La Habana/Este sábado, mientras la mayor parte de Cuba intenta sobrevivir entre apagones, represión, enfermedades y hambre, varios ciudadanos se congregaron frente a los hoteles de La Habana con la esperanza —o simplemente la necesidad— de recibir una supuesta ayuda económica prometida en las redes sociales. El origen del rumor fue “otra broma” del creador de contenido Ignacio Giménez, una figura que en ciertos círculos digitales se presenta como “salvador de Cuba” y que, una vez más, consiguió agitar a una población exhausta con promesas de algo que nunca existió.
Videos difundidos en X mostraron a decenas de personas reunidas frente a hoteles capitalinos, entre ellos el Habana Libre. Algunos acudieron temprano, esperando encontrar a los “jóvenes con pullovers amarillos” que, según el falso anuncio, repartirían asistencia económica a todo el que presentara su carné de identidad. La escena mostraba a decenas de ciudadanos haciendo lo que durante décadas han hecho —esperar, confiar, hacer su cola— pero esta vez detrás de un espejismo digital.
La avalancha de reacciones obligó al Ministerio de Turismo a sacar una nota oficial para despejar la niebla: “Es falsa la noticia que circula en algunos medios y plataformas digitales sobre la supuesta distribución de donaciones en hoteles del país tras el paso del huracán Melissa”. La institución también exhortó a la población a no difundir información carente de verificación y recordó que no es ese ministerio quien gestiona las donaciones humanitarias.
Pero el desmentido llegó después de los hechos. Ya varias personas habían sido vistas dando vueltas en torno a los accesos del Habana Libre, según confirmó el periodista oficialista Lázaro Manuel Alonso en su muro de Facebook. “El último bulo de las redes sociales es la entrega de dinero en los hoteles”, escribió. “Hoy me sorprendió ver más personas de lo usual en los alrededores del Habana Libre a la espera del regalo prometido”. Alonso lamentó que las redes se utilicen para “desinformar, mentir y burlarse de las personas”.
“Mañana va a ser un día espectacular”, remató, antes de cerrar su iPad “para descansar”
El detonante de toda esta escena fue un texto publicado por Ignacio Giménez, personaje cuya fama se ha construido sobre videos virales, anuncios apocalípticos, pronósticos del cercano fin del régimen y promesas de entregas millonarias a la población cubana. En su mensaje, Giménez anunció que “en pocas horas” estarían “preparados en todos los hoteles de la Isla” para repartir “las ayudas comprometidas”. Aseguró que habría orden, presencia de la televisión nacional, imágenes desde las provincias, y hasta un ejército de jóvenes uniformados “en cada puerta de cada hotel”.
“A las 8:00 am comenzaremos a colgar imágenes”, dijo. “Mañana va a ser un día espectacular”, remató, antes de cerrar su iPad “para descansar”.
Aunque es un nombre bastante conocido por los cubanos que más interactúan en las redes sociales, todavía algunos se preguntan: ¿Quién es Ignacio Giménez? El español se presenta como “letrado”, aunque ningún colegio de abogados en España o Estados Unidos lo reconoce. Afirma haber trabajado en casos legales internacionales contra altos mandos del régimen cubano, pero no existe rastro documental de tales litigios. Dice manejar fondos multimillonarios “recuperados” del poder cubano, destinados a repartir entre los ciudadanos de la Isla, pero tampoco ha presentado prueba alguna de su existencia.
Su fama surgió durante los años de mayor hartazgo social, especialmente en el contexto previo a las protestas del 11 de julio de 2021. Para muchos cubanos dentro y fuera del país, cualquier figura que prometiera un cambio fácil y rápido —con dinero incluido— podía volverse referencia. Giménez aprovechó ese vacío emocional y creó transmisiones en vivo cargadas de épica, frases grandilocuentes, promesas de millones de dólares y una retórica mesiánica centrada en la inminente caída del sistema cubano.
En 2021 prometió emitir una directa de seis horas donde mostraría “pruebas demoledoras” del colapso del régimen. En aquel momento, varios medios de prensa e influencers amplificaron su mensaje. No apareció. Después vinieron anuncios de juicios, “sentencias selladas”, confiscaciones de cuentas bancarias de altos funcionarios y la inminente “liberación económica” de los cubanos. Tampoco ocurrió nada. Su historial de promesas fallidas es tan largo como su capacidad para reinventarse o la obstinada fe de sus miles de seguidores.
“El fin justifica los medios… Estuve durante meses creando un estado de excitación colectiva que yo sabía que iba a terminar en una decepción gigantesca”
Hace apenas unas horas el propio Giménez publicó un mensaje intentando aclarar su “plan”. En él reconoce explícitamente que sus promesas falsas no son errores ni bromas, sino estrategias deliberadas para provocar reacciones colectivas: “El fin justifica los medios… Estuve durante meses creando un estado de excitación colectiva que yo sabía que iba a terminar en una decepción gigantesca capaz de remover a un pueblo hasta lanzarlo a las calles sin tener que pedírselo.”
Pero si las declaraciones de Giménez revelaron su “propósito”, las respuestas que recibió en su propio perfil lo expusieron aún más. En cuestión de minutos, su muro se transformó en un tribunal improvisado donde cientos de cubanos —dentro y fuera del país— expresaron indignación, dolor y también una claridad moral que contrasta con el tono teatral del autodenominado “salvador digital”.
Los calificativos iban desde “mentiroso”, “estafador”, “bufón” hasta recomendaciones más directas: “debería internarse” o “algún neuroléptico le ayudaría”. Para muchos, lo ocurrido no fue solo una broma cruel, sino la burla deliberada a un pueblo agotado. Una usuaria resumió ese sentimiento: “Ha jugado con un país pobre, con gente desesperada que creyó, porque ya no tiene nada más en qué creer”.
Otros reprochaban no solo el engaño, sino la irresponsabilidad estructural detrás de él. “Manipular emocionalmente a un pueblo desesperado para provocar explosiones sociales basadas en mentiras no es liderazgo”, escribió una internauta en un comentario que rápidamente se volvió referencia entre los usuarios. “Eso es instrumentalización del dolor ajeno”, añadía, y lo confrontaba con una verdad dura: “La mentira —venga del Partido o de un presunto opositor— siempre termina oprimiendo.”
“Manipular emocionalmente a un pueblo desesperado para provocar explosiones sociales basadas en mentiras no es liderazgo”
Muchos reclamaban haber creído en él. “Tenías que hablar claro”, escribió un seguidor. “La gente fue por su dinero… ¿cómo queda tu palabra ahora?”. Otros exigían medidas más concretas: “Lo mejor es reportar su cuenta para que se la cierren”, pedía una mujer, recordando que no era la primera vez que Giménez hacía promesas imposibles. “Solo busca seguidores para monetizar”, añadió otra.
Entre las críticas también emergían mensajes más íntimos, dolidos: “Muchos creyeron en usted”, escribió una usuaria. “No tuvo piedad. Se burló de un pueblo sufrido”. Otro seguidor, más resignado que indignado, comentaba: “Me has decepcionado, pero no te odio. Gracias por lo que nos gustó y lo que no. Memento mori”.
La mayoría coincidía en un punto: el pueblo cubano, víctima durante décadas de manipulaciones políticas, no necesita un manipulador más, por muy “creativo” que este se declare. “La libertad no se construye mintiendo”, escribió con severidad una comentarista. “El que miente por amor no ama: controla. Y Cuba ya conoce demasiado bien ese tipo de amor que oprime”.
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