Octubre 27, 2023
Desde el portal
Marcela Prado Revuelta
Hace trece años, dos meses y diez días, el 17 de septiembre de 2010, el Huracán Karl azotó el puerto de Veracruz y otros lugares del Estado. Y hace trece años, dos meses y once días, el 18 de septiembre del 2010, (el cumpleaños de mi nieto), mi casa quedó bajo dos metros de agua, durante casi dos semanas. Lanchas de fondo plano navegaron las calles de mi fraccionamiento, para rescatar a muchos vecinos que habían quedado sin poder salir, trepados en las azoteas. Me consta en carne viva. Así que hoy me costó muchísimo trabajo dejar de llorar por el recuerdo y por los muertos y víctimas de Acapulco, Guerrero. El Municipio de Veracruz, el Gobierno del Estado, la Cruz Roja, Bomberos, IMSS, ISSTEE y otras entidades públicas, entraron, de inmediato, en apoyo de los miles de afectados y el Ejército Mexicano declaró el Plan DN-3, (Desastre Nacional, Nivel 3, el más grave). Los pescadores de Veracruz acudieron con sus lanchas al rescate de vecinos. Sigo llorando con el recuerdo… (Cuando nos permitieron regresar a casa, cuando el agua había bajado, dos soldados entraron, con miedo, rifle en mano y con lámparas potentes, a revisar si no había peligro: las serpientes andaban como Pedro por su casa. Y en la esquina, una inmensa carpa, atendida por soldados y otros elementos y muchos voluntarios, tenían a disposición de los vecinos útiles de limpieza, escobas, jergas, palas, cubetas, desinfectantes y más, todo gratuito. Médicos y enfermeras nos atendieron, a casi todos, enfermos de dolor por las pérdidas. Enfermos de angustia). Era otro Ejército Nacional. ¡No!. Era el mismo Ejército, los mismos sufridos soldados, pero era otro el Comandante Supremo del Ejército Nacional y era otro el Secretario de la Defensa, (no el Generalito Luis Cresencio Sandoval González, el de los viajecitos de paseo), y era otro el Comandante en funciones. Eran otros hombres. Eran hombres de bien. Y existía el Fideicomiso 2003, FONDEN, creado a finales de julio de 1999, por José Ángel Gurría Treviño, entonces Secretario de Hacienda, «para atender el impacto de los desastres naturales»… Funcionaba… Me consta. Sin embargo, el 21 de octubre de 2021, el Senado de la República, claramente obedeciendo instrucciones «superiores y con otros datos», aprobó la extinción de 109 fideicomisos, incluido el FONDEN, argumentando «malos manejos de recursos, por parte de funcionarios públicos. Dos años y 3 días después de la desaparición del FONDEN, en la noche del 24 de octubre de este año 2023, el huracán Otis, que alcanzó la máxima categoría 5, destrozó el puerto de Acapulco. El sociópata que sufrimos como titular del Poder Ejecutivo, (no se me da la gana decirle Presidente de la República), continúa hablando en su circo mañanero de las «encuestas de su popularidad», sin la menor vergüenza. En este momento, «el mal manejo de recursos», aducido por los agachados senadores en el 2021, es verdad: ellos son los responsables y, en algún momento, «el pueblo bueno y sabio» se los cobrará en las urnas. El Ejecutivo no ha llegado a la zona devastada. Los acapulqueños han perdido no sólo la vida, sino su patrimonio. (Y el patrimonio no es sólo lo material, sino las fotos de los padres y los hijos y los nietos y los amigos, los juguetes de los niños, el carrito del bebé: el patrimonio intangible e irrecuperable. También me consta esa pérdida). Pero si creemos en las tradiciones mexicanas, los muertos tirados en la calle y otros muchos muertos cuyo número se desconoce, llegarán en Día de Muertos a «jalarles las patas» a las autoridades, porque ni la gobernadorcita ni la alcaldesa de Acapulco han dado la cara. No tienen cara que poner. Acuérdese, por favor, de que tiene usted el poder en la mano: su INE y su voto. Y nada más. EL MUNDO DE CÓRDOBA
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