.
La New Wave se hizo accesible mediante la combinación de la energía y espontaneidad del punk junto a melodías pegadizas y bailables (Blondie o Talking Heads).
Asimismo, el punk de mediados de los años 90 (Green Day o The Offspring) mezcló la velocidad del género con estructuras de canciones pop y alcanzó notoriedad en las listas de ventas.
En segundo lugar, la reducción del aspecto visual punk a meros estilismos o productos de consumo masivo, una vez despojados de su significado de protesta.
Elementos como cazadoras de cuero, parches, pantalones rotos, pasaron de ser una declaración de rebeldía a ser tendencias pasajeras vendidas en tiendas de ropa de grandes almacenes.
Camisetas impresas con el logo de bandas emblemáticas como los Pistols y los Ramones se convirtieron en un básico popular de la moda comercial.
ISAAC PÉREZ AROCAS.
EFE REPORTAJES
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