El agujero de la capa de ozono se ha cerrado. Seguro que llevas desde ayer leyéndolo en todas partes. ¡Aleluya! ¡Se acabó el problema! Parece una buenísima noticia y sin duda lo es, pero tampoco debemos venirnos arriba, porque la realidad no es exactamente la que nos muestran los titulares.
El agujero de la capa de ozono, uno de ellos, en realidad, es estacional. Cada año se abre para después cerrarse. Esta noticia que ahora celebramos con ahínco tiene lugar todos los años. Pero entonces, ¿por qué de repente ocupa tantos titulares?
La cuestión es que este año el agujero de la capa de ozono ha sido bastante más pequeño de lo habitual y también se ha cerrado antes de lo normal. Eso significa que las medidas que se han ido tomando desde que entró en vigor el Protocolo de Montreal en 1992 han surtido efecto. El ozono se está recuperando, pero no por completo. Lo más probable es que en 2026 volvamos a tener un agujero en la capa de ozono.
Cuando llegue un año en que las concentraciones de ozono estén por encima de las de hace 45 años será cuando, quizás, podamos dar por finalizado el problema. Mientras tanto, aunque haya pequeños pasos que nos empujen al optimismo, debemos celebrarlo desde la cautela y sin olvidar que el peligro no ha acabado y que debemos seguir tomando medidas.
¿Qué es el agujero de la capa de ozono?
El agujero de la capa de ozono no es un agujero como tal, sino más bien una amplia área de la estratosfera en la que estacionalmente disminuyen mucho los niveles de ozono. Es un gran problema, ya que el ozono es el protector solar natural de la Tierra. Impide que las radiaciones ultravioleta más dañinas del Sol lleguen a la superficie terrestre. Si lo hicieran, sería muy peligroso para los animales, incluyendo los humanos, y también para las plantas. Los índices de cáncer de piel serían aún más elevados.
Esa disminución del ozono se debe a su reacción con gases liberados a la atmósfera por la actividad humana. En su día se descubrió que los clorofluorocarbonos (CFC) eran unos de los principales responsables de este deterioro. Se trata de gases que se usaban muy ampliamente con fines tan dispares como la fabricación de refrigerantes industriales o la preparación de cosméticos en spray.

Con la firma del Protocolo de Montreal se prohibió su uso, lo cual ha resultado muy positivo, pero no son las únicas sustancias que dañan la capa de ozono. Por ejemplo, los hidrofluorocarbonos (HCDC), que se desarrollaron para sustituir a los CFC, no son tan dañinos, pero también contribuyen al deterioro de la capa de ozono. Hoy en día están muy regulados y solo se usan en sistemas de aire acondicionado. Otras sustancias, como algunas que se empleaban como plaguicidas, se han ido prohibiendo. Pero aún hay algunas sustancias agotadoras de la capa de ozono que no están tan reguladas y se usan más ampliamente. Es, por ejemplo, el caso del óxido nitroso.
¿Por qué es estacional?
En realidad, cuando hablamos de agujero de la capa de ozono como una sola entidad estamos cometiendo varios errores. Para empezar, si bien hay uno más o menos fijo sobre la Antártida, por encima del Ártico también se forma uno ocasionalmente. Pero, dado que este es mucho más puntual, vamos a dejarlo a un lado. Volviendo al de la Antártida, tampoco podemos hablar de un solo agujero, porque cada año se cierra y el siguiente se abre uno nuevo.
Esto se debe a que, para que los gases dañinos reaccionen con el ozono, es necesario que se den unas condiciones climáticas muy concretas. En primer lugar, debe hacer mucho frío. Las bajas temperaturas promueven que se formen cristalitos de hielo que dan lugar a nubes estratosféricas, las estructuras en las que se produce la reacción. Por eso, lo más normal es que se forme en torno a los polos. Pero también es importante que haya radiación solar en la mezcla. Eso es lo que hace que el agujero de la capa de ozono sea estacional, ya que en el polar sur, como en el norte, hay seis meses de luz y seis de oscuridad.


En el caso de la Antártida, en el hemisferio sur, al no ser exactamente el polo, puede haber algo de día y de noche entremezclados. Es en los primeros meses con más luz, en torno a septiembre-octubre, cuando comienza a decaer la capa de ozono. Aunque este año ha sido ligeramente diferente.
¿Qué ha ocurrido con el agujero de la capa de ozono de 2025?
El agujero de la capa de ozono de 2025 ha sido especial por muchos motivos. Para empezar, según la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica de los Estados Unidos (NOAA), ha sido el quinto agujero de la capa de ozono más pequeño desde 1992.
Alcanzó sus niveles más bajos de ozono entre el 7 de septiembre y el 13 de octubre. En esas fechas, el tamaño medio del agujero fue de 18,71 millones de kilómetros cuadrados. El día en el que se hizo más grande fue el 9 de septiembre, con 22,86 millones de kilómetros cuadrados. Sin embargo, después del 13 de octubre comenzó a hacerse cada vez más pequeño hasta clasificarse como cerrado por completo el 1 de diciembre. Eso es muchísimo antes de lo normal.
Por poner algunos ejemplos, el agujero de la capa de ozono de 2022 se cerró el 29 de diciembre. El de 2023 el 25 de diciembre y el de 2024 el 19 de diciembre. En cambio, no podemos decir que el agujero de la capa de ozono de 2025 haya sido el de menor duración, porque sí que se formó bastante pronto. Mientras que la mayoría de agujeros han comenzado a desarrollarse en octubre, este lo hizo a mediados de agosto.


Por eso, si bien está claro que hemos mejorado mucho desde 1992 y que las medidas que se han ido tomando han surtido efecto, el peligro no ha terminado. Lo más probable es que en 2026 tengamos otro agujero en la capa de ozono y así sucesivamente. De hecho, si se siguen tomando las medidas pertinentes, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la NOAA y la NASA predicen que la capa de ozono volvería a niveles previos a 1980 en torno a 2040 en latitudes medias, 2045 en el Ártico y 2066 en la Antártida. Porque sí, aunque el agujero, como tal, esté principalmente en la Antártida, en el resto del mundo el ozono tampoco es el que era. La noticia de estos días es buena, pero no suficiente para lanzar las campanas al vuelo.
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