En entrevista, René Castillo, dueño de El Grafógrafo, nos habla acerca de la lectura y el encuentro de las comunidades de mano de los libros.
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Escucha nuestra conversación con Rene Castillo.
Adriana Esthela Flores
En entrevista para IMER Noticias, el escritor y promotor cultural René Castillo, dueño de El Grafógrafo Libros y Café, habló sobre el origen y la filosofía de este emblemático espacio ubicado en el Pasaje Rodríguez, en Tijuana, Baja California, que desde hace 15 años fomenta la lectura, la conversación y el encuentro entre comunidades.
La conversación comenzó con la lectura de un fragmento del cuento El grafógrafo, de Salvador Elizondo, texto que da nombre al proyecto y que inspira la esencia del lugar:
“Escribo, escribo qué escribo, mentalmente me veo escribir qué escribo y también puedo verme ver qué escribo.
Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome qué escribía y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir, que recuerdo haberme visto escribir, que me veía escribir, que me veía escribir, que recordaba haberme visto escribir, que escribía y que escribía, que escribo, que escribía.
También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito, que me imaginaría escribiendo, que había escrito, que me imaginaba escribiendo, que me veo escribir, que escribo”.
Un reto literario con sabor a café
Durante la entrevista, René Castillo compartió una curiosa tradición que se ha mantenido desde la apertura del lugar: el reto del grafógrafo, una invitación a memorizar el cuento de Elizondo.
“La idea es fomentar ese entusiasmo por la lectura de un texto que me parece maravilloso. La invitación es a que vengan y nos lo digan de memoria aquí en la librería; si vienen de visita a Tijuana y lo recitan, tienen un café de cortesía diariamente durante el tiempo que El Grafógrafo tenga sus puertas abiertas, y durante un año reciben el 50% de descuento en la librería”.
Hasta la fecha, solo dos personas han logrado memorizar el texto completo. Castillo explicó que ha sido un reto interesante.
Foto: IG @el_grafografo
El libro como pretexto para el encuentro
Más allá de los cafés y los libros, René concibe El Grafógrafo como un espacio de conexión humana.
“Para mí todo es un pretexto para generar este espacio que es íntimo, que es personal, pero que también es colectivo, desde donde nos podemos conectar como seres humanos. Para mí leer siempre ha sido algo que está, digámoslo así, en un segundo plano. Por encima de ello pongo el soporte: el libro físico, como uno de los tantos medios para acceder a la lectura”.
El librero enfatiza que lo esencial no es únicamente vender libros, sino propiciar el diálogo y la comunidad.
“Digo siempre que los libros son un pretexto, y en los últimos años he llegado a esta noción de que el libro se convierte en un vínculo”.
Foto: IG @el_grafografo
El sueño de un joven tijuanense
René recordó que su sueño de abrir una librería comenzó cuando tenía 15 años, mucho antes de dirigir la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en Tijuana.
“Cuando abrí la librería no tenía idea de lo que estaba haciendo. Simplemente era un tijuanense que necesitaba un lugar y tener acceso a materiales de lectura. El libro es mi herramienta de trabajo, el pretexto a través del cual puedo generar vínculos con las diferentes comunidades”.
Hoy, El Grafógrafo no solo vende libros, sino que también opera como espacio de reunión cultural y centro de difusión de proyectos editoriales locales.
Transmisión especial de IMER Noticias en la cafetería El Grafógrafo en Tijuana
Tijuana, una frontera de múltiples culturas
Castillo reflexionó sobre la importancia de crear comunidad en una ciudad fronteriza como Tijuana, donde confluyen múltiples culturas y formas de vida.
“Tijuana está construida a partir de la especificidad de identidades. Al final, es una frontera donde convergen migrantes con diferentes ideologías, posturas y culturas. Necesitábamos un espacio de entrada para tener una cultura editorial presente en el resto del país, pero ausente aquí. Un lugar que nos permita fortalecer nuestra identidad y darle un sitio a quienes vienen de fuera para encontrarse.”
En El Grafógrafo, los visitantes pueden encontrar libros en distintos idiomas, muebles de madera, plantas, fotografías y sillones para leer o conversar.
“No es solo una librería ni una cafetería: es un lugar cultural donde se construyen nuevas pertenencias”.
Un acto político y cultural
Además, añadió que abrir una librería también implica una postura política.
“Cualquier librería es un proyecto loable, pero no deja de ser un espacio comercial. Desde el momento en que ponemos una librería, hay un modelo de negocios. El Grafógrafo es un proyecto más amplio: una plataforma para divulgar cultura editorial en mi ciudad. Todo es político, aunque no todo sea política. Tenemos que tomar postura también desde los libros”.
Actualmente, El Grafógrafo alberga más de 20 mil volúmenes entre su librería, la sala de lectura y una biblioteca en el segundo piso.
“Estamos rebasados en capacidad porque el espacio es pequeño, pero nunca son suficientes los libros”.
Foto: IG @el_grafografo
El vínculo de la palabra
El Grafógrafo representa la posibilidad de encontrarse en la palabra, en la lectura compartida y en la conversación. Como concluyó René Castillo.
“Los libros son un vínculo. Y lo que menos hago aquí es venderlos. Lo que más me interesa es generar comunidad, conversación y vínculos entre las personas a través de ellos”.
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