De “morro” a “streaming”: así suena el español que entra al Diccionario de la Lengua Española

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La RAE presentó una nueva versión del Diccionario de la Lengua Española como adelanto de la edición 2026. Palabras como morro, microteatro, milenial, turismofobia, hashtag y streaming se incorporan a esta actualización que, más que técnica, funciona como un mapa cultural del presente: un registro del debate social, la vida digital y el habla cotidiana, y de cómo la lengua nombra sus tensiones y transformaciones.

 Laura Velarde

La lengua española sigue creciendo, cambiando y tomando nota de cómo hablamos hoy. El idioma no solo sirve para comunicarnos: también es un espejo de la época que habitamos. El lunes 15 de diciembre, la Real Academia Española, junto con las academias de la lengua de todo el mundo hispanohablante, presentó una nueva versión del Diccionario de la Lengua Española para el 2026, que incorpora 330 nuevas palabras y acepciones. 

 

Entre las palabras más destacadas que se incorporaron a la colección están “morro”, chamaco, chamaca, marcianada, gaslight, turismofobia, teletrabajo, milenial, fotonoticia, nunchaco o comecocos.

 

La obra es el trabajo previo a la versión más actualizada del diccionario, explicó Elena Zamora, responsable de lexicología de la RAE.

 

“Este conjunto de novedades del diccionario en formato de vigésimo tercera edición que ahora presentamos no constituye pues una actualización completa a diferencia de las de los 8 años anteriores, sino que se trata de una muestra del trabajo académico previa a la publicación de la nueva edición la vigésimo cuarta que verá la luz el año que viene. Se da a conocer como la versión DLE 23.8.1.

La del año pasado era, recordarán, la actualización de DLE 23.8. Las que citaré ahora a continuación son algunas de las principales novedades léxicas aprobadas por las academias en 2025″.

 

La RAE recoge los cambios culturales

 

El diccionario recoge así los cambios en la manera en que nos movemos, consumimos cultura y nos relacionamos con la tecnología. Incluso el entretenimiento cotidiano deja huella: tetris, por ejemplo, ya forma parte oficial del léxico académico, al igual que milenial, escrito con una sola “l”, para nombrar a toda una generación marcada por el cambio de siglo.

 

Más que una simple lista de palabras nuevas, esta versión funciona como una radiografía cultural del presente. En ella aparecen términos que nombran preocupaciones contemporáneas como turismofobia, eurofobia o bioterrorismo; pero también prácticas culturales emergentes como el microteatro y fenómenos propios de la vida digital, como streaming, gif o loguearse.

 

 

Algunas de estas palabras se mantienen en cursiva, como streaming o piercing, porque provienen de otras lenguas y aún no se adaptan del todo al español. Otras ya han encontrado una forma propia, como okey, que entra al diccionario como sinónimo de acuerdo o aprobación. Son pequeñas decisiones que muestran cómo el idioma negocia, poco a poco, con un mundo globalizado.

 

Esta actualización también incorpora matices que revelan tensiones sociales. La palabra mena, por ejemplo, añade la aclaración de que puede usarse, en algunos contextos, con sentido despectivo. Un recordatorio de que las palabras no son inocentes y de que el diccionario también registra los conflictos del lenguaje público.

 

El habla cotidiana también se abre paso. “Brutal” deja de ser solo algo violento para significar también “magnífico”, mientras que expresiones como “juguete roto” nombran a quienes, tras alcanzar la fama, quedan relegados. Incluso palabras como “buitre” amplían su significado para describir actitudes reconocibles en la vida social. También se añade morro, usado coloquialmente en El Salvador y México para referirse a un niño o muchacho.

 

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El director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, subrayó que cada incorporación es fruto de un proceso largo y colectivo.

 

“Ha pasado por las comisiones de trabajo en las que se divide el pleno de la academia y ha pasado por América, o sea, ha pasado por las 23 academias, si se cuenta la española, que constituyen a SALE. Digo esto porque ninguna de estas novedades es un capricho de los académicos, como algunas veces se piensa, no es que se nos ocurra nos jueguen por la tarde alguna genialidad y le incorporemos al diccionario.

El proceso es un proceso siempre”.

 

Así, el Diccionario de la Lengua Española se confirma como una obra viva: no solo conserva la lengua, sino que la escucha, la piensa y la convierte en memoria cultural de nuestro tiempo.

 

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