Los investigadores desconocen en qué momento de la ascendencia del hombre de Nuwayrat se mezclaron estas dos poblaciones, pero afirman que probablemente ocurrió a lo largo de cientos o incluso miles de años en la ascendencia del hombre, y tal vez en múltiples ocasiones. Estos datos genéticos concuerdan con las pruebas arqueológicas, lo que sugiere que, además del intercambio de bienes como cultivos y animales, y de cultura como los sistemas de escritura y el torno de alfarero, las propias personas se desplazaban y se mezclaban entre regiones.
“El artículo constituye un hito importante en el campo de la genómica del antiguo Egipto“, asegura Yehia Gad, supervisor científico del laboratorio de ADN antiguo del Museo Nacional de la Civilización Egipcia de El Cairo, que no participó en el estudio. Dice que el hallazgo “refuerza la condición del antiguo Egipto como centro y crisol del mundo arcaico“.
Los siguientes pasos para el equipo, dice Girdland-Flink, son colaborar con científicos egipcios para seguir descifrando el pasado de Egipto. Gad, que ayuda a dirigir el proyecto nacional de genoma de Egipto, cuyo objetivo es secuenciar los genomas de 100 000 adultos egipcios y 200 momias antiguas, afirma que recibe la idea con satisfacción. “Todos podemos colaborar y trabajar juntos para trazar un panorama más completo de esta fascinante civilización, que constituye una etapa importante en la trayectoria de la humanidad”, dice.
Además de secuenciar el genoma del hombre de Nuwayrat, los investigadores también dieron a conocer una reconstrucción facial realizada por la antropóloga forense Caroline Wilkinson. Wilkinson, que dirige el Face Lab de la Universidad John Moores de Liverpool, ya había recreado anteriormente los rostros de personajes como Ramsés II y Arsinoë IV, hermana de Cleopatra.
Partiendo de un escaneo 3D de su cráneo, construyó sus rasgos faciales, como la línea de la mandíbula, la nariz y los ojos, partes del cuerpo que son relativamente fáciles de predecir a partir de la estructura ósea, según explica. Las orejas y la boca, por el contrario, son más difíciles.
El análisis genético sugirió que el hombre probablemente tenía ojos marrones, cabello castaño y una pigmentación de la piel “que iba de oscura a negra”, según las predicciones de una herramienta llamada sistema HirisPlexS. Sin embargo, los autores advierten que estas predicciones tienen cierto grado de incertidumbre, dada la escasez de datos genéticos de poblaciones antiguas comparables.
Para evitar especulaciones sobre rasgos que no podían determinar con certeza, Wilkinson afirma que ella y su equipo realizaron la reconstrucción en escala de grises, sin cabello ni tono de piel. Añadió que espera que la imagen suscite cierta controversia, al igual que lo han hecho otras representaciones de antiguos egipcios en el pasado. A menudo se les critica por parecer “demasiado europeos” o “demasiado africanos”, reconoce.
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