el curioso indicador de cuando el mundo entra en crisis

El Pizzómetro, un curioso indicador de crisis

Según se explica, el consumo de pizzas en edificios federales de Estados Unidos, como la Casa Blanca o el Pentágono, se incrementa drásticamente cuando se está por desatar una crisis. Esto se debe a que el personal que se desempeña en dichas dependencias debe trabajar más horas de lo habitual, y hasta trasnochar para seguir los eventos críticos que suceden tanto a nivel doméstico como en otras partes del mundo.

En el caso del Pentágono, que es la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, nos referimos a un sitio en el que trabajan más de 23.000 personas, entre personal civil, militar y de apoyo. El emblemático edificio cuenta con un área de esparcimiento con múltiples locales pertenecientes a cafeterías y cadenas de comida rápida. Sin embargo, cuando las crisis se desatan durante la noche estadounidense, las pizzerías del área se vuelven la fuente de alimentación predilecta de los empleados. De allí que el Pizzómetro gane tanta relevancia en casos como el del ataque de Irán a Israel.

Lo del Pizzómetro no es nada nuevo. The Washington Post publicó en diciembre de 1998 que el incremento repentino en la demanda de pizzas destinadas a dependencias gubernamentales se produjo tanto en asuntos críticos de política exterior como interior. En enero de ese año, tres días después de que saliera a la luz el escándalo entre Bill Clinton y Monica Lewinsky, Domino’s Pizza recibió pedidos por 2.600 dólares desde la Casa Blanca, cuando el gasto promedio por esa misma cantidad de días no solía superar los 550 dólares.

Una señal con mucha historia

Frank Meeks, dueño de los locales de Domino’s en el área de Washington, fue uno de los más vocales sobre la relevancia del Pizzómetro en las crisis globales. El susodicho indicó que su cadena envió 102 pizzas al Pentágono y 52 a la Casa Blanca el 21 de agosto de 1991. ¿Qué ocurrió ese día? El intento de golpe de Estado en la Unión Soviética que depuso por un puñado de días a Mijaíl Gorbachov como presidente.

Algo similar ocurrió durante la Guerra del Golfo, donde el propio Meeks reconoció que en varias ocasiones se dispararon los pedidos de pizzas no solo desde la sede de Defensa y la residencia oficial del presidente de Estados Unidos, sino también desde la oficina principal de la CIA. Se dice que sus revelaciones sobre el Pizzómetro le costaron muy caro a Meeks. Al parecer, desde el gobierno norteamericano optaron por dejar de comprar en Domino’s Pizza tras los comentarios públicos del susodicho al respecto.

De todos modos, la leyenda del Pizzómetro se remonta varios años más atrás en el tiempo. Durante la Guerra Fría, agentes soviéticos de inteligencia radicados en Washington supuestamente seguían el caudal de envíos de pizza a las dependencias gubernamentales, de defensa e inteligencia.

Se dice que si el trabajo de los repartidores hacia dichos sitios se incrementaba, era señal de que el gobierno estadounidense tenía información sobre alguna crisis que se estaba desatando —o por desatar— en alguna parte del mundo. Las historias locas de espionaje durante esa época son muchas, así que la veracidad o falsedad de esta no se puede determinar con facilidad. Lo cierto es que, al menos durante el último fin de semana, el Pizzómetro ha vuelto a acaparar la atención del mundo.