“Si mi hijo fuera narcotraficante, yo mismo lo metería a la cárcel”

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Juan Manuel Vázquez

 

Periódico La Jornada
Martes 14 de octubre de 2025, p. a10

Es difícil precisar las veces que Julio César Chávez, el máximo ídolo del boxeo mexicano, ha salido a responder por la accidentada trayectoria de su hijo el Junior. Lo hace como cualquier padre que da la cara por su retoño, a quien no sólo heredó el apellido, sino también un legado como sombra alargada y proporcional a su leyenda. Esta vez, sin embargo, se trata de algo muy delicado porque se presumen vínculos con el crimen organizado, algo que el legendario campeón niega tajante.

“Si mi hijo fuera narcotraficante, yo mismo lo metería a la cárcel al cabrón”, trata de explicar Julio César Chávez con ese tono golpeado y directo del norte de México.

“Conozco a mi hijo desde que nació y sé a qué se ha dedicado toda la vida; quienes lo conocen, saben que no está vinculado con ningún cártel ni trafica armas. Ha tenido problemas de adicción, eso sí, igual que yo, pero está luchando contra eso y lleva más de un año limpio.”

Han sido meses muy difíciles. Los más espinosos desde que el Junior debutó como peleador profesional y emprendió un camino repleto de altibajos. En julio de este año lo arrestaron las autoridades migratorias en Estados Unidos y lo deportaron en agosto tras señalar que tiene vínculos con el cártel de Sinaloa y de que participa en operaciones de tráfico de armas. Al volver a México fue encarcelado en una prisión de máxima seguridad y unos días después salió con libertad condicional para enfrentar así el proceso penal. Éste, sin duda, es el episodio más cruento en la historia de los Chávez.

–¿Es el costo de tu celebridad? –le pregunta La Jornada.

–No –responde firme–, es el costo, el costo de mi hijo Julio. Él tiene que pagar las consecuencias, así como yo pagué las mías por haber estado mal; afortunadamente pude salir de esa maldita enfermedad (su adicción), yo ya pagué daños y pedí perdón a todos a quienes tenía que hacerlo y ahora llevo 17 años sin alcohol y sin drogas. Ayudé a mi hijo en lo que he podido, desafortunadamente él estaba en Estados Unidos y era muy difícil ir por él cuando estaba mal”.

Cuando se habla de cualquier tema con Julio César Chávez hay que estar preparado para los contrastes. Predomina el ex combatiente que bromea casi todo el tiempo y lleva la carcajada activada, lista para estallar a la menor provocación. También, cuando algo le molesta, no tiene recato para responder de forma muy expresiva o cortante si así lo considera. Sin embargo, al abordar el tema de sus hijos, y en concreto del Junior, lo hace casi en un tono de lamento.

Lo ha mencionado antes: nada le corroe más por dentro que ayudar a otros a rehabilitarse de las adicciones en las clínicas de su propiedad y, de manera irónica, no poder rescatar a sus hijos, en especial al más calamitoso de todos, al Junior.

▲ Escuchar al máximo ídolo del boxeo mexicano Julio César Chávez hablar sobre Julito es tanto como mirar a un hombre que observa su propio reflejo ante uno de esos espejos que distorsionan la imagen.Foto Roberto García Ortiz

Hace un par de años Julio quería ver a su hijo mayor ya retirado de los cuadriláteros y sobre todo de los escándalos. En enero de 2024 lo habían detenido en Los Ángeles por posesión ilegal de un arma, un episodio que fue precedido por la frecuente publicación de videos muy extraños en los que Julito lucía fuera de control. Muy acongojado, su padre quería traerlo a México, pero no podía hacerlo a la fuerza.

“Como todos los adictos, que son más inteligentes que la chingada, me ponía restricciones. Por eso lo agarraron con un arma aquella vez, porque supuestamente era para que yo no lo detuviera”, ríe por el disparate o por mero compromiso.

Acto de sanación

Apenas salió de prisión en México en agosto, Chávez se reunió con su hijo en un gimnasio de boxeo en Hermosillo, Sonora. Fue un abrazo genuino, como para evitar que se le salga de las manos otra vez. Y aunque después de la derrota que sufrió ante el youtuber Jake Paul, han anunciado que volverá al cuadrilátero el próximo diciembre. No será tanto un regreso al oficio como un acto de sanación después de lo que han vivido.

“Los primeros dos años son los más difíciles de un adicto, porque siempre está el pensamiento y, si te descuidas, te gana. Por eso lo estoy apoyando para que pelee y no esté pensando en pendejadas”, se sincera y anticipa que sólo espera que el Junior haga unas tres o cuatro peleas más y ahora sí se retire.

“Yo sé que el boxeo es una pasión, uno nunca se quiere retirar porque viene en el corazón, y te despides y vuelves, pero mi hijo ya tiene 39 años y quiero que pelee sólo para que esté enfocado en su rehabilitación.”

Escuchar a Julio César Chávez hablar sobre Julito es tanto como mirar a un hombre que observa su propio reflejo ante uno de esos espejos que distorsionan la imagen. Es él mismo, pero de otra forma, de una que no gusta porque espanta o porque duele.

Y a pesar de lo difícil que resulta, Julio César Chávez está convencido de la inocencia del Junior y en que pronto la verdad saldrá a la superficie para exonerarlo de toda sospecha.

“Simplemente vivimos en Culiacán y conocemos a toda la gente de allá, es imposible negar el saludo o el autógrafo a esa gente (acá es claro que se refiere a quienes pueden comprometer por sus actividades), si no lo haces ya sabes cómo te va a ir. ¿Qué quieres: amigos o enemigos? Pero ser amigos no significa que mi hijo sea delincuente, que sea un narcotraficante o que venda armas. Nada de eso. No quiero abundar tanto porque esperamos el trabajo de las autoridades y confiamos en ellas. Esperamos que la verdad saldrá a la luz muy pronto”, dice como si fuera bajando el volumen de un altavoz.

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