Mujeres sauditas realizan en secreto la danza del vientre

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▲ Presentación de la bailarina Giselle Rodríguez con danzas árabe y Dakbe en Casa Coahuila en la alcaldía Coyoacán, en solidaridad con el pueblo de Palestina. La imagen fue capturada el 2 de mayo de 2024.Foto José Antonio López

Afp

 

Periódico La Jornada
Martes 11 de noviembre de 2025, p. 9

Riad. En un gimnasio exclusivamente femenino de Arabia Saudita, un grupo de mujeres bailan al ritmo de la percusión, felices por practicar la danza del vientre a espaldas de su familia, debido a que su práctica sigue siendo tabú en el reino conservador.

Descalzas y con un velo en las caderas, las aprendices de la también llamada danza oriental encadenan los pasos con entusiasmo, pero rechazan mostrar su rostro a la cámara, símbolo del enorme peso de los tabús y los prejuicios que rodean esta expresión artística de Oriente Medio.

Obtener el acceso acordado a la Afp para grabar una sesión en esta sala fue algo excepcional y llevó meses de espera. Varias mujeres, al preguntarles, rechazaron hablar, algunas parecían visiblemente nerviosas ante la idea de poder ser luego identificadas.

“No le digo a mi familia que tomo clases de danza oriental porque quiero mantener su reputación y dignidad, en especial porque son mayores”, afirma a la Afp una participante, que pide mantenerse en el anonimato.

Teme que su pasión por esta danza “sexy” sea percibida por los suyos como un ataque a su honor. “Ninguna familia o marido aceptaría que un hombre te viera así”, sostiene.

Incluso en un país en plena modernización, esta danza seductora, popularizada por la industria cinematográfica egipcia entre los años 40 y 50, se considera demasiado provocativa para ser practicada en público.

“Límites de la religión y la decencia”

Las participantes, de entrada, se distancian de un universo que tiene mala reputación, a menudo asociado con mujeres promiscuas, y tratan el curso como una actividad deportiva.

Las dos formadoras, que no dieron sus verdaderos nombres, se consideran “entrenadoras de danza” y no “bailarinas”, por la connotación negativa que esa palabra tiene en árabe.

“Hemos transformado la danza en un deporte”, dice una de ellas, que se hace llamar Coach Ouni en las redes sociales.

“A las sauditas les gusta divertirse y disfrutar la vida, pero siempre dentro de los límites de la religión y la decencia”, destaca.

Es como una “fiesta entre mujeres”, “una manera de liberar estrés”, profundiza su colega, Coach Roro.

“Miedo a ser grabada”

“Sólo doy clases a mujeres en salas exclusivamente femeninas, pero incluso en ese ambiente siempre hay miedo a que una participante lo grabe y difunda el video”, afirma una tercera formadora que pidió mantener su anonimato.

“Somos un pueblo conservador, la danza oriental sigue siendo percibida como algo sensual y ningún marido o padre aceptaría que los hombres vean a una mujer bailar así”, afirma.

Las tres mujeres cuentan con cuentas en la plataforma Instagram, pero sólo publican fotos y videos sin rostros.

En el estudio de danza, el uso de teléfonos está estrictamente controlado por el personal, con el fin de evitar la difusión de imágenes en el exterior.

Una alumna reconoce a la Afp que se entrena a escondidas de su padre, quien no lo aceptaría.

“Fuerza”

Dentro de la sala, el ambiente es animado, festivo y marcado por las risas, mientras las bailarinas se mueven bajo la mirada de una percusionista que marca el ritmo en un pequeño tambor.

Las formadoras afirman que sus clases no son sólo una forma de ejercicio físico, sino también una manera de emanciparse. Contribuyen “a la autonomía de las mujeres” dando un sentimiento de “fuerza”, afirma Coach Ouni.

Una escena inimaginable hace todavía algunos años en la rica monarquía del Golfo, cuna del Islam, que durante años fue conocida por su austeridad religiosa.

En el reino conservador, las mujeres han estado apartadas durante muchos años de cualquier práctica deportiva.

Bajo el impulso del príncipe heredero Mohammed bin Salmán, de 40 años, el reino ha quitado algunas de las leyes estrictas antiguamente impuestas a las mujeres, como la prohibición de conducir o la obligación de llevar puesto la abaya y el velo, pero de manera general la población se ha mantenido conservadora.

Opiniones diversas

La danza del vientre “no viene de la península arábiga y es más provocadora que las danzas regionales”, explica Lisa Urkevich, profesora de musicología y de etnomusicología en la Universidad de Georgetown.

“Así que ciertas familias pueden no querer que una joven la practique”, añade.

Sin embargo, Arabia Saudita es un país grande, con opiniones diversas e incluso “dentro de una misma familia, las opiniones sobre la danza y las mujeres pueden variar”, destaca esta investigadora.

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