La IA hace un descubrimiento médico trascendental para protegernos de los virus

Los virus no están vivos como tal. Necesitan introducirse en nuestras células y secuestrar nuestra maquinaria de replicación para poder sacar copias de sí mismos y hacer efectiva la infección. Si solamente entran en nuestro cuerpo, pero no logran penetrar en las células, no hay problema. Por eso, hay muchos científicos dedicando su trabajo a buscar formas de cerrarles las puertas. Se trata de puertas muy variadas, que dependen tanto del tipo de célula como del virus en cuestión. Pero por algo hay que empezar. Por eso, el hallazgo que acaban de hacer unos científicos de la Universidad Estatal de Washington gracias a la Inteligencia Artificial (IA) es un gran paso adelante. 

Han descubierto cómo una proteína del virus del herpes cambia su conformación para fusionarse con nuestras células y crear en ellas una puerta de entrada. Hace tiempo que se sabía que esto ocurría, pero no se había logrado entender cuál era ese cambio de conformación. De hecho, había miles de opciones posibles. Por eso, estos científicos pensaron que la IA podría tener la solución. Si hay algo que se le da bien a sus algoritmos, es analizar mucha información a gran velocidad. 

Tras analizar todas esas posibles conformaciones en tiempo récord, se dio con la conformación exacta. Y lo mejor es que se descubrió cómo podría mutarse el gen que codifica la proteína para que no logre alcanzar esa conformación y, por lo tanto, no pueda fusionarse a las células. Todo esto está en una fase muy preliminar. Pero, de momento, parece de lo más interesante.

¿Cómo descubrió la IA el truco de este virus para abrir las puertas celulares?

La glicoproteína B es una proteína que se encuentra en la envoltura de los virus del herpes y se encarga de ayudarlos a fusionarse a las células a las que infectan e introducirse en ellas. Como ya hemos visto, se sabe que para que logre esa fusión primero debe producirse un cambio en su conformación. ¿Pero cuál?

Las proteínas están compuestas por unos bloques conocidos como aminoácidos. Las distintas conformaciones de una proteína se producen cambiando las interacciones entre unos aminoácidos y otros, como si fuesen proteínas de lego. Existen miles de interacciones posibles entre los aminoácidos que podrían dar lugar a esa peligrosa fusión. Por eso, para no tener que hacer pruebas de ensayo y error durante años, los autores de este estudio utilizaron un algoritmo de IA capaz de, en un entorno celular simulado, probar todas las conformaciones y comprobar cuál sería la que da inicio al peligro.

¿Qué se hizo después?

Una vez que la IA detectó la conformación sospechosa, se pasó a llevar a cabo pruebas de laboratorio en cultivos celulares, mutando el gen que tiene las instrucciones para sintetizar esta proteína viral. En concreto se mutó un solo aminoácido. Justamente uno de los que interaccionan entre sí en esa nueva conformación. Así, se vio que el virus del herpes perdía la capacidad de infectar a las células en las que normalmente es capaz de reproducirse.

Aunque, de momento, esto se haya hecho solo en cultivos celulares, es un gran avance que nos demuestra cuál es el lado bueno de la IA. Sus algoritmos tienen muchas sombras, pero también pueden facilitarnos el trabajo de formas muy beneficiosas. Esta, sin duda, es una de ellas. Esperemos que todo lo que se ha descubierto gracias a la IA acabe llegando a buen puerto y, sobre todo, se pueda probar también con otros virus y otras células.