El rítmico clic de las agujas. La suavidad del hilo al deslizarse sobre las yemas de los dedos. La satisfactoria lógica de tejer, repasar y repetir. Tejer, y otros pasatiempos de abuela, están resurgiendo, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Según datos de Eventbrite, el interés de la Generación Z por las reuniones de abuelas, como círculos de tejido y talleres de costura, aumentó en los últimos meses, impulsado en parte por la búsqueda de alivio del agotamiento digital.
Pero los beneficios van más allá de la nostalgia. Estudios recientes sugieren que las tareas lentas y táctiles, como tejer, pueden activar los sistemas cerebrales y favorecer la salud cognitiva a largo plazo de diversas maneras, incluyendo el desarrollo de la memoria, la atención y la función motora, a la vez que ayudan a regular el estrés.
En otras palabras, independientemente de la edad o el género, practicar pasatiempos prácticos y mentalmente exigentes, ya sea tejer, tallar madera o construir maquetas, puede ser una de las maneras más sencillas de cuidar la salud cerebral. Esto es lo que dice la ciencia.
Si bien la meditación y los rompecabezas también ofrecen beneficios cerebrales, tejer combina de forma única la coordinación motora fina, la planificación creativa y el movimiento rítmico bilateral, lo que involucra diferentes sistemas cerebrales a la vez. Este tipo de creatividad, en cualquier ámbito, es útil, afirma Emily Sharp, terapeuta colegiada de NY Art Therapy (en Nueva York, Estados Unidos).
Esa estimulación bilateral, creada por el uso alterno de ambas manos, es similar a la que se utiliza en la terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR, es un método psicoterapéutico para tratar el trauma y otras angustias vitales), explica Sharp, y agrega que este tipo de estimulación está relacionada con niveles reducidos de cortisol, aumento de serotonina y dopamina y una mejor regulación emocional.
También activa el sistema de dopamina del cerebro de maneras que pueden mejorar la concentración y potencialmente retrasar el deterioro cognitivo relacionado con la edad, indica Alvaro Pascual-Leone, profesor de neurología en la Facultad de Medicina de Harvard y director médico de Linus Health, en Estados Unidos.
Un estudio de 2024 publicado en Frontiers in Behavioral Neuroscience respalda esta perspectiva, demostrando cómo las actividades creativas activan la red de recompensa dopaminérgica del cerebro, especialmente en áreas profundamente relacionadas con el placer, la motivación y el estado de ánimo. Sin embargo, a diferencia de los picos de dopamina que se desencadenan al desplazarse por la pantalla o al consumir azúcar, tejer proporciona una recompensa más lenta y constante.
Esa es la clave, asegura Pascual-Leone: “No es bueno tener demasiada [dopamina], ni tampoco es bueno tener muy poca. Un funcionamiento cerebral estable y placentero es mejor que un atracón de sustancias químicas”.
Además, dado que actividades como tejer requieren planificación, secuenciación y resolución de problemas, activan la función ejecutiva junto con los sistemas motor y emocional. Esta participación integral del cerebro ayuda a reforzar la conectividad neuronal, una herramienta crucial para mantener la flexibilidad y resiliencia del cerebro a medida que envejecemos.
Si aún no eres un tejedor experto, no te des por vencido todavía. Los beneficios cognitivos de actividades como tejer se basan en el proceso de aprender algo nuevo y no en que la tarea salga perfecta.
“Si nunca tejiste, tejer es perfecto”, asegura Pascual-Leone. “Pero si eres tejedor profesional, no tanto. Puede darte una sensación de logro, lo cual es valioso, pero el objetivo es que tu mente trabaje para resolver un reto que nunca antes abordó”.
La novedad importa. Al desafiar al cerebro con tareas desconocidas, como aprender a tejer, se abren nuevas vías, ofreciendo un impulso neurológico único. Con el tiempo y la repetición, esas mismas acciones se vuelven fluidas y meditativas, permitiendo que el cerebro entre en un estado de flujo restaurador. Esta trayectoria de desafío a dominio ayuda a mantener la plasticidad neuronal. Sin embargo, debes reinventar continuamente los desafíos para tu cerebro a medida que dominas los antiguos.
¿La buena noticia? El desafío cognitivo no tiene por qué ser grande ni ambicioso, indica Pasucal-Leone: “Lo realmente crucial es plantearle a tu cerebro un desafío que aún no domine”.
El deterioro cognitivo comienza a desarrollarse décadas antes de que exista evidencia externa, afirma Lakelyn Eichenberger, gerontóloga y defensora de los cuidados en Home Instead, en Estados Unidos. Es por eso que es tan importante practicar pasatiempos que estimulen la mente a lo largo de la vida. “Ejercitar tu cerebro de estas maneras será muy beneficioso para la salud cerebral a largo plazo”, explica.
Para los cerebros en proceso de envejecimiento, las aficiones creativas pueden ofrecer una forma de entrenamiento cognitivo de bajo riesgo: ejercicios mentales que fortalecen el cableado neuronal y la flexibilidad con el tiempo. Sharp indica que las aficiones táctiles crean “una mayor conectividad cerebral que ayuda a las personas mayores, donde las neuronas se van muriendo de forma natural con el proceso de envejecimiento”.
Actividades como el acolchado, el punto de cruz, el tallado, la cerámica o incluso la encuadernación ofrecen beneficios cognitivos similares, especialmente cuando involucran el uso de ambas manos, el pensamiento secuencial y una curva de aprendizaje.
Si bien existe la idea de que es mejor participar en actividades basadas en tecnología dirigidas a la salud del cerebro, Pascual-Leone explica que tal vez solo necesitemos esas herramientas porque se abandonaron los pasatiempos tradicionales.
A diferencia de los juegos mentales o las aplicaciones, estas actividades táctiles ofrecen beneficios emocionales, que pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol y satisfacer la necesidad de interacción social del cerebro, afirma Eichenberger. Los círculos de tejido en grupo o las clases de manualidades, por ejemplo, pueden ayudar a reducir la soledad y proporcionar un equilibrio emocional, especialmente durante transiciones importantes en la vida, como la jubilación.
Eichenberger añade que “las personas que participan en estas actividades a menudo se consideran más felices, más saludables y más satisfechas con la vida”.
Un metaanálisis publicado en BMC Public Health subraya este punto, destacando cómo los pasatiempos prácticos y repetitivos pueden mejorar el bienestar psicológico. Otras investigaciones muestran que, en personas con enfermedad de Parkinson, las intervenciones artísticas creativas mejoran la memoria, la destreza y la resiliencia emocional, lo que sugiere beneficios incluso en la fase avanzada de la neurodegeneración, lo que indica que nunca es tarde para comenzar con estos pasatiempos.
“Nos centramos mucho en el aspecto médico del envejecimiento”, dice Eichenberger, “pero debemos considerar nuestra salud física, mental y emocional, y estas actividades de ocio son parte de eso”.
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