Crean un chicle para reducir la transmisión de la gripe y el herpes

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By ndh
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La pandemia de COVID-19 nos dejó muy claro que un virus (u otro microorganismo patógeno) puede llegar de repente, sin avisar, para cambiarnos la vida por completo. Por eso, si aprendimos algo de esa época, deberíamos estar preparando estrategias para que la próxima vez no nos pille desprevenidos. Cada uno podemos hacerlo desde nuestras posibilidades. En el caso de los científicos, muchos se encuentran desarrollando estrategias para que, llegado el momento, se minimicen los contagios. Hay bastantes de estas estrategias, pero una de las más interesantes es el chicle para disminuir la transmisión de la gripe que ha creado un equipo de científicos de centros estadounidenses y finlandeses.

En realidad, este chicle que reduce la transmisión de la gripe no es algo nuevo. Comenzó a desarrollarse precisamente en plena pandemia de COVID-19 para reducir los contagios de esta enfermedad. Se pusieron en marcha unos ensayos clínicos que aún no han finalizado a día de hoy, pero se espera que lleguen a buen puerto. De hecho, es precisamente por la confianza que tienen estos científicos en su invento por lo que, dada la actual situación con el virus de la gripe aviar, han decidido probarlo con este y otros patógenos.

Se ha probado también el virus del herpes porque, si bien no tiene las herramientas para dar lugar a una pandemia, sí que es muy contagioso y puede dar lugar a ciertas complicaciones. Este chicle, curiosamente elaborado a base de judías, no reduce a cero la transmisión viral, pero sí disminuye muchísimo las posibilidades de contagio. Eso, de cara a algo como lo que ocurrió en 2020, podría marcar la diferencia. Por eso, aunque el estudio en cuestión se publicó en enero de este año, sus autores siguen actualmente publicando comunicados para dar a conocer lo que podría ser una herramienta esencial para todo el mundo.

La Universidad de Pennsylvania y las judías mágicas

El primer prototipo de chicle para reducir contagios virales lo desarrolló un equipo de científicos de la Universidad de Pennsylvania tras saber que una especie concreta de judías, las judías lablab (Lablab purpureus) o zarandajas, contiene algunas sustancias con poder antiviral. 

Utilizaron un polvo procedente de estas judías para desarrollar una goma de mascar que, al mezclarse con la saliva, debía reducir la carga viral de las personas contagiadas. Pero el chicle no solo contenía los compuestos naturales de las judías. Precisamente, estas se habían modificado genéticamente para que pudiesen sintetizar también la proteína ACE2. Esta actúa en las células humanas y de otros hospedadores como la puerta de entrada del SARS-CoV 2. El virus se une a este receptor como una llave a una cerradura y, así, logra introducirse en la célula y comenzar la infección.

judías
Lablab purpureus. Wikimedia Commons.

En modelos animales se vio que, cuando estos masticaban el chicle, se liberaba a su saliva la proteína ACE2, que actuaba como un cebo al que se unen las partículas virales. Esto impide que se unan al ACE2 del hospedador y, por lo tanto, reducen la gravedad de la infección. Además, se disminuye la transmisión. 

Todo esto, como hemos visto, se desarrolló de cara a reducir los contagios de COVID-19. ¿Pero y si también pudiera minimizar la transmisión de la gripe?

Para minimizar la transmisión de la gripe, toma chicles de canela

En su nuevo estudio, estos científicos han modificado el chicle de judías para que, en este caso, sea capaz de unirse a dos cepas del virus de la gripe, H1N1 y H3N2, y dos variedades del virus del herpes, HSV-1 y HSV-2.

En estos nuevos casos, la reducción de la carga viral es posible gracias a la presencia de una proteína trampa viral natural (FRIL). Esta es estable tanto en las judías como en el chicle que se fabrica con ellas. El resultado es una goma de mascar con sabor a canela que funcionaría como un medicamento, de ahí que se esté regulando para tal fin. 

Las primeras pruebas se han realizado con un modelo de masticación artificial. Básicamente, unas mandíbulas falsas que se mueven imitando las nuestras cuando masticamos chicle. Se vio que la masticación liberaba sin problemas la proteína FRIL, que por otro lado mostró reducir la carga viral con gran éxito. Bastaron solo 40 miligramos en un chicle de 2 gramos para reducir la carga viral de la gripe en más de un 95%. Para el VHS-1 se necesitaron 160 miligramos y para el VHS-2 unos 74 miligramos.

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Las personas contagiadas deberían mascar el chicle. Crédito: Olly (Pexels)

En todos los casos, aunque la dosis fuese distinta, el modelo funcionó a la perfección. Por eso, en caso de usarse en la vida real, es muy probable que hubiese reducido la transmisión de la gripe y el herpes.

¿Será esto realmente útil?

Más allá de disminuir la capacidad de infección del virus, este chicle busca reducir la transmisión de la gripe, el SARS-CoV 2 y otros virus. Aquí debemos tener en cuenta que durante la pandemia de COVID-19 y, sobre todo, después de la misma, muchas personas se negaron a usar mascarilla para no contagiar a otras. Por eso, no podemos estar seguros de que fuesen a estar dispuestas a masticar chicle con ese mismo fin.

Aun así, si se consigue finalizar con éxito los ensayos clínicos, sería una herramienta de lo más interesante para el arsenal que ya deberíamos estar construyendo contra futuras pandemias. Pocas cosas hay más sencillas que mascar chicle. Que no se diga que la ciencia no nos lo pone fácil. 

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