Kenia reubica jirafas ante la pérdida de su hábitat

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▲ Operación para trasladar grandes herbívoros del rancho Kedong, debido a la subdivisión de tierras y el confinamiento que han interrumpido las rutas migratorias de la fauna silvestre en Naivasha, Nakuru.Foto Afp

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Periódico La Jornada
Miércoles 19 de noviembre de 2025, p. 6

Naivasha. Guiada con cuidado por guardabosques, una jirafa con los ojos vendados se tambalea al subir al vehículo que la llevará lejos de un entorno cada vez más hostil, rumbo al Valle del Rift, en el este de Kenia.

Según los conservacionistas, este tipo de reubicaciones representa el último recurso cuando la actividad humana o el cambio climático ponen en riesgo la supervivencia de la fauna silvestre o su convivencia pacífica con los humanos.

Las complejas operaciones, supervisadas por el Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS, por sus siglas en inglés), se han vuelto cada vez más frecuentes en el este del país africano.

Cientos de jirafas, cebras y antílopes han sido retirados de Kedong Ranch, en la ribera del lago Naivasha, un popular destino turístico.

Con el paso de los años, este territorio ha sido vendido y subdividido en parcelas para proyectos inmobiliarios, lo que impide que los animales pasten o utilicen el corredor natural entre el monte Longonot y Hells Gate.

“Los animales comenzaron a sufrir. Estaban varados, estresados”, explicó Patrick Wambugu, del KWS, en referencia a las cercas que bloquean la ruta natural de las jirafas.

El equipo de Wambugu reubicó el domingo a cinco ejemplares en una operación que movilizó a decenas de personas, varias camionetas e incluso un helicóptero, que sobrevoló las planicies para rastrear a los animales antes de sedarlos con dardos tranquilizantes.

Dominic Mijele, veterinario de KWS, dijo que la jirafa es el animal más difícil de trasladar y que implica “numerosos” riesgos.

Esta criatura de largas extremidades puede sufrir caídas fatales al ser sedada y, pese a su apariencia apacible, es capaz de propinar fuertes patadas a quienes intentan asistirla.

También son sensibles a la anestesia y no pueden permanecer sedadas por mucho tiempo debido a su particular anatomía, que incluye una gran distancia entre el corazón y el cerebro, explicó Mijele.

Por ello, los guardabosques deben inmovilizar físicamente al animal antes de vendarle los ojos y proceder a su traslado.

Una vez asegurados en la camioneta, los animales deben ser trasladados unos 30 kilómetros desde el rancho hasta su nuevo hogar en la reserva privada Oserengoni.

Allí, un veterinario los monitorea durante una semana, aunque por lo general establecen su territorio en apenas dos días.

“Esperamos que en los próximos años la población se multiplique y puedan prosperar en este lugar”, comentó Mijele.

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