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Carlos Alcaraz, la historia y la felicidad

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El partido de ayer de Nadal y Blanchfue un da de juventud y el de hoy, el de Alcaraz y Shevchenko, lo fue para el recuerdo. El tenis, como todo el deporte, se invent para la felicidad, para el bienestar de la gente. Para pasarlo bien. Manolo Santana e Ion Tiriac concibieron el Mutua Madrid Open como una fiesta.

Ellos y sus compaeros de generacin jugaban como vivan: como artistas que disfrutaban con lo que hacan y as dibujaban en las pistas formas y lineas de Dal a Pollock con msicas de Shocking Blue a Los Bravos. Carlos Alcaraz parece haber heredado ese espritu. Todava tiene el defecto de costarle ganar cuando no juega bien. Pero cuando se siente bien, cuando su expresin corporal denota felicidad, Carlos Alcaraz juega bien. Y gana. Casi siempre.

Carlos Alcaraz tiene algo de tenista antiguo. De artista. Tiene golpes imprevisibles. No sigue guin alguno. Ver un partido suyo es no saber qu vas a ver, pero s que te vas a divertir. Y la gente lo sabe. Las gradas y palcos del Mutua, llenas un viernes a las cuatro de la tarde, estallaban en aplausos. En rostros que se volvan al vecino de asiento con sonrisas de oreja a oreja y lectura de labios de “Has visto? Eh?”.

Y en la pista un Carlos de cogote rapado, de manga compresora en el brazo, enlazaba golpes de fantasa porque los que no lo eran tambin eran considerados tal. Quiz como hubieran hecho un Santana o un Rosewall del siglo XXI. Jugando con fantasa, pero a toda mquina, con raqueta ms ligera y bola ms veloz. El pblico agradece que un partido sea algo ms que un duelo artillero.

Y s, juegan dos. Shevchenko, un tenista kazajo que cuando el ao pasado estuvo el Open Comunidad de Madrid, Challenger ATP -que gan- an era ruso, tambin se sum al ‘vintage’ reclamando al Ojo de Halcn, igual que haca Nastase a su antepasado, el Cyclops de Wimbledon. (“Esa mquina es comunista!!!”, gritaba cuando le cantaba malo un servicio). Poco ms pudo hacer adems de escuchar los ‘Davai, Davai’ (el ‘Vamos’ ruso) que su esposa, Potapova, le lanzaba desde la grada. El pblico tambin agradeci que cumpliera con su papel.

Y en fin. De Alcaraz no slo disfrutaron las personas con entrada en el Estadio Manolo Santana. Por la maana, su entrenamiento estuvo igualmente abarrotado como todas las pistas exteriores. Un leyenda de La Caja Mgica es que la gente no va ‘a ver tenis’ sino a ver estrellas. Y lo siguen diciendo, ya ven ustedes…



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