Extranjeros que residen en México relatan cómo el aumento en el precio de uvas, pescados y mariscos encarece la cena de fin de año, obligándolos a ajustar tradiciones y gastos.
Natalia Matamoros
En México, la cena de fin de año siempre ha sido sinónimo de abundancia, reunión y tradición. Sin embargo, en los últimos años —y con mayor fuerza este diciembre— preparar una mesa festiva se ha vuelto un reto económico, especialmente cuando el menú incluye platillos de origen extranjero o ingredientes asociados a cocinas internacionales, cada vez más comunes en hogares urbanos y comunidades con presencia de residentes foráneos.
En un recorrido realizado por los mercados internacionales en México, el equipo de IMER Noticias entrevistó a Sonia Goutreau, ciudadana canadiense casada con un mexicano. Para este fin de año, su cena será mayormente mexicana, aunque incorporará algunos elementos de su país, como un jamón combinado con piña.
Este año, Sonia invitó a un grupo de amigos canadienses, quienes por primera vez comerán uvas al sonar las 12 campanadas para recibir el 2026, una tradición que no existe en Canadá.
No obstante, considera que el precio de esta fruta ha aumentado de manera considerable. El año pasado las encontró en 100 pesos el kilo y, este año, las más económicas cuestan entre 150 y 160 pesos. Incluso hay uvas de gran tamaño cuyos paquetes oscilan entre 200 y 250 pesos.
“Ellos están de nuevo acá y queremos que sepan un poco cómo se celebra el 31, ya que en Canadá no se comen uvas a la medianoche. Esa costumbre de las uvas del 31 no existe. Existe el champagne, el vino y la tomadera. El costo de las uvas se me hizo más elevado, están más caras que en Canadá, es lo que he visto aquí, pero voy llegando”.
Luis Rodríguez es originario de Galicia, España, y lleva ocho años residenciado en México. Para este 31 de diciembre preparará una mesa variada en la que predominan los pescados y mariscos típicos de su tierra, la cual compartirá con hermanos y primos.
“Llevo para hacer arroz con bogavante, que es arroz, verduras, es como una paella caldosita, con el bogavante, que es un bichito parecido a la langosta. Llevamos también almejas para hacer como una cremita, y camarones y carne”.
Aunque los precios de las verduras y las carnes rojas se han mantenido estables, Luis confiesa que el pescado y los mariscos han aumentado cerca de un 25 % en comparación con el año pasado. Antes pagaba entre 180 y 200 pesos por kilo de camarón y actualmente el producto se ubica entre 250 y hasta 300 pesos. Para conseguir opciones más económicas debe peregrinar por diversos centros de abastecimiento.
Este año invirtió siete mil pesos en la preparación de la cena, cuando el año pasado había destinado cinco mil.
“Un poquito más caro, sí, subió bastante; creo que es porque algunas cosas son importadas. El marisco mucho viene importado y está más caro este año. Yo le calculo que ha aumentado un 25% o más. Los mariscos están carísimos. Las carnes, por ejemplo, las veo como el año pasado y las verduras, pero en tema pescados y mariscos ha aumentado mucho”.
Por los pasillos del Mercado de Medellín se paseaba Fátima Ribeiro en busca de los ingredientes faltantes para su cena, que no ha podido conseguir en otros centros de abastecimiento. En la noche del 31 de diciembre servirá platillos típicos de su natal Portugal para compartirlos con su esposo, hijos y nietos. Así lo explica.
“Va a estar el bacalao con papas y col, siempre con el aceite de oliva. Esa es una comida muy portuguesa. Va a estar el filete de res al horno, va a estar la lasaña, porque a mis nietos les encanta la lasaña”.
Aunque es originaria de Portugal, Fátima vivió muchos años en Venezuela y de ese país también ha rescatado elementos culinarios propios de estas fechas, como las hallacas, el pan de jamón y la ensalada de gallina. En los mercados internacionales ha logrado conseguir la mayoría de los ingredientes para estos platillos, pero a precios más elevados que en años anteriores.
“Aquí en este mercado no es barato, pero sí tienes mucha calidad, puedes escoger, pero yo vengo acá para cosas muy puntuales. Por ejemplo, esto no lo encontré en el supermercado, esto es hinojo, pero las ramas yo no hago nada con ellas”.
La cena de fin de año sigue siendo un momento especial que involucra familia y tradición, pero que hoy en día obliga a tomar decisiones más conscientes, pues el desafío no solo está en cocinar, sino en mantener un equilibrio entre gusto, tradición y economía.
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