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Cuidado con cómo guardas la harina: puede explotar

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A veces, los ingredientes más aparentemente inocuos de nuestras despensas pueden convertirse en combustible para una explosión si se exponen a unas condiciones determinadas. Es, por ejemplo, el caso de algunos frutos secos, como los pistachos. Son tan inflamables que se consideran mercancía peligrosa, de tal manera que se deben llevar a su destino bajo unas condiciones de seguridad muy estrictas. Otro caso muy curioso es el de la harina. De hecho, este polvo tan insulso ha sido el responsable de varias explosiones mortales a lo largo de la historia.

Una de las peores ocurrió en 1878 en un molino de la ciudad de Washburn, cerca de Minneapolis. Una mala manipulación de la harina condujo a una explosión que acabó con la vida de 18 personas. Por eso, desde entonces las condiciones de seguridad en este sector de la industria se han reforzado mucho.

Se sabe que para que la harina pueda conducir a una explosión deben darse cinco condiciones concretas. Por eso, es importante hacer desaparecer al menos una de ellas. Pero empecemos por el principio. ¿Por qué arde la harina?

El origen de los peligros de la harina

En realidad, hablamos de harina, pero cualquier polvo rico en carbohidratos puede ser altamente inflamable. Por ejemplo, ocurre también con el café o el azúcar. No obstante, se han documentado más explosiones con harina, porque es más fácil que se reúnan esos cinco factores que veremos más adelante.

café molido
El café molido puede suponer un problema similar. Crédito: P-O-sitive negative (Unsplash)

Los carbohidratos, como su propio nombre indica, están compuestos por carbono e hidrógeno, principalmente. Estos son también los dos ingredientes principales de los hidrocarburos, que tan habitualmente se utilizan como combustible. No en vano, los carbohidratos son combustible para nuestras células.

De cualquier modo, dejando a un lado las células, para quemar tanto los hidrocarburos como los carbohidratos, se necesita oxígeno. Así, se produce una reacción de combustión, en la que el carbono y el hidrógeno reaccionan con el oxígeno, dando lugar a dióxido de carbono, vapor de agua y una gran liberación de energía.

Si esos combustibles se encuentran en forma de polvo en suspensión son aún más inflamables, ya que, en el aire, las partículas tienen una mayor superficie de contacto con el oxígeno. Además, cuando forman nubes, las partículas siguen estando muy cerca de otras y es más fácil que se origine una reacción en cadena.

Por lo tanto, si tenemos harina en la encimera de la cocina, lista para preparar una masa de pizza, no hay peligro. En este caso, no hay suficiente superficie de contacto con el aire para que pueda llegar a arder. Pero, incluso si hay nubes de polvo en el aire, sigue siendo necesaria una chispa que encienda la reacción. Bastaría con la chispa que salta de dos piedras de molina o de las maquinarias que se utilizan en las fábricas o en las cocinas profesionales.

Ya tenemos aquí cuatro de los cinco factores que hemos mencionado: polvo en suspensión, una nube, aire y el chispazo. Todo esto favorecería un incendio, pero no una explosión. Para eso se necesita el quinto factor: tener el polvo confinado en un espacio cerrado.

¿Cómo se puede evitar una explosión?

Es importante tener en cuenta que, salvo que nos dediquemos profesionalmente a la panadería o la elaboración de harina, no debemos temer los riesgos de la harina. En un hogar tradicional no hay una cantidad suficiente de polvo en suspensión para dar lugar a este riesgo. Aun así, vale la pena conocerlo en caso de un uso más industrial de este ingrediente.

Las medidas de seguridad más habituales pasan por aspirar regularmente la harina que se encuentra en el aire. También se debe evitar el almacenamiento en lugares muy cerrados. Incluso se puede trabajar con la concentración de harina,

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La harina en una encimera no es tan peligrosa. Crédito: Unsplash

Esto lo vieron en 2019 dos investigadores del Instituto de Tecnología de Beijing. Observaron que la llama se expande a una velocidad máxima cuando la concentración de harina en un espacio cerrado es de 800 gramos por metro cúbico. No obstante, si esta aumenta hasta los 1.000 gramos por metro cúbico, la llama se debilita. Posiblemente, ya no haya tanto espacio para que se formen nubes de polvo.

En definitiva, no hay que temer los riesgos de la harina en general, pero sí se deben tener en cuenta en algunas condiciones muy concretas. Parece el más inocuo de los ingredientes, pero puede esconder riesgos que no imaginaríamos. Puede que lo de los zombies de The Last of Us fuese una exageración, pero su explosión sí es algo plausible. A veces, la vida real es casi tan sorprendente como la ficción. 

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