En su poesía siempre está la pregunta ¿de quién soy?: a 100 años de Rosario Castellanos

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En el marco de las celebraciones por los 100 años del natalicio de la escritora Rosario Castellanos se preparan diversos homenajes para recordar a quien fuera un referente del siglo XX.

 

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Escucha el especial de Julián Vásquez.

 Julián Vásquez / Laura Velarde

 

A cien años de su nacimiento, Rosario Castellanos sigue incomodando, iluminando y preguntando. Su obra y pensamiento feminista resuenan más vivos que nunca, en exposiciones, reediciones y homenajes que reafirman su lugar como una de las voces más lúcidas y necesarias de la literatura y la conciencia crítica en México.

 

Brillante, fecunda, inspiradora. Precursora, la que abría caminos para las otras. Viajera. Escritora, poeta, ensayista, diplomática. Un ser de palabras y de palabra. Rosario Castellanos fue una mujer que incomodó con inteligencia y que sigue siendo necesaria.

 

“Yo creo que hasta hoy todos los libros que han aparecido sobre feminismo han sido libros en los que se hace una crítica o del pasado o del presente, pero no se propone nada para el futuro. Yo no creo que eso baste porque los hombres que han constituido esa sociedad no están ni contentos ni plenamente realizados en ella.

Y nosotros no tenemos por qué ir a tratar de igualarnos en la frustración y si va a haber una revolución femenina, no va a ser una cosa que simplemente reforme la superficie Quiero que llegue realmente al fondo del problema”.

 

A lo largo del país, y más allá, su centenario ya se celebra con exposiciones, lecturas, reediciones y nuevas miradas a un pensamiento y una obra que siguen vivos.

 

Rosario Castellanos, resistencia y esplendor

 

Rosario Castellanos nació en 1925 en la Ciudad de México, pero creció en Comitán, Chiapas. Esa doble raíz marcó toda su obra. Desde ahí empezó a preguntarse: ¿quién tiene voz?, ¿quién la pierde?

 

Rosario Castellanos fue una mujer que incomodó con inteligencia. Foto UNAM.

 

Una de sus primeras preocupaciones fue el maltrato sistemático a los pueblos originarios, un tema que sigue pendiente, de acuerdo a Sara Uribe y Andrea Reyes, biógrafa y coordinadora de la Cátedra Rosario Castellanos, e investigadora de UC-Mexicanistas, respectivamente.

 

“Ella era una persona que representaba a los indígenas como seres humanos con todos sus puntos buenos o malos y sus complejidades, así que trataba a indígenas como seres humanos que son. Entonces, podemos ver lo que ahora llamaríamos interseccionalidad. En este caso, por ejemplo, tener esa condición de Ilol que le permitía a ella un respeto de la gente de su comunidad.”

 

En la UNAM estudió Filosofía. Ganó el Premio Chiapas por Balún Canán, y luego publicó Oficio de tinieblas, Ciudad Real, su poesía reunida en Poesía no eres tú, y el ensayo ya clásico Mujer que sabe latín, que inspiró a nuevas generaciones, como la narradora Jazmina Barrera.

 

“Creo que es el primer ensayo, uno de los primeros, en donde ella hace una enumeración del tipo de cosas cotidianas que a las que no les prestamos mucha atención y que están todas absolutamente marcadas por el género; ella decía, por ejemplo, “¿Por qué quieren a las mujeres con las uñas largas? Para que seamos inútiles, para que no podamos abrir cosas, manipular cosas, agarrar cosas”. Es el tipo de cosas que yo encontré ahí y me volaron la cabeza”.

 

Entre las actividades conmemorativas, destaca la reedición de Cartas a Ricardo por parte de la UNAM. Este volumen recoge la correspondencia íntima entre Rosario y su esposo, el filósofo Ricardo Guerra. Allí se muestra su dimensión más vulnerable y humana: habla de maternidad, soledad, vocación literaria, el amor en tensión con su libertad, además de una calidad narrativa de otro nivel.

 

“Cuando te hablaba de un cofre, te hablaba no sólo del objeto, sino que hacía una pequeña historia o trayectoria de los materiales que conformaban ese objeto. Entonces, te hablaba no solo de la madera de ese baúl, sino “del viento que mecía las ramas del árbol…” y eso lo vemos en su narrativa. Está muy presente la vida de los objetos, la comida, los sabores”.

 

En el Museo de San Ildefonso, la exposición “El cielo sin fronteras: Rosario Castellanos, archivo inédito”, reúne más de 100 objetos personales de la escritora, permitiendo una mirada íntima a su legado. 

 

Rosario Castellanos no es pasado

 

Hay fotos de infancia y de adolescencia, están sus credenciales escolares, manuscritos, los pasaportes y sus lentes. Además, su máquina de escribir e imágenes de la familia.

 

Rosario Castellanos cumple 100 años

En el Museo de San Ildefonso, la exposición “El cielo sin fronteras: Rosario Castellanos, archivo inédito”. Foto: UNAM.

 

Una de las virtudes más potentes en su obra es cómo explora las subjetividades femeninas desde una mirada crítica e introspectiva. En El eterno femenino reimagina con ironía figuras como Sor Juana, Malinche o Eva, denunciando con humor los mandatos sociales impuestos a las mujeres.

 

“Fíjate, es reescribir personajes emblemáticos femeninos históricos. O sea, se da el derecho y me encanta que lo haga de plantearnos otra Sor Juana, de plantearnos otra delita, otra corregidora y eso es también un acto de construcción de contra narrativas, ¿no? Es decir, nos dice la historia y la vida de las mujeres puede ser de otra manera, puede ser distinta de lo que nos han dicho que debería de ser”.

 

Su legado es tan vigente que, incluso, la Lotería Nacional le dedicó uno de sus billetes conmemorativos, en un homenaje que lleva su rostro a todo el país.

 

Y no solo habló de literatura y feminismo. También fue una de las primeras en cuestionar las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar, décadas antes de que se hablara de sus derechos.

 

“Recién se pone una tarifa de valor para ese trabajo y Rosario Castellanos en 1970, en sus columnas, ya estaba cuestionándose y cuestionándole a su audiencia lectora por qué el trabajo de casa, el trabajo del hogar, el trabajo doméstico no tenía un sueldo, un salario. Y eso lo hace, repito, en su obra literaria y en su obra procística”.

 

Fue pionera en vincular literatura y lucha feminista. Cuando el feminismo aún no era discurso público, Rosario ya denunciaba las desigualdades de género y planteaba nuevas preguntas: ¿qué lugar ocupamos?, ¿qué papeles nos asignan?

 

“Y el hecho de que se haya estado ensayando sistemáticamente la posibilidad de crear un embrión en laboratorio, con lo cual quedaríamos completamente fuera de onda, ¿no? Si no estaríamos nada de crecer. No estaríamos in, sino completamente out. Entonces, por si las dudas, yo propondría que inventáramos algún papel que desempeñara dentro de la sociedad”.

 

Y sí. Rosario sigue hablando. Porque fue, y es, una voz con eco. Porque aún dice lo que muchas veces nadie se atreve.

 

“Rosario Castellanos no nos lega una tarea ya hecha, una conclusión. Lo que nos deja es estarnos preguntando siempre por ese contexto, por esas situaciones de opresión por la equidad y sobre todo en su poesía siempre está la pregunta de quién soy, o sea, quién es ella, ¿no? Pero Mmm nos lega la pregunta a toda la audiencia lectora de preguntarnos quiénes somos nosotros”.

 

En este centenario, vale la pena releerla. Ir a los homenajes. Escucharla. Porque Rosario Castellanos no es pasado: es advertencia, espejo y futuro.

 

 

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