Los tiburones prosperan en algunos parques marinos del Pacífico latinoamericano, pero no en otros. ¿Por qué? | National Geographic

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Cuando Simon McKinley se sumergió en el agua, todo se oscureció. Había visto tiburones desde la superficie, pero ahora, al descender gradualmente con su equipo de buceo, había tantos tiburones martillo comunes agrupados que bloqueaban la luz del sol. “No podías girarte sin ver un tiburón”, recuerda.

McKinley, ecólogo espacial de la Fundación Charles Darwin, estaba estudiando las poblaciones de tiburones en las remotas islas Darwin y Wolf, en las Galápagos. Es “uno de los lugares con más tiburones del mundo”, asevera. Eso también lo convierte en un ecosistema notablemente saludable en el que la vida marina puede prosperar.

Es una de las siete áreas marinas protegidas (AMP) del Pacífico tropical oriental, desde México hasta Ecuador, que McKinley estudió para su nuevo artículo sobre la abundancia de tiburones, publicado a fines de noviembre en la revista PLOS One. El estudio recibió financiación de National Geographic Pristine Seas.

Los resultados revelan un marcado contraste. En zonas remotas y altamente protegidas, con una estricta aplicación de la normativa contra la pesca, los tiburones prosperan, pero en las zonas protegidas más cercanas a la costa, donde se practica más la pesca, se observa una preocupante ausencia de depredadores. La diferencia en el número de tiburones contabilizados demuestra que no todos los parques son iguales, aunque así lo parezca sobre el papel.

Mientras los países de todo el mundo trabajan para alcanzar el objetivo global de las Naciones Unidas de proteger el 30 % de los océanos para 2030, los autores del estudio afirman que los líderes en materia de conservación deben tener en cuenta esta diferencia si quieren implementar medidas de protección que reporten beneficios tangibles para los océanos.

Como “gestores del arrecife”, los tiburones mantienen los hábitats saludables al comer peces enfermos o poblaciones excesivas, evitando que cualquier especie invada el ecosistema, detalla McKinley.

Las AMP son como parques nacionales y tienen diferentes normas sobre la cantidad de actividad humana permitida. En zonas totalmente protegidas, como el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo en Colombia, toda actividad humana está prohibida, mientras que algunas áreas protegidas permiten la pesca, como la Reserva Marina Galera-San Francisco en Ecuador.

Para determinar si estas normas variables afectaban a los tiburones, los científicos los espiaron utilizando dispositivos de vídeo no intrusivos instalados a una profundidad de entre 20 y 25 metros durante al menos 100 minutos.

Los científicos, entre los que se encontraban investigadores de la Dirección del Parque Nacional Galápagos, la iniciativa Pristine Seas de National Geographic y varias instituciones regionales, utilizaron cámaras submarinas llamadas sistemas de vídeo submarino remoto con cebo (BRUV, por sus siglas en inglés) para observar a los tiburones en siete parques marinos repartidos por Ecuador, Costa Rica, Colombia y México. Estos dispositivos utilizaban pescado graso para atraer a los depredadores, y los investigadores contaban cuántos animales acudían a probar el delicioso bocado.

En las AMP de difícil acceso, donde se prohíbe o se controla estrictamente la pesca (las islas Galápagos, Malpelo, Clipperton y Revillagigedo), los autores del estudio observaron sistemáticamente un gran número de tiburones, señala McKinley. 

Sin embargo, las zonas costeras cercanas a la actividad humana (Machalilla, Galera-San Francisco y la isla del Caño) mostraban una realidad diferente. “Solo vimos cuatro ejemplares en más de 30 despliegues en la costa”, comenta sobre el estudio realizado en las tres zonas.

Aunque Caño en Costa Rica técnicamente está fuera del alcance de la pesca, se ha registrado pesca ilegal dentro de sus límites.

Cerca de la costa, los tiburones corren un mayor riesgo debido a una serie de actividades humanas, como la destrucción de su hábitat, la contaminación y la pesca costera. “Para ellos es más fácil y más barato pescar cerca de la costa que hacerlo en alta mar”, lo cual puede ser muy peligroso, afirma Samantha Andrzejaczek, investigadora científica de la Estación Marina Hopkins de Stanford, que tampoco participó en el estudio.

El estudio demostró que las zonas de veda debidamente aplicadas más alejadas de la costa dieron lugar a un aumento de las poblaciones de tiburones y peces visibles en las cámaras.

“Estas AMP altamente protegidas son absolutamente eficaces para restaurar estas grandes poblaciones de peces que hemos eliminado de forma tan eficaz durante los últimos 50 años, o incluso más, 100”, asegura Rory Moore, responsable de conservación de la Blue Marine Foundation, que no participó en el estudio.

La diferencia clave que influyó en la salud de estos ecosistemas era clara: la pesca.

Las áreas marinas protegidas que permiten la pesca no funcionan”, sostiene Enric Sala, coautor del estudio y fundador de National Geographic Pristine Seas. Sala, también explorador residente de National Geographic, añade que solo el 3 % de los océanos del mundo está protegido de la pesca.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2025/12/los-tiburones-prosperan-en-algunos-parques-marinos-del-pacifico-latinoamericano-pero-no-en-otros-por-que

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