A este ritmo, posiblemente tendremos en el cielo más fenómenos procedentes de lanzamientos de SpaceX que del propio espacio. Vale, puede que sea un poco exagerado, pero sí que es cierto que entre cohetes y satélites cada vez son más los avistamientos que llaman la atención de miles de personas en todo el mundo cuando dejan una estela de luz en el firmamento. El último de ellos ha sido un Falcon 9 lanzado desde California que se ha dejado ver este 29 de septiembre desde varias ciudades de Sonora.
El espectáculo de luces derivado del cohete de SpaceX fue tan llamativo que atrajo la atención de cualquiera que tuviese una cámara a mano. Por eso, las redes sociales se llenaron rápidamente de estas fotos. Algunos de los fotógrafos sabían que el origen de todo ello era el Falcon 9 de la compañía de Elon Musk. Otros no tenían ni idea del origen, pero no podían dejar pasar la ocasión de fotografiarlo.
Desde SpaceX se ha señalado que este Falcon 9 se lanzó con la intención de colocar en órbita 28 nuevos satélites Starlink. Todo fue sobre ruedas y el cohete se pudo recuperar correctamente para su reutilización. Los satélites ya están en su lugar y el público de Sonora se ha llevado un espectáculo de luces. Todo parece maravilloso, aunque a medida que aumentan los satélites Starlink son muchas las personas que distan de pensar que hay algo maravilloso en todo esto.
Lo que hay detrás de las luces del Falcon 9 de SpaceX
No es la primera vez que el lanzamiento de un cohete, tanto de SpaceX como de otras compañías, deja una estela de luz como la que han visto desde Sonora con el Falcon 9. Esto se debe a algo conocido como fenómeno crepuscular, o Twilight Phenomenon en inglés.
Su origen está en las emisiones de combustible que se liberan con la propulsión del cohete. Se trata de gases que se condensan y se congelan a su paso por la atmósfera. Pero para entender por qué se ve la estela iluminada debemos tener algo en cuenta: la mayoría de lanzamientos se producen o al amanecer o al atardecer. Este del Falcon 9, por ejemplo, se produjo a las 7:40 hora local. En ese momento, desde la Tierra apenas vemos la luz del Sol, que como mucho se esconde o empieza a aparecer tímidamente. Sin embargo, en las capas más altas de la atmósfera sí que hay luz solar refractada.
Cuando esta luz interacciona con los gases procedentes del escape del cohete, estos actúan como una especie de prisma, descomponiéndola en las distintas longitudes de onda que la componen. Aunque cada gas distinto puede que absorba más unas longitudes de onda y refleje más otras, por lo que no se ve un arcoíris completo, sino una selección de tonos concretos.
¿Y qué pasa con los satélites?
Ya hay más de 8.000 satélites Starlink de SpaceX en órbita. La compañía quiere seguir lanzando cada vez más para llevar el acceso a Internet hasta los puntos más recónditos. De nuevo, todo suena maravilloso. El problema es que estos cohetes, por un lado, aumentan la basura espacial. No solo por la posibilidad de que los cohetes de lanzamiento fallen en su recuperación y se queden varados en el espacio. También porque los propios satélites dejarán de funcionar en algún momento. Mientras tanto, los astrónomos lamentan de que la presencia en órbita de estos objetos dificultan cada vez más sus observaciones. SpaceX se ha comprometido a disponerlos de coberturas más oscuras que no confundan a los telescopios, pero sigue sin ser suficiente.
Nos quejamos de la contaminación lumínica que emitimos desde la Tierra, pero en el espacio también hay cada vez más. Incluso con un telón de fondo tan bonito como la estela de luces de Sonora y un propósito tan aparentemente loable como dotarnos de la capacidad de comunicarnos en cualquier lugar, no todo son ventajas en estos casos.
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