La Habana/Cuba recibió entre enero y noviembre un total de 1.629.787 visitantes internacionales, lo que representa una caída cercana al 19% en comparación con igual período de 2024, de acuerdo con datos publicados este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).
Solo en noviembre arribaron a la Isla 151.895 viajeros internacionales, una de las cifras mensuales más bajas desde 2021, cuando la pandemia de la covid-19 obligó al cierre de fronteras y paralizó casi por completo el sector.
Según la Onei, Canadá, la comunidad de cubanos residentes en el exterior y Rusia se mantuvieron como los principales mercados emisores de visitantes, aunque todos muestran retrocesos respecto a años anteriores. En el caso ruso –impulsado en 2023 y 2024 por acuerdos bilaterales y vuelos chárter subsidiados– el crecimiento se ha estancado, sin compensar la pérdida de otros mercados tradicionales europeos y latinoamericanos.
El propio Gobierno reconoció la gravedad del escenario. Durante la más reciente sesión del Parlamento, celebrada la semana pasada, las autoridades admitieron que el turismo atraviesa una “situación compleja” y que no se cumplirán los objetivos oficiales para 2025. El plan inicial preveía 2,6 millones de visitantes, pero el ministro de Economía, Joaquín Alonso, estimó que el año cerrará con alrededor de 1,9 millones, apenas el 73% de la meta prevista.
Mientras tanto, otros destinos del Caribe y Centroamérica avanzan en sentido contrario
Especialistas y analistas independientes coinciden en que la debilidad del sector responde a una combinación de factores estructurales: la profunda crisis económica y energética, que afecta la calidad de los servicios; los apagones prolongados, el deterioro del transporte interno y la escasez de insumos básicos en hoteles; el recorte de rutas aéreas internacionales, especialmente desde Europa; y la crisis sanitaria, que ha obligado a varios países a emitir alertas sobre las enfermedades que azotan la Isla.
Aunque el turismo continúa siendo presentado por las autoridades como uno de los pilares de la recuperación económica –por su aporte al producto interno bruto (PIB) y su capacidad para generar divisas–, su desempeño real está muy lejos de cumplir ese rol. En los últimos años, los ingresos turísticos no han logrado compensar la caída de otras fuentes clave, como los servicios profesionales ni el retroceso de las remesas.
De acuerdo con cifras oficiales, Cuba recibió 2,2 millones de visitantes en 2024, 2,4 millones en 2023 y 1,6 millones en 2022, muy por debajo de los niveles previos a la pandemia. El contraste es aún más marcado si se compara con los años de mayor bonanza: 4,6 millones de turistas en 2018 y 4,2 millones en 2019, durante el período del llamado “deshielo” con Estados Unidos y la flexibilización de los viajes a la Isla.
Mientras tanto, otros destinos del Caribe y Centroamérica avanzan en sentido contrario. Lugares como Punta Cana, en la República Dominicana, y Cancún, en México, reportan récords históricos de visitantes tras la pandemia, apoyados en una mayor conectividad aérea, estabilidad energética y estrategias de promoción internacional más agresivas.
El contraste subraya el creciente aislamiento del destino cubano en un mercado turístico regional cada vez más competitivo, donde la recuperación no solo depende del número de habitaciones disponibles, sino –cada vez más– de la fiabilidad de los servicios, la infraestructura y la percepción de seguridad y calidad por parte de los viajeros.
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