En los Estudios Churubusco, cada muro, cabina y foro guarda recuerdos de cine, pasión y creatividad. Desde proyecciones históricas hasta grandes sets y laboratorios de digitalización, generaciones de cineastas y técnicos han construido un legado que mantiene vivo el corazón del cine mexicano, donde pasado y presente se encuentran en cada rincón.
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Con la producción de Alberto Palomino.
Laura Velarde
Cada pasillo, foro y edificio en los Estudios Churubusco significan más que una estructura: dentro de las paredes, está guardada la memoria viva del cine mexicano e internacional. Cada muro, cada cabina y cada rincón tiene la huella de historias que se transmiten de generación en generación, uniendo pasado, presente y futuro.
Jaime Baksht inspiración para los trabajadores
Arturo Pintor Pasos, guardián de esta memoria, ha trabajado más de 26 años entre proyectores, cabinas y laboratorios de digitalización. Aprendió de Jaime Baksht, ingeniero de sonido y segundo mexicano en recibir un Óscar por mejor sonido en la película Sound of metal. Así, él fue quien le enseñó que cada cuadro de película tiene vida propia y que cada proyección exige precisión y disciplina.
Arturo creció observando a su padre trabajar entre proyectores y cabinas, capturando en su memoria los aromas, los sonidos y la magia de cada proyección. Esa pasión lo llevó a revisar y proyectar películas de grandes directores como Felipe Cazals, Arturo Ripstein, Gabriel Retes y María Novaro, viviendo estrenos incluso antes que el público.
“El proceso de aprendizaje fue bastante interesante porque para ese momento yo tenía en predicción cerca de 4 años, 3 años, pero pues toda mi vida había estado cerca, digámoslo así, he estado cerca de este material. Mi papá trabajó en estos estudios Churubusco, él era proyeccionista. Entonces, yo desde años yo entraba a la a la cabina de proyección cuando lo venía a visitar, cuando había alguna proyección que podían invitarnos, pues desde ahí empezaba como a entender esta parte.
Ya cuando entré a trabajar aquí, me toca aprender todo este proceso lo que es el cine, lo que son los rollos, lo que es la sincronía, toda esta parte, pero justo cuando llego a esta parte y me invita a capacitarme, entiendo que la regla de cine digital empieza a cambiar. Finalmente es el cine, son los principios del cine, pero con la interpretación distinta. Jaime como era como profesor, Jaime es muy muy estricto.
Con Jaime había que estudiar todo el tiempo y la exigencia era bastante alta, cosa que estaba bien, porque cuando uno ya estaba en los procesos era porque ya sabíamos que estaba pasando, ya sabíamos qué resultado queríamos y pues esa fue la forma como empecé a aprender esto.
Y pues bueno, ya cuando entró también ya me toca proyectarle a directores como Felipe Casals, Arturo Ripstein, Gabriel Retes, María Novaro, o sea, de estos directores que hicieron toda esta historia del cine en México, me tocó proyectarle es justo en esta sala.”
Aprendí de la vieja guardia
Para Juan Cantero, Churubusco fue escuela y familia. Aprendió con la “vieja guardia” a resolver cualquier reto: desde conseguir utilería en un tianguis hasta fabricar objetos imposibles para un guion.
“Yo los jefes que eran muy rudos, pero rudos. Al principio es como te regañaba por bueno, digo un regaño porque no eran regaños, eran groserías, pero aprendes. Eso fue lo que a mí me formó. Yo les digo, yo aprendí de la vieja guardia y todo lo que luego con la gente que me rodeó pues tú muchos sí me han dicho dice, oye, tú sigues con la vieja guardia. Le digo, pues sí, pues gracias a ellos aprendí. Y sigo con ese alineamiento porque antes era ¿Te alineas o te me vas?
Primero, investigamos con los compañeros también de staff, de los utileros o hasta los decoradores. Si ellos lo tienen, pues ya está. Pero si no, es irte a veces a los tianguis, irte a los a los bazares. O sea, tú puedes recordar a lo mejor hasta la esquina y lo encuentres. Pero sí, es una labor que tienes que estar investigando y sobre todo viendo. Ahora ya con la tecnología, pues ya lo como dice lo googleas y ya lo consigues, ¿no? Pero antes era, pues háblale a esta persona a ver si lo tiene.
No lo tengo yo, pero esta persona sí lo tiene. Bueno, pues pásame el contacto. Aquí tú consigues hasta lo que no te puedes imaginar. A veces las tienes que fabricar. Así ha pasado, es por eso están luego hay mucha gente que le sabe a la a las manualidades”.
Israel Romero, que llegó al estudio desde niño, recuerda con cariño los ríos artificiales, el zoológico de animales filmográficos, el pueblo americano y los grandes sets, incluyendo la cueva de El cavernícola con Ringo Starr y el set de Total Recall, donde vio a Arnold Schwarzenegger nadando a las seis de la mañana.
“Pues el tinaco del agua estaba en alto y en la parte de abajo se hacía como una pues pequeña laguna. La película de Arnold Schwarzenegger que fue la de Total Recall, él entraba ahí a las 6 de la mañana a nadar. Y después de eso, bueno, los carritos de golf que quedaban a que dejó esa filmación. Había Antes había mucho trabajo, entonces mi papá en los fines de semana me traía a mí y a mi hermano y nos daba unas escapadas con los carritos de golf. Y nos íbamos toda esa parte de ahí atrás.
Películas como Querida en los niños, Las casas en la entrada principal del edificio morado eran las casas, ahí armaron las casas, o sea, totalmente eran casas habitables y ahí es donde este pues las llegamos a ver. De hecho, se hacía alguna comida y se podía hacer en el jardín.
En los foros se veían la abeja y la hormiga, me parece que eran las se veían el foro en su totalidad casi eran este se crearon el pasto sintético que según se formaba eran este el set de completo en él. Sería que según comemos que se hacían grandes, eran hechos de hule espuma y eso los hacían aquí en esta parte de acá de antes, era la cineteca”.
Y así, este complejo cinematográfico continúa siendo un espacio donde la historia y la modernidad conviven. Un lugar donde cada proyección, cada set y cada pasillo mantiene viva la memoria del cine mexicano. Más que un estudio, son un corazón que late con historias, sueños y creatividad, inspirando a quienes recorren sus pasillos y a quienes aún sueñan con formar parte de su legado.
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