España investiga la peste porcina y Cuba se queda sin lechón

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By ndh
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Madrid/Lo que parecía un episodio sanitario localizado en la sierra de Collserola, en las afueras de Barcelona, se ha transformado en una crisis con consecuencias internacionales. La detección de un virus de la peste porcina africana (PPA) perteneciente a un genotipo desconocido en la Unión Europea, el grupo 29, ha abierto una vía de investigación sobre la posibilidad de que el brote haya salido de un laboratorio.

El Ministerio de Agricultura confirmó la apertura de una investigación exhaustiva después de recibir un informe del Centro de Referencia de la Unión Europea que identifica la cepa catalana como muy similar a la que circuló en la antigua república soviética de Georgia en 2007, ampliamente utilizada desde entonces en experimentos y ensayos de vacunas en instalaciones de confinamiento biológico. Ese detalle –combinado con que dicho genotipo no circula en ningún país europeo– ha sembrado dudas sobre el origen del brote, que hasta hace unos días se atribuía a algo tan prosaico como un bocadillo con embutido contaminado abandonado entre los desechos del bosque.

El giro llega en un contexto continental ya tenso. Según un informe del Ministerio de Agricultura español, la PPA ha afectado a más de 20 países europeos desde 2014, impulsada por la expansión del jabalí europeo, el principal reservorio del virus. La enfermedad avanza de forma lenta pero constante –entre 2,9 y 11,7 kilómetros por año– y se mantiene activa en un mosaico de zonas donde la vigilancia es diaria. En varios países del Este, algunos brotes se han atribuido directamente a fallos humanos: desechos contaminados, transporte irregular de productos porcinos o incumplimientos de bioseguridad. Con este historial, España se enfrenta a un dilema epidemiológico donde ninguna hipótesis puede descartarse.

La aparición del foco en Barcelona tuvo un efecto automático, España perdió su estatus de país libre de la enfermedad y suspendió temporalmente las exportaciones de cerdo a unos 40 países, entre ellos Cuba, que en los últimos años se había convertido en uno de sus clientes.


La atención se centra en un centro de investigación en sanidad animal situado a un kilómetro de donde aparecieron los primeros jabalíes infectados

A pocas semanas de las fiestas de fin de año, el lechón asado, ya convertido en lujo para muchos cubanos, enfrenta su amenaza más seria. La Isla depende casi por completo de la carne de cerdo española, utilizada tanto en tiendas en divisas como en el mercado estatal y en el abastecimiento informal que sostiene a los agromercados. La producción nacional ha caído en picada, y España se había convertido en el único proveedor capaz de enviar grandes volúmenes a precios relativamente estables. Su interrupción deja un vacío difícil de sustituir.

En España, la atención se centra en el IRTA-CReSA, un centro de investigación en sanidad animal situado a un kilómetro de donde aparecieron los primeros jabalíes infectados. El instituto es uno de los pocos laboratorios españoles que puede trabajar con virus de máxima peligrosidad gracias a sus salas de biocontención de nivel 3, accesos sellados, presiones negativas, filtrados dobles de aire y protocolos que obligan a entrar y salir desnudo, con duchas obligatorias y ropa esterilizada.

La proximidad geográfica al foco y la similitud entre la cepa experimental y la detectada en Collserola han encendido las alarmas. Aun así, el centro rechaza de plano la hipótesis de fuga. Joaquim Segalés, investigador y veterinario, aseguró esta semana que se revisaron los protocolos recientes sin hallar “ninguna alteración de la bioseguridad” y que las instalaciones operan “como un búnker”. Todas las muestras, insistieron desde la dirección, se destruyen tras su uso para impedir cualquier escape accidental.

Pese a estas declaraciones, tanto el Ministerio de Agricultura como el gobierno de Cataluña han abierto expedientes informativos. El consejero catalán, Óscar Ordeig, reconoció que no puede descartarse ninguna vía de contagio, y ordenó a la Policía autonómica investigar el caso, en paralelo al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona).


La peste porcina africana es un nombre familiar para los cubanos

Las autoridades ampliaron a 91 municipios la prohibición de acceso al bosque y restringiendo actividades rurales y de caza. La medida se alinea con el sistema de regionalización sanitaria de la Unión Europea, que impone cierres inmediatos de movimiento de animales y productos cuando se detecta un brote, incluso si afecta solo a jabalíes, ya que el virus puede permanecer estable en el ambiente durante meses y desplazarse lentamente sin ser detectado.

Aunque la positividad en los últimos jabalíes hallados ha disminuido, las autoridades advierten que el brote no podrá considerarse extinguido hasta dentro de varias semanas.

La peste porcina africana es un nombre familiar para los cubanos. El país sufrió dos brotes devastadores en 1971 y 1979-1980, que obligaron al sacrificio de más de 800.000 animales en total y dejaron una huella profunda en la memoria colectiva. Aunque aquellos eventos fueron interpretados por el Gobierno como ataques biológicos, lo cierto es que Cuba logró erradicar la enfermedad y no registra circulación de PPA desde entonces. 

No existe relación epidemiológica entre los brotes cubanos de los 70 y el foco español actual. La cepa de Barcelona procede del linaje euroasiático surgido en 2007 y nunca ha circulado en América. Sin embargo, su impacto económico en Cuba será inmediato.

Si España no recupera pronto su capacidad exportadora y Cuba no encuentra proveedores alternativos con precios asumibles, el resultado será previsible: colas más largas, precios todavía más altos y un fin de año en el que, para muchos, el lechón dejará de ser un deseo caro para convertirse en un recuerdo. Basta un brote a miles de kilómetros para vaciar la mesa cubana.

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