Crisis en el Louvre: el museo más visitado del mundo enfrenta una nueva alerta tras una fuga de agua que dañó entre 300 y 400 libros de su biblioteca egiptológica, mientras aún lidia con las secuelas del millonario robo ocurrido en octubre. Entre fallas estructurales, problemas de seguridad, salas cerradas y una inminente huelga de trabajadores, el Louvre atraviesa un momento crítico que pone en duda su capacidad para proteger su vasto patrimonio.
Laura Velarde
Convertido primero en fortaleza, luego en castillo real por Carlos V y más tarde transformado por Enrique II en un palacio renacentista, el Louvre evolucionó durante siglos hasta convertirse en el museo más grande del mundo, con 73 mil metros cuadrados de galerías y más de medio millón de piezas. Desde su apertura como museo en 1793 ha sido el corazón del arte universal.
Pero hoy, este emblema cultural enfrenta una nueva alerta tras una fuga de agua que dañó entre 300 y 400 libros de su biblioteca especializada en antigüedades egipcias que datan del siglo XIX y principios del XX, resultaron afectados el pasado 26 de noviembre cuando se abrió por error una válvula perteneciente a un sistema de plomería en desuso. Así lo dijo el administrador adjunto del Louvre, Francis Steinbock, a BFM TV.
“Entre 300 y 400 libros. Actualmente estamos haciendo un recuento completo. Estos libros resultaron dañados por la rotura de una tubería. Los equipos del departamento, con la ayuda de equipos de otros departamentos (quiero enfatizar esto), hicieron un trabajo fantástico, permitiendo que los libros comenzaran a secarse. Los sacaron, los abrieron y, con la ayuda de Papier Buvard, se está realizando un trabajo meticuloso para deshumidificar cada página individualmente”.
Filtraciones, robos y una huelga que expone la fragilidad del Louvre
Aunque no se prevén daños permanentes, la fuga ocurre en un momento especialmente delicado para el Louvre, aún bajo escrutinio tras el insólito robo del 19 de octubre. En donde en solo siete minutos, una banda ingresó por una ventana de la Galería de Apolo, forzó dos vitrinas y robó ocho piezas históricas —joyas de diamantes, zafiros y esmeraldas ligadas a reinas del siglo XIX y a la emperatriz Eugenia— valuadas en más de ciento noventa y ocho mil pesos mexicanos y aún no recuperadas. Pese a ello, la ministra de Cultura, Rachida Dati, insistió en que las medidas de seguridad “no fallaron”.
“El Museo del Louvre es mucho más que el museo más grande del mundo, es el escaparate de la cultura francesa y de nuestro patrimonio común. ¿Qué pasó? ¿Fracasaron las medidas de seguridad del Museo del Louvre? No, no fallaron. Es un hecho que las medidas de seguridad del Museo Louvre funcionaron”.
Estos episodios han evidenciado lo que desde hace años denuncian trabajadores y especialistas: el Louvre enfrenta fallas de seguridad y problemas estructurales en un edificio que recibe casi nueve millones de visitantes al año y cuyos orígenes se remontan al siglo XII.
El museo más visitado del mundo enfrenta fallas
La tensión creció esta semana cuando los sindicatos del Louvre anunciaron una huelga para el 15 de diciembre, en protesta por las malas condiciones laborales, el deterioro del edificio y el aumento del 45 % en el precio de entrada para visitantes fuera del Espacio Económico Europeo. Pues a partir de enero de 2026, el boleto costará 676.88 pesos mexicanos, con los que el museo espera recaudar hasta 20 millones anuales para su modernización. Así lo declararon en una carta enviada a la ministra de cultura, Rachida Dati.
“Cada día, los espacios museográficos permanecen cerrados mucho más allá de lo previsto en el plan de apertura garantizada debido a la falta de personal suficiente, así como a fallos técnicos y al deterioro del edificio. El público sólo tiene un acceso limitado a las obras y se encuentra obstaculizado en sus desplazamientos.”
Los trabajadores aseguran que el Louvre atraviesa una “crisis”: falta de personal, salas cerradas por daños estructurales e instalaciones envejecidas que complican la conservación de sus colecciones y la seguridad de los visitantes. Advierten incluso que la huelga podría obligar a un cierre temporal del museo.
Y mientras los libros dañados se secan y restauran, la fuga de agua se suma a una cadena de incidentes que reabre una pregunta urgente: ¿cómo proteger al museo más visitado del mundo sin comprometer su misión cultural?
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